28 de MARZO – JUEVES –
3ª – SEMANA DE CUARESMA – C –
Lectura
del libro de Jeremías (7,23-28):
ESTO dice el Señor:
«Esta
fue la orden que di a mi pueblo:
“Escuchad
mi voz, Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Seguid el camino que
os señalo, y todo os irá bien”.
Pero
no escucharon ni hicieron caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según
la maldad de su obstinado corazón. Me dieron la espalda y no la cara.
Desde que salieron
vuestros padres de Egipto hasta hoy, os envié a mis siervos, los profetas, un
día tras otro; pero no me escucharon ni me hicieron caso. Al contrario,
endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres.
Ya puedes repetirles
este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no
te responderán.
Aun
así les dirás:
“Esta
es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar.
Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca”».
Palabra
de Dios
Salmo
94,1-2.6-7.8-9
R/.
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No
endurezcáis vuestro corazón»
Venid, aclamemos al
Señor,
demos vítores a la Roca
que nos salva;
entremos a su presencia
dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad, postrémonos por
tierra,
bendiciendo al Señor,
creador nuestro.
Porque él es nuestro
Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
Ojalá escuchéis hoy su
voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de Masá en
el desierto;
cuando vuestros padres
me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque
habían visto mis obras». R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (11,14-23):
EN aquel tiempo, estaba
Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió
que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó
admirada, pero algunos de ellos dijeron:
«Por
arte de Belzebú, el príncipe de los demonios echa los demonios».
Otros,
para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.
Él,
conociendo sus pensamientos, les dijo:
«Todo
reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues,
también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino?
Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si
yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién
los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los
demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a
vosotros.
Cuando
un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros,
pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se
fiaba y reparte su botín.
El
que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».
Palabra
del Señor
1.
Desde los tiempos del destierro en Babilonia, los judíos asimilaron la
teología de los "demonios", que procedía del sincretismo iranio-caldeo.
Según esta teología extraña, los demonios son por excelencia los malos
espíritus que llevan al ser humano a la perdición (O. Bócher).
La referencia a Belzebú era un ataque
directo al poder divino del Espíritu Santo, que es el que capacita a Jesús para
la lucha contra la fuerza del mal, personificada en Satanás (W. Foerster).
2.
En este episodio, Jesús libera del demonio liberando de la mudez. Se puede "ser" mudo o "estar como"
mudo. El que calla cuando tendría que hablar,
"está como" mudo. Y, por desgracia, hay silencios que son cómplices de
muchas maldades. Los llamados medios
de "comunicación" son, con
frecuencia, medios de "incomunicación". Porque no dicen la verdad. O porque callan lo
que tendrían que decir. A eso, antiguamente, se le llamaba "estar endemoniado". Ahora, de esas conductas, se dice que son
lo "políticamente correcto". ¡Conductas satánicas!, que perpetúan la
maldad y el sufrimiento de los desgraciados.
Con frecuencia, ocurre que los
clérigos condenan los pecados contra la conducta sexual, al tiempo que se
callan cuando se trata de delitos contra
la economía. Por eso vemos, con frecuencia,
que los obispos condenan más a los homosexuales que a los gobernantes corruptos.
A los homosexuales no les temen los
hombres de Iglesia. A los políticos, les temen. Porque los políticos tienen
poder para quitarle a la Iglesia sus privilegios. Todo esto son conductas
"satánicas".
3.
Por otra parte, la división y la confrontación, incluso entre demonios, es
signo evidente de autodestrucción. Una familia dividida, un país en el que viven
unos ciudadanos enfrentados contra otros, una Iglesia rota y fracturada en grupos
que no se quieren o incluso se odian..., todo eso es presencia satánica y
anuncio de muerte.
San Sixto III, papa
En
Roma, en la vía Tiburtina, junto a san Lorenzo, sepultura de san Sixto III,
papa, que restableció la concordia entre el Patriarcado de Antioquía y el de
Alejandría, y en la Ciudad eterna erigió para el pueblo de Dios la basílica de
Santa María, en el monte Esquilino (440).
Vida de San Sixto III, papa
Fue elegido papa a la muerte de
san Celestino I, en el año 432, y ocupó la sede de Pedro por ocho años que
fueron muy llenos de exigencias.
Durante su vida se vio envuelto
casi de modo permanente en la lucha doctrinal contra los pelagianos, siendo uno
de los que primeramente detectó el mal y combatió la herejía que había de
condenar al papa Zósimo. De hecho, Sixto escribió dos cartas sobre este asunto
enviándolas a Aurelio, obispo que condenó a Celestio en el concilio de Cartago,
y a san Agustín. Se libraba en la Iglesia la gran controversia sobre la Gracia
sobrenatural y su necesidad tanto para realizar buenas obras como para
conseguir la salvación.
Pelagio fue un monje procedente
de las islas Británicas. Vivió en Roma varios años ganándose el respeto y la
admiración de muchos por su vida ascética y por su doctrina de tipo estoico,
según la cual el hombre es capaz de alcanzar la perfección por el propio
esfuerzo, con la ayuda de Dios solamente extrínseca -buenos ejemplos,
orientaciones y normas disciplinares, etc., ¡era un voluntarista! Además, la
doctrina llevaba aneja la negación del pecado original. Y consecuentemente
rechaza la necesidad de la redención de Jesucristo. De ahí se deriva a la
ineficacia sacramentaria. Todo un monumental lío teológico basado en principios
falsos que naturalmente Roma no podía permitir.
Y no fue sólo esto. El
Nestorianismo acaba de ser condenado en el concilio de Éfeso, en el 431, un año
antes de ser elegido papa Sixto III; pero aquella doctrina equivocada sobre
Jesucristo había sido sembrada y las consecuencias no desaparecerían con las
resoluciones conciliares. Nestorio procedía de Antioquía y fue obispo de
Constantinopla. Mantuvo una cristología imprecisa en la terminología y errónea
en lo conceptual, afirmando que en Cristo hay dos personas y negando la
maternidad divina de la Virgen María; fue condenada su enseñanza por
contradecir la fe cristiana; depuesto de su sede, recluido o desterrado al
monasterio de san Eutropio, en Antioquía, muriendo impenitente fuera de la comunión
de la Iglesia. El papa Sixto III intentó con notable esfuerzo reducirlo a la fe
sin conseguirlo y a pesar de sus inútiles esfuerzos tergiversaron los
nestorianos sus palabras afirmando que el papa no les era contrario.
Llovieron al papa las calumnias
de sus detractores. El propio emperador Valentiniano y su madre Plácida
impulsaron un concilio para devolverle la fama y el honor que estaba en
entredicho. Baso -uno de los principales promotores del alboroto que privaba
injustamente de la fama al Sumo Pontífice- muere arrepentido y tan perdonado
que el propio Sixto le atiende espiritualmente al final de su vida y le
reconforta con los sacramentos.
Como todo santo ha de ser
piadoso, también se ocupó antes de su muerte -en el año 440 y en Roma-, de
reparar y ennoblecer la antigua basílica de Santa María la Mayor que mandó
construir el papa Liberio, la de San Pedro y la de San Lorenzo.
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