martes, 17 de septiembre de 2019





24 de SEPTIEMBRE – MARTES –25ª – SEMANA DEL T. O. – C –

Lectura del libro de Esdras (6,7-8.12b.14-20):

En aquellos días, el rey Darío escribió a los gobernantes de Transeufratina:
«Permitid al gobernador y al senado de Judá que trabajen reconstruyendo el templo de Dios en su antiguo sitio. En cuanto al senado de Judá y a la construcción del templo de Dios, os ordeno que se paguen a esos hombres todos los gastos puntualmente y sin interrupción, utilizando los fondos reales de los impuestos de Transeufratina. La orden es mía, y quiero que se cumpla a la letra. Darío.»
De este modo, el senado de Judá adelantó mucho la construcción, cumpliendo las instrucciones de los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Idó, hasta que por fin la terminaron, conforme a lo mandado por el Dios de Israel y por Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia.
El templo se terminó el día tres del mes de Adar, el año sexto del reinado de Darío. Los israelitas, sacerdotes, levitas y resto de los deportados celebraron con júbilo la dedicación del templo, ofreciendo con este motivo cien toros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y doce machos cabríos, uno por tribu, como sacrificio expiatorio por todo Israel.
El culto del templo de Jerusalén se lo encomendaron a los sacerdotes, por grupos, y a los levitas, por clases, como manda la ley de Moisés. Los deportados celebraron la Pascua el día catorce del mes primero; como los levitas se habían purificado, junto con los sacerdotes, estaban puros e inmolaron la víctima pascual para todos los deportados, para los sacerdotes, sus hermanos, y para ellos mismos.

Palabra de Dios

Salmo: 121,1-2.3-4a.4b-5

R/. Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.

Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,19-21):

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.»
Él les contestó:
«Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.»

Palabra del Señor

1.  Ya hemos recordado, en otros pasajes de los sinópticos, que por la información que nos dan los evangelios, está claro que las relaciones de Jesús con
Su familia no fueron fáciles, sino más bien lo contrario. Cuando Jesús se fue de
Nazaret y dejó su casa, para ir a ser bautizado por Juan Bautista, abandonó su familia. Un abandono que fue definitivo. Es verdad que Jesús volvió a Nazaret en un par de ocasiones (Mc 6, 1-6; Lc 4, 14-30). Pero, en ambos casos, la visita terminó mal. Hasta el extremo de que, según Marcos, los vecinos del pueblo se escandalizaron de lo que decía y hacía. Y, en el relato de Lucas, lo que se cuenta es que la situación llegó a ponerse tan tensa, que los paisanos de Jesús intentaron matarlo tirándolo por un barranco.
Es más, según Mc 3, 21, cuando sus familiares supieron el plan de vida que llevaba, fueron a por él, porque decían "que no estaba en sus cabales". O sea, lo tenían por un perturbado mental. Y según Jn 7, 5, "sus parientes no creían en él", es decir, no se fiaban de Jesús.
A nadie se le oculta que el propio Jesús tuvo que sufrir especialmente por este motivo. Y él lo reconoció en público: "Solo en su tierra, entre sus parientes y en su casa desprecian a un profeta" (Mc 6, 4).

2.  Las relaciones de parentesco no son libres. Nadie puede escoger en qué familia nace o quiénes son sus padres y hermanos.   Las relaciones basadas en
motivaciones religiosas son como la amistad, relaciones que cada cual elige
libremente.
Es una hermandad o fraternidad libremente escogida o elegida.
Se trata, por tanto, de una "convicción libre", que, en definitiva, representa una
opción del espíritu, una forma de espiritualidad. El respeto y el amor que une a las personas, en este caso, se basa en la fe y, en definitiva, en la relación que
cada cual tiene y mantiene con Dios.

3.  Por lo dicho, se comprende que Jesús, aceptando y respetando profundamente la institución familiar, concede una importancia mayor a la   comunidad de fe.
El problema, que se suele presentar con tanta frecuencia, radica en que la religiosidad se reduce a meras prácticas rutinarias, al tiempo que las verdaderas relaciones comunitarias son muy frágiles o no existen en absoluto.
La fe cristiana no es solamente la relación del individuo con Dios. Además   de eso,  es también relación con los demás miembros de una comunidad de fe. 
Las parroquias (y a veces, los mismos conventos) se reducen a grupos humanos
que coinciden en unas determinadas   prácticas religiosas.
- ¿No tendrá esto su explicación en que nuestra fe es más deficiente de lo que imaginamos?

4.  Por otra parte, nunca deberíamos    olvidar que la comunión de personas
brota, no de la "decisión", sino que es fruto de la "atracción".
Es una experiencia afectiva. Y ya nos advirtieron los grandes pensadores, desde la Edad Media, que "el afecto es pasión". O sea, es "atracción", que nos seduce y funde a las personas.  Por eso, el afecto y la afectividad es lo determinante de la vida.
Una persona es lo que es su afectividad. Esto es decisivo para entender por qué, en los relatos de los evangelios, la gente se sentía "atraída" por Jesús. Y por eso le seguían con verdadera pasión.
- ¿Representa esto Jesús en nuestras vidas? 
- ¿Nos apasiona la Iglesia y la forma de vida que nos propone?    
Responder a estas preguntas es capital.  



Alfonso el Sabio, en plena Edad Media, ya empleaba el término merced relacionándolo con la redención de los cautivos: «sacar a los omes de captivo es cosa que place mucho a Dios, porque es obra de merced». Así empleaba el término para expresar misericordia, gracia, caridad o limosna. Indudablemente, para él, los cautivos son «aquellos que caen en prisión de omes de otra religión».
Santa María de la Merced fue el nombre mediterráneo de la Virgen en el siglo XIII. Siglos de lucha y de fe. Son aguas infectadas de turcos y sarracenos que abordan barcos en el mar; cuando pisan las costas dejan a su paso ruina y destrucción. El viejo abuso de la sociedad que se llama esclavitud era el pan de cada día. Fruto de luchas religiosas. Pedro Nolasco no podía sufrir este mal social. Pedía a la Virgen el remedio corporal y espiritual para los pobres desgraciados cautivos. Más, vendió sus bienes y, como mercader, se propuso tratar la compra y rescate de los cautivos.
La fundación de la Merced es uno de los acontecimientos religiosos más notables acaecidos durante el reinado de Jaime I rey de Aragón, protagonista de la incorporación a sus dominios de Mallorca y del reino de Valencia. La fecha de fundación fue objeto de largas controversias; pero hay que situarla alrededor de 1212. Según la tradición, en la noche del 2 de agosto de 1218, la Virgen se apareció a Pedro Nolasco, nativo del sur de Francia, a Ramón (Raimundo) de Penyafort y al rey Jaime I para manifestarle su voluntad consistente en fundar una orden religiosa que tuviera como fin la imitación de Jesús con la redención de los cristianos cautivos de los infieles, dándose si fuera necesario a cambio. Fue el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, en la catedral y en el altar de santa Eulalia, cuando el obispo Berenguer vistió el hábito blanco, con las armas reales bajo la cruz en el pecho, a Pedro Nolasco y a otros jóvenes fundándose la orden de la Merced. El rey la protegió largamente, ha sido venerado siempre como patrono y fundador, le concedió privilegios y en los últimos años de su vida se los confirmó.
Su organización era muy parecida a la de las órdenes militares y, hasta 1312, sus maestros generales eran caballeros laicos. En 1235, el Papa Gregorio IX, a instancias de Ramón de Penyafort, les autorizó a constituirse en orden religiosa. Adoptaron la regla de san Agustín. Pronto se le une una caterva de jóvenes llenos de fe dispuestos a secundarle.
Rápidamente se fundaron conventos en Barcelona, Mallorca, Santa María del Puig, Valencia, etc. La orden tuvo amplia difusión en la Cristiandad por su función religiosa, humanitaria y social.
En torno a la redención de los cautivos, hay en el mercedario primacía de lo espiritual y una intensa predicación de Cristo entre los infieles.
Es preciso recabar fondos para conseguir la libertad. Y eso se hace con una intensa predicación de la caridad en nombre de la Virgen de la Merced. Se habla a nobles y sencillos; hay un pulular de mercedarios por los templos, los castillos, las calles y los campos pidiendo limosna para ayudar a otros. Es preciso motivar a la gente con el fin de que, por Dios, piensen en los demás. Lo que hace creíble a la Iglesia de todos los tiempos es la caridad.
Luego viene la oferta y la demanda en tierra de moros para liberar cautivos. Fez, Argel, Tetuán y otros puntos son el terreno propio de la transacción. Se busca a los cautivos principalmente en las cárceles y desde allí se tocan las almas de los que se tienen a sí mismos como perdidos para la fe, otros están flacos, en muchos casos se previene la apostasía y se combate el error del Corán, manteniendo una presencia de la Iglesia allí donde hay tanto sufrimiento.
Y, si llega el triste momento de que peligrara la fe, el mercedario sustituye al cautivo como lo atestigua el número de los mártires mercedarios. Y entre tanto, la Virgen, la oración, la esperanza, el consuelo y la ilusión hasta que se rompan los grilletes de la esclavitud.
La vuelta, el regreso a los puertos españoles, franceses e italianos es triunfal y rayana en lo apoteósico. Esperan las novias o esposas, las madres y los hijos de los cautivos. Se escuchan cantos de libertad con estandarte de redención. No puede faltar la acción de gracias al Señor que lo ha hecho posible y la Procesión con la Virgen de la Merced.
Después, hace falta prestar atención médica, alimentos, descanso y disponer las cosas para que los centenares de cautivos puedan reintegrarse a su hogar. Así va corriendo de boca en boca el nombre de la Virgen de la Merced por los caminos y posadas, y se le nombra en los puertos y ciudades y se celebra su mediación en las iglesias y en las casas. Lo cantan los poetas. Gratitud y alabanza.
Venerada públicamente la Virgen de la Merced ya desde el 1230.
La Cofradía de la Merced colabora con los misioneros mercedarios.
Y las primeras mercedarias aparecen en 1265 con María de Cervellón.
Conocer, amar y servir a Santa María está en la médula de vivir mercedario. ¡Qué bien nos vendría hoy una actividad apostólica mercedaria intensa que ayudara a librar tanto cautivo de las nuevas esclavitudes!

Archimadrid.org


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