miércoles, 25 de septiembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 de SEPTIEMBRE – JUEVES – 25ª – SEMANA DEL T. O. – C – san Cosme y san Damián





26 de SEPTIEMBRE – JUEVES –
25ª – SEMANA DEL T. O. – C –
san Cosme y san Damián

Comienzo de la profecía de Ageo (1,1-8):

El año segundo del rey Darío, el mes sexto, el día primero, vino la palabra del Señor, por medio del profeta Ageo, a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judea, y a Josué, hijo de Josadak, sumo sacerdote:
«Así dice el Señor de los ejércitos: Este pueblo anda diciendo: "Todavía no es tiempo de reconstruir el templo."»
La palabra del Señor vino por medio del profeta Ageo: «¿De modo que es tiempo de vivir en casas revestidas de madera, mientras el templo está en ruinas?
Pues ahora –dice el Señor de los ejércitos– meditad vuestra situación: sembrasteis mucho, y cosechasteis poco, comisteis sin saciaros, bebisteis sin apagar la sed, os vestisteis sin abrigaros, y el que trabaja a sueldo recibe la paga en bolsa rota.
Así dice el Señor:
Meditad en vuestra situación: subid al monte, traed maderos, construid el templo, para que pueda complacerme y mostrar mi gloria –dice el Señor–.»

Palabra de Dios

Salmo: 149,1-2.3-4.5-6a.9b

R/. El Señor ama a su pueblo

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,7-9):

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía:
«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de ver a Jesús.

Palabra del Señor

1.  Herodes Antipas, fue el virrey que gobernaba en Galilea durante los años en que Jesús vivió y predicó en aquella región. Se suele decir que este hombre fue un gobernante cruel e inmoral. Esta   imagen se basa sobre todo en el relato de la muerte de Juan Bautista (Mc 6, 14-29 par) y en las menciones que se hacen en  los evangelios a los "herodianos", como  aliados de los fariseos en contra de Jesús  (Mc 3, 6; 12, 13; Mt 22, 16), por más que de este grupo no se sabe exactamente ni quiénes eran, ni siquiera si eran un grupo político o más bien religioso (J. P. Meier).

2.  Sin embargo, no parece que este Herodes, en cuanto gobernante de Galilea, fuera un tirano que maltrató al pueblo.  No parece que fuera así. De
hecho, en los evangelios, no hay datos claros de un enfrentamiento político o
social de Jesús contra el virrey Herodes. La indicación de que Herodes quería
matar a Jesús (Lc 13, 31) no es históricamente segura (J. A. Fitzmyer). Su pasión era, más bien, la "tranquilidad" (F. Josefo).
Herodes no vio en las enseñanzas y
en el movimiento de Jesús una amenaza   para su estabilidad política. Esto es lo más probable.

3.  Lo lógico es pensar que Jesús planteó su actividad y sus enseñanzas, no como un enfrentamiento directo con el poder político. Jesús no pretendió quitar un poder para poner otro. Porque se dio cuenta de que eso no arreglaba las cosas. La solución tiene que venir de algo más   profundo y más básico, a saber: el cambio radical de mentalidad, que lleva consigo asumir convicciones nuevas, que rompen con los intereses individuales y con la    deshumanización que todos llevamos en la sangre.
Solo con personas profundamente     humanas, libres y solidarias, podemos empezar a pensar en que se puede aliviar el sufrimiento de los pobres y excluidos. Y devolver la dignidad a quienes carecen de
ella porque no gozan de los derechos que les corresponden. Lo que cambia a un pueblo o una sociedad no es fundamentalmente la política, sino la cultura, la educación, la ética y la honestidad responsable, que ve la "profesión" como la propia "vocación" (Max Weber).

san Cosme y san Damián



Mártires posiblemente del comienzo del siglo IV
Cosme significa "adornado, bien presentado". 
Damián: domador.
Patronos de: Cirujanos, Farmacéuticos, Médicos, Peluqueros, Dentistas, trabajadores de los balnearios.

Una tradición muy antigua atestigua la existencia de su sepulcro en Ciro (Siria), donde se erigió asimismo una basílica en su honor. Desde allí, su culto pasó a Roma y, más tarde, se propagó por toda la Iglesia.
Según la tradición son hermanos gemelos, nacidos en Arabia; estudiaron las ciencias en Siria y llegaron a distinguirse como médicos. Como eran auténticos cristianos, practicaban su profesión con gran habilidad, pero sin aceptar jamás pago alguno por sus servicios. Por eso se les conoció en el oriente entre los santos llamados colectivamente "los sin dinero".

Vivían en Aegeae, sobre la costa de la bahía de Alejandreta, en Cilicia, donde ambos eran distinguidos por el cariño y el respeto de todo el pueblo a causa de los muchos beneficios que prodigaba entre las gentes su caridad y por el celo con que practicaban la fe cristiana, ya que aprovechaban todas las oportunidades que les brindaba su profesión para difundirla y propagarla. En consecuencia, al comenzar la persecución, resultó imposible que aquellos hermanos de condición tan distinguida pasasen desapercibidos. Fueron de los primeros en ser aprehendidos por orden de Lisias, el gobernador de Cilicia y, luego de haber sido sometidos a diversos tormentos, murieron decapitados por la fe. Conducidos sus restos a Siria, quedaron sepultados en Cirrhus, ciudad ésta que llegó a ser el centro principal de su culto y donde las referencias más antiguas sitúan el escenario de su martirio.
Se cuentan muchos prodigios milagrosos sobre sus vidas pero poco se sabe con seguridad. Se dice por ejemplo que, antes de ser decapitados, salieron con bien de varios tipos de ejecuciones, como ser arrojados al agua atados a pesadas piedras, ser quemados en hogueras y ser crucificados. Cuando se hallaban clavados en las cruces, la multitud los apedreó, pero los proyectiles, sin tocar el cuerpo de los santos, rebotaron para golpear a los mismos que los arrojaban. Lo mismo sucedió con las flechas disparadas por los arqueros que torcieron su trayectoria e hicieron huir a los tiradores (se cuenta que el mismo caso ocurrió con San Cristóbal y otros mártires). Asimismo, dice la leyenda que los tres hermanos de Cosme y Damián, llamados Antimo, Leoncio y Euprepio, sufrieron el martirio al mismo tiempo que los gemelos y sus nombres se mencionan en el Martirologio Romano. Se habla de innumerables milagros, sobre todo curaciones maravillosas, obrados por los mártires después de su muerte y, a veces, los propios santos se aparecieron, en sueños, a los que les imploraban en sus sufrimientos, a fin de curarles inmediatamente.
Entre las personas distinguidas que atribuyeron su curación de males gravísimos a los santos Cosme y Damián, figuró el emperador Justiniano I, quien visitó la ciudad de Cirrhus especialmente para venerar las reliquias de sus benefactores.
A principios del siglo V, se levantaron en Constantinopla dos grandes iglesias en honor de los mártires. La basílica que el Papa Félix  (526-530) erigió en honor de Cosme y Damián en el Foro Romano, con hermosísimos mosaicos, fue dedicada posiblemente el 27 de septiembre. Ese día se celebró la fiesta de Cosme y Damián hasta su traslado al 26 de septiembre en el nuevo calendario.
Los santos Cosme y Damián son nombrados en el canon de la misa y, junto con San Lucas, son los patronos de médicos y cirujanos.
Tres pares de santos llevan los mismos nombres
Por un error, los cristianos de Bizancio honraron a tres pares de santos con los nombres de Cosme y Damián. Los de Arabia, que fueron decapitados durante la persecución de Diocleciano (17 de octubre), los de Roma, que murieron apedreados en el curso del reinado de Carino y los hijos de Teódota, que no fueron mártires. Sin embargo, se trata de los mismos.
Pidamos al Señor por intercesión de los santos Cosme y Damián por los médicos, para que cumplan santamente con su profesión.

"LO QUE HABEIS RECIBIDO GRATIS, DADLO TAMBIEN GRATUITAMENTE"
(Jesucristo Mt. 10, 8)


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