28 de SEPTIEMBRE – SÁBADO –
25ª – SEMANA DEL T. O. – C –
San Lorenzo Ruiz y
compañeros
Lectura
de la profecía de Zacarías (2,5-9.14-15a):
Alcé la vista y vi a un hombre con un cordel de medir. Pregunté:
«¿Adónde
vas?»
Me
contestó:
«A
medir Jerusalén, para comprobar su anchura y longitud.»
Entonces
se adelantó el ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro,
diciéndole:
«Corre
a decirle a aquel muchacho: "Por la multitud de hombres y ganado que
habrá, Jerusalén será ciudad abierta; yo la rodearé como muralla de fuego y mi
gloria estará en medio de ella –oráculo del Señor–."»
«Alégrate
y goza, hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti –oráculo del Señor–.
Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán pueblo mío, y habitaré en
medio de ti.»
Palabra
de Dios
Salmo: Jr
31,10.11-12ab.13
R/. El
Señor nos guardará como un pastor a su rebaño
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla en las islas
remotas:
«El
que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño.» R/.
«Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más
fuerte.»
Vendrán
con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor. R/.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y
los viejos;
convertiré su tristeza
en gozo,
los alegraré y aliviaré
sus penas. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (9,43b-45):
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía,
Jesús dijo a sus discípulos:
«Meteos
bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los
hombres.»
Pero
ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el
sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Palabra
del Señor
1.
La fuerza temible de este relato está en el significado del verbo parad!
mi, que, concretamente en Lucas, aparece con
frecuencia relacionado con Pasión: entrega del Hijo del Hombre (Lc 9, 44;18,32;
22, 22; 24, 7), entrega traición) por Judas (22, 4. 6. 21 s. 48), por Pilato
(23, 25) y por las autoridades judías (20, 20; 24, 20) (W. Popkes). El
contraste es patente: cuando Jesús está en el culmen de su éxito popular y goza
de la admiración general, precisamente entonces Jesús insiste de nuevo en que
lo van a entregar en manos de los hombres.
Lo que claramente se refiere, en el lenguaje de Lucas, a la pasión
muerte.
El evangelio recalca, por tanto, que
el Jesús admirado por todos va a ser el Jesús traicionado y rechazado con
infamia.
2.
La reacción de los discípulos es comprensible, si la cosa se mira desde
punto de vista de lo que humanamente alcanzamos los mortales: "no entendían
semejante lenguaje", "les resultaba oscuro", para ellos,
"no tenía sentido.
Es más, "les daba miedo
preguntarle". Y es que lo de Jesús, tal como sucedió y
acabó, no cabe en cabeza humana: el Salvador
salva fracasando.
- ¿Qué sentido puede tener eso?
3.
El que triunfa y vence, inevitablemente hace eso dominando o humillando a
alguien, a quien sea. Así, es posible que salve a alguien o a algunos. Pero
cierto como eso es que condena y frustra a otros.
Por lo demás, nunca debemos olvidar
que todo el que sube y se impone, por eso
mismo divide, genera dolor y sufrimiento. Jesús no quiso hacer nada de
eso. Jesús enseño a la humanidad que la solución a los muchos problemas que nos
angustian no podemos ver su solución "desde arriba" (el triunfo),
sino "desde abajo (poniéndose
donde están los últimos). De forma que todo el que hace eso, eso mismo,
y por eso solo, une a los demás y saca de cada cual lo mejor que llevamos en
las entrañas.
Ante el dolor, la debilidad, el
sufrimiento, insignificancia de un niño o un enfermo, todos nos
humanizamos. Por ahí va la solución. Porque cuando, en un ser “humano”, todo se
queda destrozado, ¿qué queda? Su
"humanidad".
Ahí, en eso, está la salvación: en
nuestra humanización.
San Lorenzo Ruiz y compañeros
Padre de
familia oriundo de las Islas Filipinas, que, a mediados del siglo XVII, junto
con varios compañeros miembros de la Orden de Predicadores, derramó su sangre
en la ciudad japonesa de Nagasaki.
Después del
martirio de 1597, subió al poder el usurpador Daifusama, el cual ofreció
relaciones de amistad al gobernador de Filipinas y autorizó la entrada de
misioneros en el país. En este clima se establecieron los dominicos en Japón a
partir de 1602, aunque el primer dominico había llegado en 1592. Se presentaron
con el estandarte del Santo Rosario y entronizaron la devoción a la virgen del
Rosario en Koshiki. Su labor fue muy fructífera, muchos ingresaron en la Orden,
otros se hicieron terciarios dominicos y cofrades del Santo Rosario.
Se dice que Daifusama, que murió envenedado
pidió a su hijo Xogunsama que persiguiera a los cristianos y que se apartara de
su políca liberal. Xongusma persiguió a los cristianos entre 1617 y 1630.
Muerto Xongusama, le sucedió Toxogunsama, que fue un acérrimo perseguidor del
cristianismo entre 1632-1660.
Lorenzo nació en
Binondo, Manila; su padre era chino y su madre filipina. Sirvió desde muy joven
en el convento de los dominicos de Binondo, donde recibió la formación
cristiana. Llegó a ser escribano y llevó una vida de entrega a los demás.
Pertenecía a la Cofradía del Santo Rosario. Padre de familia muy piadoso, con
tres hijos. Hacia 1636 fue acusado de complicidad en un homicidio y, perseguido
por la justicia, buscó refugio en los dominicos. Gracias a la intervención del
padre san Antonio González pudo salir indemne.
Acompañó al Japón a una misión dominica
mandada por Antonio González, pero una tempestad les obligó a desembarcar en
Okinawa, donde fueron todos arrestados y encarcelados. Aquí se robusteció la fe
de Lorenzo; no dudó en confesar su fe en el tribunal de Nagasaki:
"Quisiera dar mil veces mi vida por él. Jamás seré apostata. Si queréis,
podéis matarme. Mi deseo es morir por Dios". Confiado en la intercesión
del padre Antonio, sacrificado antes que él, fue rezando, durante el paseo
oraciones y jaculatorias y ya en la colina de Nishizaka, sufrió la tortura del
agua ingurgitada que soportó con heroica entereza y paciencia, aunque en algún
momento titubeó, pero permaneció firme gracias a las palabras de san Antonio
González. Sus cenizas fueron arrojadas al mar. Es el primer santo mártir de la
iglesia filipina. Todos murieron mártires por los japoneses después de
horribles torturas.
Los mártires eran
17 compañeros que forman parte de los "mártires de Nagasaki". Todos
pertenecían a la misión dominica española de Japón, en la isla de Kiusiu. Nueve
eran japoneses: Francisco Shoyemon, cooperador. Jaime Kyushei Gorobioye
Tomonaga, dominico. Miguel Kurobjoye, catequista. Mateo Kohioye del Rosario,
cooperador. Magdalena de Uagasaka, terciaria dominica. Marina de Ômura,
terciaria. Tomás Hyoji de San Jacinto, dominico. Vicente de la Cruz Schiwozuka,
dominico. Lázaro de Kyoto, laico. Cuatro dominicos españoles: Domingo Ibáñez de
Erquiza. Lucas del Espíritu Santo. Antonio González. Miguel de Aozaraza. Un
francés: Guillermo Courtet. Un italiano: Jordán Ansalone de San Esteban.
Se da el caso de
que todos los dominicos que murieron el Japón durante el breve periodo de
1602-1637, fueron martirizados excepto uno. Fue la desolación causada por la
cristiandad del Japón lo que motivó que muchos mártires se ofrecieron
voluntarios, a fin de evitar una posible apostasía. Este grupo es variado en
etnias, en estados de vida, en situaciones sociales. Hay en él hombres,
mujeres, sacerdotes y laicos. Ofrecieron su vida durante la persecución de un
shogun que estaba decidido destruir todo vestigio cristiano, durante sus 28
años de mandato fueron sacrificados la mayor parte de los cuatro mil mártires
de aquella época de la historia japonesa. En 1639 cerró el Japón a todo influjo
comercial de España y Portugal. Sin embargo, su proyectado exterminio del
cristianismo no fue total. Quedó un núcleo de cristianos japoneses escondidos
en las islas del Sur, que mantuvieron la fe a lo largo de varios siglos hasta
la apertura de Japón a Occidente en 1865. Entonces los descendientes de
aquellos mártires emergieron como pequeña comunidad cristiana que se había
transmitido de padres a hijos.
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