12 de SEPTIEMBRE – JUEVES –
23ª – SEMANA DEL T. O. –
C –
Dulce
Nombre de María
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-17):
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia
entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y
perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El
Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el
amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que
la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido
convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.
La
palabra de Cristo habite en vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros
con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de
corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o
de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios
Padre por medio de él.
Palabra
de Dios
Salmo:
150
R/.
Todo ser que alienta alabe al Señor
Alabad al Señor en su templo,
Alabadlo en su fuerte
firmamento.
Alabadlo por sus obras
magníficas,
alabadlo por su inmensa
grandeza. R/.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y
cítaras,
alabadlo con tambores y
danzas,
alabadlo con trompas y
flautas. R/.
Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos
vibrantes.
Todo ser que alienta
alabe al Señor. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (6,27-38):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A
los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que
os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.
Al
que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa,
déjale también la túnica.
A
quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los
demás como queréis que ellos os traten.
Pues,
si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman
a los que los aman.
Y
si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores lo hacen.
Y
si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
¡No!
Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un
gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y
desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y
no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis
perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada,
remecida, rebosante.
La
medida que uséis, la usarán con vosotros.»
Palabra
del Señor
1.
Este evangelio es duro y fuerte. De forma que, si algo hay claro, en
este discurso de Jesús, es que vivir este modelo de conducta, en las relaciones
de
unos con otros y tal como somos los mortales,
no está a nuestro alcance. Por eso, cuando encontramos alguien que vive de esta
forma siempre, absolutamente siempre, y es bueno con todos, incluso con sus peores enemigos, en esa persona intuimos
con sorpresa algo que nos impresiona, que nos llama poderosamente la atención. Algo, en suma, que nos trasciende.
Porque vivir así es algo que,
humanamente hablando, no tiene explicación.
Por eso es tan importante la fe en
Jesús y el seguimiento en Jesús, siempre que esa fe esté bien orientada. Una fe que no nos hace más
"religiosos", sino más "respetuosos", más
"transparentes", más "desprendidos" de todo, más
"buenas personas" siempre, nos pase lo que nos pase en la vida.
2.
Pero a lo dicho, hay que añadir: la "bondad" no puede suplir
al "derecho". No podemos vivir a merced de la posible bondad de los
demás. En una sociedad, bien organizada
y gestionada, todas las personas han de tener derechos garantizados, de tal
modo que, si alguien se ve atropellado en esos derechos, pueda poner una
demanda judicial, con las debidas garantías de lograr aquello a lo que en
justicia tiene derecho.
En las sociedades antiguas, la
seguridad de las personas dependía de la "bondad". En la sociedad
actual, a la bondad hay que añadir el "derecho". Por eso, la primera
forma de bondad actual es
luchar por los derechos de todos, o sea, que no
haya personas "sin papeles". Y
derechos en la "igualdad" de
todos.
Como bien ha escrito el profesor
Ferrajoli: tal como están las cosas, debemos aspirar a "la ley del más
débil".
3.
Y otra observación capital: la bondad antigua se centraba en el
"desinterés" y el "desprendimiento". Hoy sigue siendo tan
necesario como entonces.
Pero a eso hay que añadir la
"responsabilidad" en la mejor distribución de la riqueza y la
"productividad" mediante el rendimiento en el trabajo. Solo así
podemos dominar la "codicia", raíz de tantos males.
Dulce
Nombre de María
Ha
sido Lucas en su evangelio quien nos ha dicho el nombre de la doncella que va a
ser la Madre de Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María,
traducido del hebreo "Miriam", significa, Doncella, Señora, Princesa.
Estrella
del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris stella. El
nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan
semejanza fonética con María. También tiene relación con "mirra", que
proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce
incienso y perfume.
En
el Cantar de los Cantares, el esposo visita a la esposa, que le espera con las
manos humedecidas por la mirra. "Yo vengo a mi jardín, hermana y novia
mía, a recoger el bálsamo y la mirra". "He mezclado la mirra con mis
aromas. Me levanté para abrir a mi amado: mis manos gotean perfume de mirra, y
mis dedos mirra que fluye por la manilla de la cerradura". Los Magos
regalan mirra a María como ofrenda de adoración. "Y entrando a la casa,
encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron y abriendo
sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra". La mirra, como María, es
el símbolo de la unión de los hombres con Dios, que se hace en el seno de
María. Maria es pues, el centro de unión de Dios con los hombres. Los lingüistas
y los biblistas desentrañan las raíces de un nombre tan hermoso como María, que
ya llevaba la hermana de Moisés, y muy común en Israel. Y que para los
filólogos significa hermosa, señora, princesa, excelsa, calificativos todos
bellos y sugerentes.
EL NOMBRE
Y LA MISION
En
la Historia de la Salvación es Dios quien impone o cambia el nombre a los
personajes a quienes destina a una misión importante. A Simón, Jesús le dice:
"Tú te llamas Simón. En adelante te llamarás Kefá, Pedro, piedra, roca,
porque sobre esta roca edificaré mi Iglesia". María venía al mundo con la
misión más alta, ser Madre de Dios, y, sin embargo, no le cambia el nombre. Se
llamará, simplemente, MARIA, el nombre que tenía, y cumple todos esos
significados, pues como Reina y Señora la llamarán todas las generaciones.
María, joven, mujer, virgen, ciudadana de su pueblo, esposa y madre, esclava
del Señor. Dulce mujer que recibe a su niño en las condiciones más pobres, pero
que con su calor lo envuelve en pañales y lo acuna. María valiente que no teme
huir a Egipto para salvar a su hijo. Compañera del camino, firme en interceder
ante su hijo cuando ve el apuro de los novios en Caná, mujer fuerte con el
corazón traspasado por la espada del dolor de la Cruz de su Hijo y recibiendo
en sus brazos su Cuerpo muerto. Sostén de la Iglesia en sus primeros pasos con
su maternidad abierta a toda la humanidad. María, humana. María, decidida y
generosa. María, fiel y amiga. María fuerte y confiada. María, Inmaculada,
Madre, Estrella de la Evangelización.
Jesús
Marí Ballester
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