10 de SEPTIEMBRE – MARTES –
23ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 2, 6-15
Hermanos:
Ya
que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded arraigados en él, dejaos
construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento.
Cuidado
con que haya alguno que os capture con esa teoría que es una insulsa patraña
forjada y transmitida por hombres, fundada en los elementos del mundo y no en
Cristo.
Porque
es en Cristo en quien habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y
por él, que es cabeza de todo principado y autoridad, habéis obtenido vuestra
plenitud.
Por
él fuisteis también circuncidados con una circuncisión no hecha por hombres,
cuando os despojaron de los bajos instintos de la carne, por la circuncisión de
Cristo.
Por
el bautismo fuisteis sepultados con él, y habéis resucitado con él, porque
habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos.
Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero
Dios os dio vida en él, perdonándoos todos los pecados. Borró el protocolo que
nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en
medio, clavándolo en la cruz, y, destituyendo por medio de Cristo a los
principados y autoridades, los ofreció en espectáculo público y los llevó
cautivos en su cortejo
Palabra
de Dios.
Salmo:
144, 1-2. 8-9. 10-11
R/. El
Señor es bueno con todos.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre
jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico
en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan
tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/.
Lectura
del santo evangelio según San Lucas (6, 12-19):
Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se
pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus
discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.
A
Simón, a quien llamó Pedro,
y a su hermano Andrés;
a Santiago y Juan,
a Felipe y Bartolomé,
a Mateo y Tomás,
a Santiago de Alfeo y
Simón, llamado Zelotes;
a Judas de Santiago, y a
Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
Bajando
con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos
suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región
costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus
enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban
curados.
Toda
la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Palabra
del Señor
1.
Lo primero que se debe destacar es el hecho de que Jesús, ante una próxima
decisión importante, se retira a una montaña lejana y allí pasa la noche entera
en oración. Jesús no era un asceta, que vivía convencido de que a Dios se le
encuentra alejándose de la convivencia
con la gente. No hay datos para suponer
que esa era la intención de Jesús.
Se comprende que, como hacemos todos
cuando vamos a tomar una decisión importante, buscamos estar aislados, poder
pensar, etc. Pero hay una cosa llamativa: Jesús jamás se fue al Templo a orar. No
quiso eso. Prefirió irse al campo o al monte. A la naturaleza.
En todo caso, hay que pensar en la
concentración total de Jesús en lo único
que él veía como decisivo; hacer las cosas
como Dios quiere que se hagan, no según otras conveniencias o intereses (F.
Bovon).
2.
Lo que Jesús hace, a la mañana siguiente, es elegir a los Doce, cuya
lista
de nombres se indica.
Del conjunto del N. T. se deduce claramente que no puede haber comunidades cristianas
sin responsables (¿dirigentes?). Pero estos no se sitúan ni "sobre"
la comunidad, ni -menos aún-
"frente a" la comunidad.
La designación de los responsables, en
el caso de Jesús, tuvo que ser él mismo quien los designó. Pero no confundamos el momento original fundante con lo que ha sucedido
después. Los Doce que designó Jesús no tuvieron
una pervivencia institucional para siempre.
Sabemos que Judas lscariote se suicidó y fue sustituido por Matías (Hech
1, 15-26).
A partir de Pentecostés, se fueron muriendo,
pero no fueron sustituidos. La llamada "sucesión
apostólica" tiene sus orígenes, por un proceso lento, desde finales del s.
II. Y en cuanto a la forma de designación, durante diez siglos, se hizo
por elección democrática en la que participaba
la comunidad. Fue en el s.
XI (Gregorio VII) cuando el papado se apropió el derecho de designar a los
obispos.
Por lo demás, tanto en Mateo como en Lucas, la enseñanza de Jesús se presenta precedida
de un sumario de curaciones de enfermos y alivio de
sufrimientos y dolencias.
3.
Mientras que el evangelio de Mateo sitúa el sermón programático de
Jesús en un "monte" (Mt 5, 1), Lucas
lo pone en un "llano" (Lc 6, 17). Es discutible esta distinta
ubicación, pero no es indiferente. Mientras que el monte, en
la Biblia, indica el lugar del encuentro con
Dios, Lucas habla de un llano, lugar
del trabajo y de la convivencia.
Por lo demás, tanto en Mateo como en
Lucas, la enseñanza de Jesús se presenta
precedida de un sumario de curaciones de
enfermos y alivio de sufrimientos y dolencias.
El Evangelio "ilumina la
mente", pero antes que eso "remedia el dolor" humano. Ambas cosas
tendrían que ir siempre unidas en la actividad apostólica y pastoral de la
Iglesia.
San Nicolás de Tolentino
En Tolentino, del Piceno, en Italia, san Nicolás, presbítero,
religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que, fraile de rigurosa
penitencia y oración asidua, severo consigo y comprensivo con los demás, se
autoimponía muchas veces la penitencia de los otros.
Vida de San Nicolás
de Tolentino
Nació en 1245 en Fermo (Italia). La mayor parte de su vida la
pasó en el convento agustino de Tolentino, cerca del lugar donde nació.
El hecho de su nacimiento fue una gracia del Santo Nicolás de
Bari a sus padres, Compañón y Amada, que no se resignaban a tener, año tras
año, vacío su hogar; de ahí que agradecidos al santo lo nombraran Nicolás.
Recibió las sagradas Órdenes en el año 1269. Aunque predicaba con
el ejemplo, las buenas prendas de predicador le llevaron de un lado a otro.
Tuvo visión de las almas del Purgatorio que solicitaban sufragios. Guía de
almas muy estimado, llamaba al concurrido confesonario "el lecho de los
moribundos" y siempre estuvo dispuesto a dar el perdón de los pecados,
imponiendo penitencias suaves mientras él se reservaba completarlas después en
su cuarto. Dormía en jergón de paja y tenía como cubierta sólo su manto. Flagelaba
su carne con ásperos instrumentos, reconociendo sus huellas, después de muerto,
los notarios. También, como al Cura de Ars, le maltrató el Demonio muchas
veces, apaleándole, causándole heridas y dejándolo finalmente cojo. Lo mejor de
las limosnas que recibía lo daba a los pobres. Los últimos años de su vida
fueron de mucha enfermedad y aún así, ayudado por un hermano y apoyado en una
muleta, curó de su parálisis a un enfermo con una bendición. Durante varios
días, un meteoro luminoso que alumbraba a todo Tolentino predijo su muerte... y
su gloria en los días últimos de su vida. Una vez muerto, el agua con que
lavaron sus manos se conservó limpia y curandera. Célebre fue, más que otros,
la resurrección de la joven de Fermo. La reliquia de su brazo ha derramado
sangre más de dos docenas de veces.
Resalta en esta vida ejemplar, tan llena de amor de Dios y
dedicación a los hombres, el apoyo fontal que para él fue la Eucaristía. Se
preparaba para la Misa con el dolor de los pecados y la confesión sacramental
incluso diaria. Refieren los testigos tanto religiosos como laicos que no dejó
de celebrar la Santa Misa aún con los achaques de la enfermedad, repetidas
veces se acercaba apoyado en un bastón y otras, llevado en volandas, a peso.
Confortado con el Viático, murió en el 1305.
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