5 de SEPTIEMBRE – JUEVES –
22ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,9-14):
Desde que nos enteramos de vuestra conducta, no dejamos de rezar
a Dios por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su
voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera, vuestra
conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificaréis en toda
clase de obras buenas y aumentará vuestro conocimiento de Dios.
El
poder de su gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y
magnanimidad, con alegría, dando gracias al Padre, que os ha hecho capaces de
compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él
nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su
Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los
pecados.
Palabra
de Dios
Salmo: 97,2-3ab.3cd-4.5-6
R/. El
Señor da a conocer su victoria
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su
justicia:
se acordó de su
misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de
Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro
Dios.
Aclama al Señor, tierra
entera;
gritad, vitoread, tocad.
R/.
Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de
trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír
la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas
que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban
lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la
apartara un poco de tierra.
Desde
la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar,
dijo a Simón:
«Rema
mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón
contestó:
«Maestro,
nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu
palabra, echaré las redes.»
Y,
puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la
red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles
una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al
ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
«Apártate
de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y
es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver
la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan,
hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús
dijo a Simón:
«No
temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos
sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra
del Señor
1.
Es verdad que este relato contiene una auténtica "teofanía" o
"manifestación de Dios".
Aquellos pescadores palparon la
presencia del Trascendente en la inexplicable abundancia de la pesca. Esto es
lo que provocó la impresión y hasta el miedo reverencial de los pescadores.
Encontraron a Dios, no en la religión
del Templo, sino en la abundancia del trabajo productivo. Algo completamente nuevo, inesperado, desconocido, para ellos.
El encuentro con Dios se había desplazado,
de lo sagrado a lo profano. La laicidad del Evangelio empezaba a tomar cuerpo,
forma y fuerza.
2.
El Dios que se revela en Jesús no es un Dios de miedo y sumisión, sino
un
Padre de abundancia y dicha increíble. Esta
"revelación de Dios en Jesús" es el punto de partida de la llamada de
Jesús y del proyecto de Jesús.
Jesús no llama para vivir en la "sumisión
religiosa", sino para contagiar la "abundancia gozosa" de una vida
que produce precisamente abundancia.
3.
Por eso Pedro y sus compañeros, dejándolo todo, lo siguieron (Lc 5, 11).
Ya aparece aquí el concepto, la palabra
y el hecho del "seguimiento" de Jesús.
Este verbo es clave en los evangelios.
A Jesús se le conoce siguiéndole. No se le
conoce estudiando teorías y analizando dogmas, sino compartiendo su forma
de vida. Por eso la cristología está esencialmente
marcada y determinada por el seguimiento de Jesús (J. B. Metz). De forma que el
seguimiento es constitutivo de la cristología.
Ha sido una desgracia, en la Iglesia,
que cuando se sistematizó la cristología, en esta materia tan fundamental del
saber y del vivir cristiano, una cosa tan importante y decisiva, se elaboró más
desde las cartas de Pablo, que desde los evangelios de Jesús. Por eso, los
temas de la divinidad y la redención han tomado más importancia, y han sido
más determinantes, que la humanización
de Dios en Jesús. Y las grandes preocupaciones de Jesús en su vida terrena: la
salud de la gente, la comida de todos unidos, las mejores relaciones
humanas.
Tenemos que rehacer una
"cristología desde el seguimiento".
No se trata de olvidar a san Pablo. Se trata de ponerlo en su sitio. Y al Jesús
histórico en el centro.
Beata Madre Teresa de Calcuta
Macedonia,
1910 - Calcuta, 1997
(Agnes
Gonxha Bojaxhiu; Skopje, actual Macedonia,
1910 - Calcuta, 1997) Religiosa albanesa nacionalizada
india, premio Nobel de la Paz en 1979. Cuando en 1997 falleció la Madre Teresa
de Calcuta, la congregación de las Misioneras de la Caridad contaba ya con más
de quinientos centros en un centenar de países. Pero quizá la orden que fundó,
cuyo objetivo es ayudar a "los más pobres de los pobres", es la parte
menor de su legado; la mayor fue erigirse en un ejemplo inspirador reciente, en
la prueba palpable y viva de cómo la generosidad, la abnegación y la entrega a
los demás también tienen sentido en tiempos modernos.
Nacida
en el seno de una familia católica albanesa, la profunda religiosidad de su
madre despertó en Agnes la vocación de misionera a los doce años. Siendo aún
una niña ingresó en la Congregación Mariana de las Hijas de María, donde inició
su actividad de asistencia a los necesitados. Conmovida por las crónicas de un
misionero cristiano en Bengala, a los dieciocho años abandonó para siempre su
ciudad natal y viajó hasta Dublín para profesar en la Congregación de Nuestra
Señora de Loreto. Como quería ser misionera en la India, embarcó hacia Bengala,
donde cursó estudios de magisterio y eligió el nombre de Teresa para profesar.
Apenas
hechos los votos pasó a Calcuta, la ciudad con la que habría de identificar su
vida y su vocación de entrega a los más necesitados. Durante casi veinte años
ejerció como maestra en la St. Mary's High School de Calcuta. Sin embargo, la
profunda impresión que le causó la miseria que observaba en las calles de la
ciudad la movió a solicitar a Pío XII la licencia para abandonar la orden y
entregarse por completo a la causa de los menesterosos. Enérgica y decidida en
sus propósitos, Santa Teresa de Calcuta pronunció por entonces el que sería el
principio fundamental de su mensaje y de su acción: "Quiero llevar el amor
de Dios a los pobres más pobres; quiero demostrarles que Dios ama el mundo y
que les ama a ellos".
En
1947, como culminación de aquella dilatada lucha liderada por Gandhi, la India
alcanzó la independencia. Un año después, Teresa de Calcuta obtuvo la
autorización de Roma para dedicarse al apostolado en favor de los pobres.
Mientras estudiaba enfermería con las Hermanas Misioneras Médicas de Patna,
Teresa de Calcuta abrió su primer centro de acogida de niños. En 1950, año en
que adoptó también la nacionalidad india, fundó la congregación de las
Misioneras de la Caridad, cuyo pleno reconocimiento encontraría numerosos
obstáculos antes de que Pablo VI lo hiciera efectivo en 1965.
Al
tiempo que su congregación, cuyas integrantes debían sumar a los votos
tradicionales el de dedicarse totalmente a los necesitados, abría centros en
diversas ciudades del mundo, ella atendía a miles de desheredados y moribundos
sin importarle si profesaban el cristianismo u otra religión: "Para
nosotras no tiene la menor importancia la fe que profesan las personas a las
que prestamos asistencia. Nuestro criterio de ayuda no son las creencias, sino
la necesidad. Jamás permitimos que alguien se aleje de nosotras sin sentirse
mejor y más feliz, pues hay en el mundo otra pobreza peor que la material: el
desprecio que los marginados reciben de la sociedad, que es la más insoportable
de las pobrezas."
En
concordancia con estas palabras, Santa Teresa de Calcuta convirtió en el premio
de una rifa un coche descapotable que le dio el papa Pablo VI durante su visita
a la India en 1964 (regalo a su vez de la comunidad católica) y destinó los
fondos recaudados a la creación de una leprosería en Bengala; posteriormente
convencería al papa Juan Pablo II de abrir un albergue para indigentes en el
mismo Vaticano.
El
enorme prestigio moral que la Madre Teresa de Calcuta supo acreditar con su
labor en favor de "los pobres más pobres" llevó a la Santa Sede a
designarla representante ante la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas celebrada
en México en 1975 con ocasión del Año Internacional de la Mujer, donde formuló
su ideario basado en la acción por encima de las organizaciones. Cuatro años
más tarde, santificada no sólo por aquellos a quienes ayudaba sino también por
gobiernos, instituciones internacionales y poderosos personajes, recibió el
premio Nobel de la Paz.
Teresa
de Calcuta: "El
trabajo que hacemos no tiene nada de heroico. Cualquiera que tenga la gracia de
Dios puede hacerlo."
Consciente
del respeto que inspiraba, el papa Juan Pablo II la designó en 1982 para mediar
en el conflicto del Líbano, si bien su intervención se vio dificultada por la
complejidad de los intereses políticos y geoestratégicos del área. Desde
posiciones que algunos sectores de opinión consideraron excesivamente
conservadoras, participó vivamente en el debate sobre las cuestiones más
cruciales de su tiempo, a las que no fue nunca ajena. Así, en mayo de 1983,
durante el Primer Encuentro Internacional de Defensa de la Vida, defendió con
vehemencia la doctrina de la Iglesia, conceptiva, antiabortista y contraria al
divorcio.
En
1986 recibió la visita de Juan Pablo II en la Nirmal Hidray o Casa del Corazón
Puro, fundada por ella y más conocida en Calcuta como la Casa del Moribundo. En
el curso de los años siguientes, aunque mantuvo su mismo dinamismo en la lucha
para paliar el dolor ajeno, su salud comenzó a declinar y su corazón a
debilitarse. En 1989 fue intervenida quirúrgicamente para implantarle un
marcapasos, y en 1993, tras ser objeto de otras intervenciones, contrajo la
malaria en Nueva Delhi, enfermedad que se complicó con sus dolencias cardíacas
y pulmonares.
Finalmente,
tras superar varias crisis, cedió su puesto de superiora a sor Nirmala, una
hindú convertida al cristianismo. Pocos días después de celebrar sus 87 años
ingresó en la unidad de cuidados intensivos del asilo de Woodlands, en Calcuta,
donde falleció. Miles de personas de todo el mundo se congregaron en la India
para despedir a la Santa de las Cloacas. Seis años después de su muerte, en
octubre de 2003, y coincidiendo con la celebración del 25º aniversario del
pontificado de Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta fue beatificada en una
multitudinaria misa a la que acudieron fieles de todas partes del mundo. A
finales de 2015, el Vaticano aprobó su canonización; el 4 de septiembre de
2016, ante más de cien mil fieles congregados en la plaza de San Pedro, el papa
Francisco ofició la ceremonia que elevaba a los altares a Santa Teresa de
Calcuta, cuya festividad (5 de septiembre), incorporada al santoral católico,
se celebró por primera vez al día siguiente.
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