12 DE MARZO – JUEVES –
2 – SEMANA DE CUARESMA – A –
Lectura
del libro de Jeremías (17,5-10):
Esto dice el Señor:
ESTO dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre, y
busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa,
que nunca recibe la lluvia;
habitará en un árido desierto,
tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces;
no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía
no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto.
Nada hay más falso y enfermo
que el corazón: ¿quién lo conoce?
Yo, el Señor, examino el corazón,
sondeo el corazón de los hombres
para pagar a cada cual su conducta según
el fruto de sus acciones».
Palabra de Dios
Salmo:
1,1-2.3.4.6
R/.
Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los
cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los
justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada
día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de
llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían
las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de
Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio
de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su
seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta
del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez,
males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que
los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco
pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo
cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos
vengan a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.
Pero él le dijo:
“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.
Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque
resucite un muerto”».
Palabra del Señor
1.
Se puede asegurar que esta parábola es una de las más características en
el conjunto de las parábolas evangélicas. Porque en ella se lleva hasta el
extremo el "corte" con lo normal o cotidiano. Un corte, en el que el
"elemento de sorpresa o de estupor" (D. O. Via) rebasa el realismo de
lo que vivimos o, mejor dicho, de lo que nos imaginamos que vivimos. Y es que,
en esta historia, la "extravagancia" o la "impertinencia"
del relato (P. Ricoeur) nos lleva a darnos de cara con una situación tan
extraña, que da qué pensar (W. Harnisch). Y así nos enfrenta a la brutal
contradicción de nuestro tiempo y de nuestra rebelde "civilización".
2.
La cosa se comprende enseguida. El rico "epulón", es decir, el
que "come y se regala mucho", sigue vivo. Y ha llegado al exceso de
sus orgías. No es ningún individuo en concreto. Es nuestro sistema
económico.
Si por algo se caracteriza este
sistema es por la desigualdad que produce entre los habitantes del planeta. Por
eso se puede afirmar que se trata de una "economía canalla" (Loretta
Napoleoni).
Sabemos que hoy en día, el 1% de la población
mundial acumula más riqueza que el 99% de los seres humanos que vivimos en el
planeta Tierra (Oxfam; Credit Suisse).
Ya no se trata del rico epulón contra
el pobre Lázaro. Lo terrible es que el rico epulón tiene más riqueza que todo
el resto de la humanidad entera, si la cuenta se hace en tantos por ciento. Así
estamos ahora mismo.
3.
"Economía" viene de "oikos" ("casa") y
"nomos" ("norma"). La economía es la "norma de la
casa". En la "aldea global", que es nuestro mundo", nuestra
casa, la norma que lo regula todo ha dispuesto que una minoría de la población
mundial podamos comer en exceso y vestirnos de acuerdo con lo que las marcas y
las pasarelas disponen cada temporada, al tiempo que se nos televisan en
directo las guerras, los atentados terroristas, los terremotos, los tsunamis,
las hambrunas, los campamentos de refugiados.
Todo eso es Lázaro lamido en sus carnes
por perros asquerosos. Y lo peor es que no sabemos qué demonios tiene este
sistema, pero el hecho es que nuestra indiferencia ante la agonía de mil
millones de criaturas es exactamente igual que la indiferencia del rico aquel
el día que Lázaro se murió en su portal. Y conste que la enseñanza final es lo
más tremendo que hay en esta parábola: Quienes disfrutan de la riqueza, viven
tan obsesionados con seguir en su bienestar que, aunque llegue el día en que se
levanten los muertos de los cementerios y vengan a decirnos que esto no puede
seguir así, no les haremos caso.
Cuando, según el evangelio de Juan,
Jesús resucitó a Lázaro, los dirigentes del Sanedrín, en Jerusalén, en vez de
convertirse, lo que decidieron fue matar a Jesús (Jn 11).
La parábola de Lucas se cumplió en
Juan al pie de la letra. EL EVANGELIO AVISA.
SAN SIMEON EL TEÓLOGO
Nuevo Teólogo
(949–1022)
San Simeón el
Nuevo Teólogo (949–1022) es el último de los tres santos de la Iglesia
Ortodoxa al que se dio el título de teólogo de ahí que también recibiera el
adjetivo de «Nuevo». Los otros son san Juan el Apóstol y san Gregorio
Nacianceno. San Simeón fue un poeta que personificó la tradición hesicasta
mística. Escribió que los seres humanos podían y debían experimentar a Dios
directamente. Sus obras influyeron en la controversia hesicasta del siglo XIV.
Su discípulo más famoso fue Nicetas Estetatos, su ayudante de celda, que
también escribió su vida.
Nacido en Galacia, Paflagonia, su padre le preparó una educación en
Constantinopla en la vida oficial. Fue más tarde asignado como cortesano para
atender al emperador Basilio. Abandonó su vida como cortesano para retirarse a
un monasterio a la edad de 27 años bajo el Viejo Simeón el Pío en el Monasterio
de Studion. Más tarde se convirtió en abad del monasterio de San Mamés en
Constantinopla.
La estricta disciplina monástica que pretendía Simeón dolió a algunos en el
monasterio. Un día, después de la liturgia algunos de los monjes le atacaron y
casi le mataron. Después fueron expulsados del monasterio y Simeón pidió que se
los tratara con lenidad. También de las autoridades eclesiásticas Simeón
padeció una severa oposición que encontraba sus obras suficientemente
fastidiosas para excluirle de Constantinopla. Así que abandonó la ciudad y
residió en el monasterio de Santa Makrina cruzando el Bósforo. Con el tiempo se
hizo un recluso.
Simeón no estaba educado en filosofía griega, pero sabía bastante de la vida
de la iglesia. A menudo hablaba a partir de su experiencia personal directa y a
veces atacó a algunos eruditos a quienes veía como personas que pretendían
tener un conocimiento del que carecían.
Algunas de las obras de Simeón fueron: Discursos catecúmenos, Himnos de Amor
divino y los Tres Discursos teológicos.
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