martes, 10 de marzo de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 DE MARZO – JUEVES – 2 – SEMANA DE CUARESMA – A – SAN SIMEON EL TEÓLOGO





12 DE MARZO – JUEVES –
2 – SEMANA DE CUARESMA – A –

Lectura del libro de Jeremías (17,5-10):

Esto dice el Señor:

ESTO dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa,
que nunca recibe la lluvia;
habitará en un árido desierto,
tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto.
Nada hay más falso y enfermo
que el corazón: ¿quién lo conoce?
Yo, el Señor, examino el corazón,
sondeo el corazón de los hombres
para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus acciones».

Palabra de Dios

Salmo: 1,1-2.3.4.6

R/. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor

V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.
Pero él le dijo:
“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.
Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

Palabra del Señor

1.  Se puede asegurar que esta parábola es una de las más características en el conjunto de las parábolas evangélicas. Porque en ella se lleva hasta el extremo el "corte" con lo normal o cotidiano. Un corte, en el que el "elemento de sorpresa o de estupor" (D. O. Via) rebasa el realismo de lo que vivimos o, mejor dicho, de lo que nos imaginamos que vivimos. Y es que, en esta historia, la "extravagancia" o la "impertinencia" del relato (P. Ricoeur) nos lleva a darnos de cara con una situación tan extraña, que da qué pensar (W. Harnisch). Y así nos enfrenta a la brutal contradicción de nuestro tiempo y de nuestra rebelde "civilización".

2.  La cosa se comprende enseguida. El rico "epulón", es decir, el que "come y se regala mucho", sigue vivo. Y ha llegado al exceso de sus orgías. No es ningún individuo en concreto. Es nuestro sistema económico. 
Si por algo se caracteriza este sistema es por la desigualdad que produce entre los habitantes del planeta. Por eso se puede afirmar que se trata de una "economía canalla" (Loretta Napoleoni).
Sabemos que hoy en día, el 1% de la población mundial acumula más riqueza que el 99% de los seres humanos que vivimos en el planeta Tierra (Oxfam; Credit Suisse).
Ya no se trata del rico epulón contra el pobre Lázaro. Lo terrible es que el rico epulón tiene más riqueza que todo el resto de la humanidad entera, si la cuenta se hace en tantos por ciento. Así
estamos ahora mismo.

3.  "Economía" viene de "oikos" ("casa") y "nomos" ("norma"). La economía es la "norma de la casa". En la "aldea global", que es nuestro mundo", nuestra casa, la norma que lo regula todo ha dispuesto que una minoría de la población mundial podamos comer en exceso y vestirnos de acuerdo con lo que las marcas y las pasarelas disponen cada temporada, al tiempo que se nos televisan en directo las guerras, los atentados terroristas, los terremotos, los tsunamis, las hambrunas, los campamentos de refugiados.
Todo eso es Lázaro lamido en sus carnes por perros asquerosos. Y lo peor es que no sabemos qué demonios tiene este sistema, pero el hecho es que nuestra indiferencia ante la agonía de mil millones de criaturas es exactamente igual que la indiferencia del rico aquel el día que Lázaro se murió en su portal. Y conste que la enseñanza final es lo más tremendo que hay en esta parábola: Quienes disfrutan de la riqueza, viven tan obsesionados con seguir en su bienestar que, aunque llegue el día en que se levanten los muertos de los cementerios y vengan a decirnos que esto no puede seguir así, no les haremos caso.
Cuando, según el evangelio de Juan, Jesús resucitó a Lázaro, los dirigentes del Sanedrín, en Jerusalén, en vez de convertirse, lo que decidieron fue matar a Jesús (Jn 11).
La parábola de Lucas se cumplió en Juan al pie de la letra. EL EVANGELIO AVISA.

SAN SIMEON EL TEÓLOGO


Nuevo Teólogo
(949–1022)

San Simeón el Nuevo Teólogo (949–1022) es el último de los tres santos de la Iglesia Ortodoxa al que se dio el título de teólogo de ahí que también recibiera el adjetivo de «Nuevo». Los otros son san Juan el Apóstol y san Gregorio Nacianceno. San Simeón fue un poeta que personificó la tradición hesicasta mística. Escribió que los seres humanos podían y debían experimentar a Dios directamente. Sus obras influyeron en la controversia hesicasta del siglo XIV. Su discípulo más famoso fue Nicetas Estetatos, su ayudante de celda, que también escribió su vida.
Nacido en Galacia, Paflagonia, su padre le preparó una educación en Constantinopla en la vida oficial. Fue más tarde asignado como cortesano para atender al emperador Basilio. Abandonó su vida como cortesano para retirarse a un monasterio a la edad de 27 años bajo el Viejo Simeón el Pío en el Monasterio de Studion. Más tarde se convirtió en abad del monasterio de San Mamés en Constantinopla.
La estricta disciplina monástica que pretendía Simeón dolió a algunos en el monasterio. Un día, después de la liturgia algunos de los monjes le atacaron y casi le mataron. Después fueron expulsados del monasterio y Simeón pidió que se los tratara con lenidad. También de las autoridades eclesiásticas Simeón padeció una severa oposición que encontraba sus obras suficientemente fastidiosas para excluirle de Constantinopla. Así que abandonó la ciudad y residió en el monasterio de Santa Makrina cruzando el Bósforo. Con el tiempo se hizo un recluso.
Simeón no estaba educado en filosofía griega, pero sabía bastante de la vida de la iglesia. A menudo hablaba a partir de su experiencia personal directa y a veces atacó a algunos eruditos a quienes veía como personas que pretendían tener un conocimiento del que carecían.
Algunas de las obras de Simeón fueron: Discursos catecúmenos, Himnos de Amor divino y los Tres Discursos teológicos.


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