lunes, 30 de marzo de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 31 DE MARZO – MARTES – 5 – SEMANA DE CUARESMA – A – SAN BENJAMÍN






31 DE MARZO – MARTES –
5 – SEMANA DE CUARESMA – A –
SAN BENJAMÍN

Lectura del libro de los Números (21,4-9):

EN aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edón.
El pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia».
El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.

Palabra de Dios

Salmo: 101,2-3.16-18.19-21

R/. Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti

V/. Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco,
escúchame enseguida. R/.

V/. Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.

V/. Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (8,21-30):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor

1.  Lo que Jesús deja claro aquí es que su propia manera de pensar y su conducta eran copia exacta de lo que piensa el Padre y de lo que hace el Padre.
Es decir, los criterios de Jesús y lo que hacía Jesús se adecuaban a los criterios de Dios y a lo que hace Dios. Y eso justamente es lo que los fariseos no entendían. Ni se enteraban de lo que allí estaba en juego. Lo cual quiere decir que se puede ser muy religioso y un estricto observante, pero sin embargo no tener ni idea de lo que Dios piensa, lo que Dios quiere y lo que Dios hace.

2.  Jesús explica diciendo: "vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo". 
No se trata de que los fariseos fueran de la tierra, en tanto que Jesús era del cielo. No se trata de eso. La palabra "mundo" traduce, que significa el "orden" que los hombres hemos inventado para que funcione este mundo como nos conviene y nos interesa.
Un elemento del "orden presente" es la religión. Normalmente, a las religiones les conviene entenderse bien con el "orden de este mundo". Por eso, los que se identifican, sin más, con las religiones, por eso se incapacitan para entender a Dios: pertenecen a "este mundo".

3.  Jesús no es de "este mundo". ¿En qué sentido?
Esto entraña dos enseñanzas capitales. En primer lugar, Jesús no vino como llovido del cielo. Jesús fue un judío nacido y educado en Galilea. Pero Jesús no se identificó con el "orden de este mundo".  Jesús pensaba como piensa Dios y vivía como Dios quiere que vivamos.
Cuando en la vida no tenemos un referente último; y cuando carecemos de una motivación última, nos acomodamos a "este orden". Así no es posible creer en Dios, ni en Jesús tampoco. Por muy religiosos y observantes que seamos, como les ocurría a los fariseos aquellos.
Pero, en estas palabras de Jesús, hay una segunda enseñanza, que es la que va al fondo del problema.
Se trata de recordar, una vez más, que Jesús es la revelación de Dios. Por eso él dice que "no es de este mundo".
Jesús es la revelación "inmanente" del Dios "trascendente". Jesús nos da a conocer en este mundo lo que no pertenece a este mundo.  Y quien vive como vivió Jesús, ese es el que reproduce la misión que cumplió Jesús como revelador del Padre. O sea, damos a conocer a Dios viviendo como vivió Jesús.

SAN BENJAMÍN


San Benjamín fue un diácono que vivió en la antigua región de Persia (hoy Irán) y formó parte de un grupo de cristianos mártires durante la larga persecución iniciada por el rey del Imperio sasánida Iezdegerd I, y que terminó con su hijo y sucesor Vararane V.
El santo fue un joven de gran celo apostólico, elocuente para predicar y caritativo con los necesitados. Además, logró muchas conversiones, incluso de los sacerdotes seguidores de Zaratustra, profeta fundador del mazdeísmo.
Si bien el rey Iezdigerd I detuvo la persecución de cristianos llevada a cabo por su padre Sapor II, este mandó a destruir todas sus iglesias cuando un sacerdote cristiano de nombre Hasu, junto a sus allegados, incendiaron el “templo del fuego”, principal objeto del culto de los persas.
Por ello fueron arrestados el Obispo Abdas, los presbíteros Hasu y Isaac, un subdiácono y dos laicos. Después fueron condenados a muerte por negarse a reconstruir el templo y se inició una persecución general que duró cuarenta años.
estos mártires se suma el diácono Benjamín, quien fue golpeado y después encarcelado por 1 año pese a no haber participado del incendio. Salió en libertad gracias al embajador de Constantinopla, quien prometió que el santo se abstendría de hablar acerca de su religión.
Sin embargo, Benjamín continuó predicando el Evangelio por lo que fue nuevamente detenido y llevado ante el rey, quien lo sometió a crueles torturas, siendo luego decapitado.
El diácono fue martirizado cerca del 420 en Ergol (Persia) por predicar insistentemente la palabra de Dios. Dos años más tarde con la victoria del emperador del Imperio romano de Oriente, Teodosio II, sobre Vararane V, se estableció la libertad de culto para los cristianos de Persia.
La Iglesia conmemora a este santo diácono el 31 de marzo.

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