19 DE MARZO – JUEVES –
3 – SEMANA DE CUARESMA – A –
SAN JOSE.
Esposo de la
Virgen María
Lectura
del segundo libro de Samuel (7,4-5a.12-14a.16):
En
aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
- «Ve
y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan
cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia
que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. El construirá una casa
para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré
para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre
en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”».
Salmo:
88,2-3.4-5.27.29
R/.
Su linaje será perpetuo
Cantaré
eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por
todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia
es un edificio eterno,
más que el cielo has
afianzado tu fidelidad.» R.
Sellé
una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje
perpetuo,
edificaré tu trono para todas
las edades.» R.
El me
invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios,
mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi
favor,
y mi alianza con él será
estable. R.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,13.16-18):
Hermanos:
No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la
que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo.
Por
eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada
para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino
también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros.
Así,
dice la Escritura:
«Te
hago padre de muchos pueblos.»
Al
encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo
que, no existe, Abrahán creyó.
Apoyado
en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de
muchas naciones, según lo que se le había dicho:
«Así
será tu descendencia.»
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a):
Jacob
engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El
nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba
desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo
por obra del Espíritu Santo.
José,
su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en
secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un
ángel del Señor que le dijo:
-
«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le
pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando
José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
1. Como
se ha dicho tantas veces, los relatos de los evangelios (Mt y Lc), sobre la
infancia de Jesús, tienen un valor histórico que plantea serias dudas.
El
"comienzo" (arché) del Evangelio, según el más antiguo de los
evangelios, el de Marcos (1, 1), se sitúa en la vida pública y el ministerio
apostólico de Jesús, que tiene su preparación en la predicación y el bautismo
de Jesús en el Jordán (Mc 1, 2 ss, Mt 3, Lc 3, Jn 1).
Por otra parte,
sabemos que los vecinos del pueblo de Jesús, Nazaret, no se explicaban cómo
podía saber lo que sabía y tener la influencia que tenía. Y hasta ni creían en
él o lo tenían por un loco o un tipo peligroso (Mc 3, 21; 6, 1-6; Lc 4, 28-30).
- ¿Cómo se explica
que los mismos vecinos que sabían las maravillas de la infancia de Jesús, a los
pocos años pensaran así de él?
2. En
todo caso, la figura de José, y lo que la Iglesia enseña sobre él, nos viene a
decir que Jesús vino a este mundo por una especial y singular providencia de
Dios, el Padre al que Jesús invocó constantemente durante su vida y en su
predicación.
En el fondo, la
figura de José nos explica que, si Jesús fue tan singular y tan perfecto en su
humanidad, eso se debe y se explica por la relación única que Jesús tuvo con el
Padre, desde su mismo origen y su concepción en el seno
materno de María. Es la forma que los humanos hemos encontrado para explicar la
singularidad de Jesús.
3. Pero
esto no nos debería llevar a "idealizar" la imagen de José. Ya
sabemos que, en su pueblo, en su casa y en su familia, no creían en
Jesús. Como sabemos, los vecinos de Nazaret, al oír a Jesús, se
preguntaban:
- ¿Pero no es
este el hijo de José? (Lc 4, 22).
Si Jesús
predicó, en la sinagoga de Nazaret, contra el nacionalismo fanático (Lc 4,
24-27), y eso provocó la pregunta sobre el "hijo de José", sin duda
es que José estaba entre los luchadores contra la invasión extranjera (de Roma)
en Palestina.
José fue un
hombre justo y un luchador por la libertad de su pueblo y de su patria.
SAN JOSE
Esposo de
María, madre de Jesús.
Descendiente
de David, José era el padre putativo de Jesús, a cuyo nacimiento asistió en
Belén. Vivió en Nazaret ejerciendo el oficio de carpintero y, al parecer, murió
antes de que comenzase la vida pública de Jesús. Su culto, extendido en Oriente
antes del siglo V, no llegó a Occidente hasta la Edad Media. En 1870 fue
proclamado patrón de la Iglesia universal; es también patrono de los
carpinteros y de los moribundos.
Dentro
del cristianismo, San José encarna las virtudes de la honestidad, el amor al
trabajo y la fe inquebrantable en Dios. Los hechos relativos a la vida de San
José aparecen en los Evangelios, sobre todo en los de San Mateo y San Lucas.
Descendiente de la casa del rey David, José se casó con María, pero, antes de
que cohabitasen, supo que María había concebido un hijo.
San
José, «como era realmente bueno y no quería denunciarla, determinó repudiarla
en secreto» (Mateo 1:19). Sin embargo, un ángel se le apareció en sueños y le
reveló que el hijo que María tenía en su seno había sido concebido por obra del
Espíritu Santo.
Tras
el nacimiento de Jesús en Belén, San José, avisado de nuevo por un ángel, tomó
a Jesús y a la Virgen María y los condujo a Egipto para huir de la furia del
rey de Judea, Herodes el Grande. A la muerte del monarca, y después de una
nueva revelación del ángel, San José retornó a su país; pero, por temor al
sucesor de Herodes, la familia no se estableció en Belén, sino en Nazaret de
Galilea. Allí San José ejerció su oficio de carpintero.
Los
evangelios citan por última vez a San José en el episodio (narrado por San
Lucas) en el que Jesús se perdió durante una visita a Jerusalén, y fue hallado
por sus padres en el templo, discutiendo con los doctores. Nada cierto se sabe
acerca de la muerte de San José, aunque por la narración evangélica parece
probable que fuera antes de que Jesús iniciara su vida pública.
El
culto a San José comenzó posiblemente entre las comunidades cristianas de
Egipto. En Occidente fueron los servitas, una orden mendicante, quienes en el
siglo XIV comenzaron a festejar el 19 de marzo como la fecha de la muerte de
San José, y esta devoción tendría luego impulsores como el papa Sixto IV y la
mística española Santa Teresa de Jesús. El papa Pío IX lo declaró patrono de la
Iglesia universal el año 1870. Casi cien años después, en 1955, Pío XII
instituyó la fiesta de San José Obrero el 1 de mayo.
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