4 DE MARZO – MIÉRCOLES –
1 – SEMANA DE CUARESMA – A –
SAN CASIMIRO
Lectura
de la profecía de Jonás (3,1-10):
EL Señor dirigió la palabra a Jonás:
«Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el
mensaje que yo te comunicaré».
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive
era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla. Jonás empezó a
recorrer la ciudad el primer día, proclamando:
«Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada».
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con
rudo sayal, desde el más importante al menor.
La noticia llegó a oídos del rey de Nínive, que se levantó de su trono, se
despojó del manto real, se cubrió con rudo sayal y se sentó sobre el polvo.
Después ordenó proclamar en Nínive este anuncio de parte del rey y de sus
ministros:
«Que hombres y animales, ganado mayor y menor no coman nada; que no pasten
ni beban agua. Que hombres y animales se cubran con rudo sayal e invoquen a
Dios con ardor. Que cada cual se convierta de su mal camino y abandone la
violencia. ¡Quién sabe si Dios cambiará y se compadecerá, se arrepentirá de su
violenta ira y no nos destruirá!».
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se
arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la
ejecutó.
Palabra de Dios
Salmo:
50,3-4.12-13.18-19
R/.
Un corazón quebrantado y humillado,
tú,
Dios mío, no lo desprecias
V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
V/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
V/. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo
querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.
Lectura
del santo evangelio segun san Lucas (11,29-32):
EN aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de
Jesús,
y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le
dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los
habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta
generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la
tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que
Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y
harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de
Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Palabra del Señor
1. Lo
primero, que se ha de tener en cuenta al leer este evangelio, es el termino
clave que explica todo lo demás: la palabra "generación" (geneá), que
se repite cinco veces en este texto. Además, se califica como "generación
perversa". Una palabra dura y condenatoria.
El origen de este
rechazo está en la llamada fuente Q, que dirige su polémica contra Israel al
que califica como la última generación antes del fin de este mundo (V. Hasler).
Se trata de un tema
que ya estaba presente en la literatura más pesimista del judaísmo llamado
apocalíptico, en el que se habla de una "generación apóstata" (Hen
93, 8) o de una "última generación" (1Qp-Hab 2, 6s).
2. Esta idea, tan pesimista, se recoge en algunos
textos de los evangelios: en Mt 11, 16 y Lc 7, 31, la parábola de los niños que
representan al pueblo que no escucha a Jesús; y en Mt 23, 36 hay un lamento
sobre la sabiduría menospreciada por esta generación. Un tema que ya está
presente en la literatura sapiencial judía (Prov 1, 24 ss; Bar 3, 12 s; Hen 93,
8; 94,5; 4 Esd 5, 9 s). No es de extrañar que Mt 12, 39 habla de
"generación malvada" y Mt 16, 4 de "generación adúltera".
3. No parece probable que Jesús utilizase este
lenguaje para dirigirse al pueblo humilde de Galilea. Más bien, cabe pensar que
en el cristianismo primitivo hubo una corriente influyente motivada por el
antisemitismo, cosa
que ha causado enormes sufrimientos a los judíos
dispersos por el mundo. Y en nada ha beneficiado al cristianismo.
Y es que, cuando
las religiones, en lugar de unir a los humanos, lo que hacen es crear
resentimientos y divisiones, alejan a la gente de Dios y no hacen sino dañar a
la condición humana, que tanto necesita unión y concordia.
El mejor propósito,
que deberíamos sacar de este relato evangélico, es desterrar de nuestro
lenguaje, de nuestras ideas y de nuestras creencias, cualquier forma de
pensamiento que nos enfrente o nos aleje en nuestras relaciones con los demás,
sean quien sean.
SAN CASIMIRO
San Casimiro de Polonia
(año 1484)
(año 1484)
En su idioma,
el polaco, Casimiro significa: "el que impone la paz". (Kas =
imponer, Mir = paz).
Casimiro
nació en 1458 en Cracovia. Era el tercero de los trece hijos de Casimiro, rey
de Polonia. Muchos santos han salido de familias muy numerosas, y de esta clase
de familias llegan a la Iglesia Católica excelentes vocaciones.
Su madre
Isabel, hija del emperador de Austria, era una fervorosa católica y se esmeró
con toda el alma porque sus hijos fueran también entusiastas practicantes de la
religión. Ella en una carta a una amiga hace una formidable lista de las
cualidades que debe tener una buena madre, y seguramente que esas cualidades
fueron las que practicó con sus propios hijos.
Y además
de la educación que le dieron sus padres, Casimiro tuvo la gran suerte de que
el rey le consiguió dos maestros que eran buenísimos educadores. El Padre Juan
y el profesor Calímaco. El Padre Juan era Polaco y dejó fama de ser muy sabio y
muy santo, pero su mayor honor le viene de haber sido el que encaminó a San
Casimiro hacia una altísima santidad. El Profesor Calímaco era un gran sabio
que había sido secretario del Papa Pío II, y después estuvo 30 años en la corte
del rey de Polonia ayudándole en la instrucción de los jóvenes. Calímaco dijo:
"Casimiro es un adolescente santo", y el Padre Juan escribió también:
"Casimiro es un joven excepcional en cuanto a virtud".
Claro está
que no basta con recibir una buena educación de parte de los papás y tener
buenos profesores, sino que es necesario que el joven ponga de su parte todo el
empeño posible por ser bueno. Pues de los otros doce hermanos de Casimiro, que
tuvieron los mismos profesores, ninguno llegó a la santidad, y algunos hasta
dieron malos ejemplos. En cambio, nuestro santo llegó a unas alturas de virtud
que admiraron a los que lo conocieron y lo trataron.
Dicen los
biógrafos de San Casimiro que su más grande anhelo y su más fuerte deseo era
siempre agradar a Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las
pasiones sensuales mancharan su alma. Siendo hijo del rey, sin embargo, vestía
muy sencillamente, sin ningún lujo. Se mortificaba en el comer, en el beber, en
el mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba
por no tomar licor. Y esto en un palacio real donde las gentes eran bastante
inclinadas a una vida fácil y de muchas comodidades y comilonas.
Para Casimiro el centro de su
devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo. En aquellos tiempos los maestros
espirituales insistían frecuentemente en que para ser fervoroso y crecer en el
amor a Dios aprovecha muchísimo el meditar en la Pasión de Jesucristo. Nuestro
santo pasaba mucho tiempo meditando en la Agonía de Jesús en el Huerto y en los
azotes que padeció, como también en la coronación de espinas y las bofetadas
que le dieron a Nuestro Señor. Ratos y ratos se estaba pensando en la subida de
Jesús al Calvario y en las cinco heridas del crucificado, y meditando en el
amor que llevó a Jesús a sacrificarse por nosotros. Le gustaban los cristos muy
sangrantes, y ante un crucifijo se quedaba tiempos y tiempos meditando,
suplicando y dando gracias.
Otra gran
devoción de Casimiro era la de Jesús Sacramentado. Como durante el día estaba
sumamente ocupado ayudando a su padre a gobernar el Reino de Polonia y de
Lituania, aprovechaba el descanso y el silencio de las noches para ir a los
templos y pasar horas y horas adorando a Jesús en la Santa Hostia.
Sus
preferidos eran los pobres. La gente se admiraba de que, siendo hijo de un rey,
nunca ni en sus palabras ni en su trato se mostraba orgulloso o despreciador
con ninguno, ni siquiera con los más miserables y antipáticos. Un biógrafo
(enviado por el Papa León X a recoger datos acerca de él) afirma que la caridad
de Casimiro era casi increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Que el
amor tan grande que le tenía a Dios, lo llevaba a amar inmensamente al prójimo,
y que nada le era tan agradable y apetecible como la entrega de todos sus
bienes en favor de los más necesitados, y no sólo de sus bienes materiales,
sino de su tiempo, sus energías, de su influencia respecto a su padre y de su
inteligencia. Que prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los
extranjeros que no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Que
defendía a los miserables y por eso el pueblo lo llamaba "el defensor de
los pobres".
Su padre quiso casarlo con la hija
del
Emperador
Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la Virgen Santísima
conservarse en perpetua castidad. Y renunció a tan honroso matrimonio.
Los
secretarios y otras personas que vivieron con Casimiro durante varios años
estuvieron todos de acuerdo en afirmar que lo más probable es que este santo
joven no cometió ni un solo pecado grave en toda su vida. Y esto es tanto más
admirable en cuanto que vivía en un ambiente de palacio de gobierno donde
generalmente hay mucha relajación de costumbres. La gente se admiraba al ver que
un joven de veinte años observaba una conducta tan equilibrada y seria como si
ya tuviera sesenta.
A su
padre el rey le advertía con todo respeto, pero con mucha valentía, las fallas
que encontraba en el gobierno, especialmente cuando se cometían injusticias
contra los pobres. Y el papa atendía con rapidez a sus peticiones y trataba de
poner remedio.
Casimiro llegó lo mismo que San Luis
Gonzaga, San Gabriel de la Dolorosa, San Estanislao de Koska, San Juan
Berchmans, y Santa Teresita de Jesús, a una gran santidad, en muy pocos años.
Se enfermó de tuberculosis, y el 4
de marzo de 1484, a la corta edad de 26 años, murió santamente dejando en todos
los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en Vilma,
capital de Lituania.
A los 120 años de enterrado abrieron
su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera recién
enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio donde
lo habían sepultado era muy húmedo.
Sobre su
pecho encontraron una poesía a la Stma. Virgen, que él había recitado
frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a
enterrar. Esa poesía que él había propagado mucho empieza así:
Cada día alma
mía, di a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás,
etc., etc.
Hasta después
de muerto quería que en su sepulcro se honrara a la Virgen María a quien le
tuvo inmensa devoción durante toda su vida.
San Casimiro trabajó incansablemente
por extender la religión católica en Polonia y Lituania, y estas dos naciones
han conservado admirablemente su fe católica, y aún en este tiempo cuando las
gentes ven que está en peligro su religión, invocan al santo joven que fue tan
entusiasta por nuestra religión. Y él demuestra con verdaderos prodigios lo
mucho que intercede ante Dios en favor de los que lo invocan con fe.
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