miércoles, 4 de marzo de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 5 DE MARZO – JUEVES – 1 – SEMANA DE CUARESMA – A – SAN ADRIAN




5 DE MARZO – JUEVES –
1 – SEMANA DE CUARESMA – A –
SAN ADRIAN

Lectura del libro de Ester (14,1.3-5.12-14):

EN aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor.
Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo:
«¡Bendito seas, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque me acecha un gran peligro.
Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él.
Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación».

Palabra de Dios

Salmo: 137,1-2a.2bc.3.7c-8

R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

V/. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R/.

V/. Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

V/. Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-12):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor

1.  La oración de petición y súplica es una de las manifestaciones más claras y frecuentes que se producen en la experiencia religiosa.
Los estudiosos de la historia y la fenomenología de las religiones, aunque discuten sobre el origen último del fenómeno religioso, todos coinciden en que la oración (de una forma o de otra) no falta en ninguna de las tradiciones religiosas de la humanidad, siempre que hablemos de las religiones que nos son conocidas por la historia, no de las religiones prehistóricas.
Como se ha dicho de la religión más antigua que se conoce como religión organizada, la de Mesopotamia, desde el momento en que el hombre cree tener por encima de él unos Señores o Patronos a los que atribuye la omnipotencia y la facultad de intervenir en el mundo, ha sido inevitable que los humanos, en caso de necesidad, se vuelven hacia sus Señores del cielo, para tenerlos como protectores o interlocutores (J. Bottéro).

2.  Por otra parte, la indigencia y la debilidad humanas son una experiencia que a los mortales nos acompaña siempre y de la que no podemos desprendernos.  En estas condiciones, es lógico y es humano, recurrir con deseos, anhelos y súplicas a quien, de forma más o menos confusa, creemos que puede socorrernos o resolver una situación apurada. Por eso se ha dicho tantas veces, y con razón, que en las trincheras no hay ateos. El que se ve amenazado por un peligro serio, no duda en gritar, pedir auxilio, ayuda... Y con frecuencia, eso se hace acudiendo a Dios.

3. El fruto, el éxito y la eficacia de la oración está en la oración misma. Jesús pasaba las noches en oración. Y rezó intensamente antes de la pasión y en el momento mismo de morir.
El fruto de la oración es la fuerza y la paz del Espíritu. Ese es el pan que el Padre siempre nos da. Porque es el que más necesitamos.

SAN ADRIAN


San Adrián fue un mártir de la Iglesia Católica que vivió en tiempos de la última y más terrible de las persecuciones que padecieron los primeros cristianos promovida por el emperador romano Diocleciano.
Según algunos registros en griego y latín, Adrián fue oficial de la guardia del emperador Galerio y por lo tanto perseguidor de cristianos. Sin embargo, un día estando presente en el juicio y tortura de veintidós mártires, quedó tan impresionado que decidió convertirse al cristianismo.
El santo vivió terribles tormentos después de ser apresado junto a algunos compañeros durante un viaje a la ciudad de Cesarea, cuando visitaba a unos cristianos. Inmediatamente fue conducido ante el gobernador de Palestina, Firmiliano, quien lo mandó azotar y desgarrar las carnes con garfios de hierro, para después ser arrojado a las fieras.
Fue decapitado cerca del año 306 en la antigua ciudad de Nicomedia (reino de Bitinia) por no acceder a renegar de su fe. Su fiesta se celebra el 5 marzo.




  

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