lunes, 23 de agosto de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 25 - DE AGOSTO – MIERCOLES – 21ª – SEMANA DEL T. O. – B – San José de Calasanz

 


25 - DE AGOSTO – MIERCOLES –

 21ª – SEMANA DEL T. O. – B –

San José de Calasanz

 

    Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2,9-13):

 

   Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre con sus hijos, animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha llamado a su reino y gloria.

    Ésa es la razón por la que no cesarnos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes.

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 138,7-8.9-10.11-12ab

 

    R/. Señor, tú me sondeas y me conoces

 

    ¿Adónde iré lejos de tu aliento,

adónde escaparé de tu mirada?

Si escalo el cielo, allí estás tú;

si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/.

 

   Si vuelo hasta el margen de la aurora,

si emigro hasta el confín del mar,

allí me alcanzará tu izquierda,

me agarrará tu derecha. R/.

 

   Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,

que la luz se haga noche en torno a mí»,

ni la tiniebla es oscura para ti,

la noche es clara como el día. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,27-32):

 

   En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:

    «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados!

    Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes.

    ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo:

    "¡Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas”!     Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas.

    ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

 

Palabra del Señor

 

     1.  La comparación de los fariseos con los sepulcros aparece dos veces en los evangelios.  En Lc 11, 44 y en Mt 23, 27. Pero la comparación, en un caso y el otro, se utiliza en sentido completamente inverso (U. Luz).

     En Lucas, se trata de sepulcros que ni se ven, ni se notan. Mientras que, en Mateo, son sepulcros adornados y "con buena apariencia". En cualquier caso, los sepulcros contienen un contraste tremendo: son bellos por fuera y están llenos de muerte y podredumbre por dentro. En esto consiste la hipocresía de los hombres de la religión: una cosa es lo que se ve en ellos; y otra cosa la realidad que viven dentro. En gente así, es imposible la transparencia.

- ¿Quién se fía de tales personas? 

- ¿Qué credibilidad pueden tener?

 

     2.  La segunda denuncia que se hace en este texto, se refiere al asesinato de los profetas. En tiempo de Jesús existía la convicción de que Israel persiguió y hasta asesinó a los profetas (Mc 12, 1-9; Lc 13, 31-33). Y existían listas de los profetas que habían sido víctimas de la persecución: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Miqueas, Amós, Zacarías (Vit. Proph. II; J. Jeremias). Así fue el destino de hombres que fueron libres, que no se callaron ante las injusticias que se cometían contra el pueblo y las infidelidades a lo que Dios quería.

     Por otra parte, es evidente que honrar la memoria de quienes dieron su vida por pacificar y humanizar este mundo, es lo mismo que condenar a quienes fueron los asesinos de los inocentes y honrados.

     Un pueblo honrado borra de su memoria a quienes fueron agentes de violencia y opresión.  Esto también es parte esencial del Evangelio.

 

San José de Calasanz


 

 

José de Calasanz nació en Peralta de la Sal, un pequeño pueblo situado en la actual provincia de Huesca, en 1557. Con doce años, José deja su pueblo para estudiar en el colegio de los padres Trinitarios de Estadilla, a unos 20 Km. Al cumplir los catorce años, José de Calasanz manifiesta la decisión de hacerse sacerdote. Su entrega, su generosidad, su anhelo por ayudar a los demás, van unidos a una fuerte y vivencial fe en Dios, aumentada por el ejemplo y la educación recibida por parte de su familia.

Terminados sus estudios eclesiásticos, José es ordenado sacerdote en 1583, a los 25 años. Aconsejado por el obispo de Urgell, Andrés Capilla, Calasanz se va a Roma en 1592. Antes de cumplir los 6 años de su estancia en Roma, el río Tíber, se desborda, provocando la más catastrófica inundación del siglo. Como resultado de ésta, centenares de familias pobres quedaron sin techo, sin alimentos y hay más de dos mil muertos. Calasanz, con gran integridad, trabaja infatigablemente en la operación de ayuda a los afectados.

Se integra en Roma en las denominadas Cofradías, asociaciones que se dedicaban a la caridad. Calasanz encontrará junto a los necesitados, a los niños. Con el tiempo, los niños pobres de aquellos barrios romanos se convertirán en su principal punto de atención.

Fruto de este descubrimiento, comienza a pensar en crear una escuela gratuita abierta a todos los niños, especialmente a los más necesitados. No todos a los que les propuso la idea la vieron con buenos ojos. Y entonces decide lanzarse solo a la aventura. Y hacia 1597, en la sacristía de una iglesia que solía visitar, Santa Dorotea, en el Trastévere romano, comienza la primera escuela gratuita de Europa.

Al principio los alumnos no eran muchos, con el tiempo la idea se fue dando a conocer y con la ayuda de sacerdotes y algunos laicos, con el dinero que le dan unos y otros, las escuelas fueron creciendo. La Iglesia de San Pantaleón se convertirá en la primera escuela estable de Calasanz. La primera escuela cristiana, popular y gratuita.

Calasanz nunca volvió a su tierra. Se quedó definitivamente en Roma hasta su muerte en 1648. Y desde allí su obra ha ido esparciéndose por todo el mundo.

Calasanz es un ejemplo de vida que muchos jóvenes -hombres y mujeres- han seguido y siguen aún hoy. Su festividad se celebra el 25 de agosto.

 

Pensamiento espiritual y pedagógico

La larga vida de San José de Calasanz ocupa prácticamente la segunda mitad del siglo XVI y toda la primera parte del XVII. Persona abierta a la realidad circundante, recibió el impacto de las ideas y problemas que le rodeaban, y con su compromiso personal, contribuyó al progreso de las ideas y a la solución de los problemas. Se puede afirmar que, junto con otros de sus contemporáneos, fue protagonista -aunque poco conocido- de la transición del renacimiento a la modernidad.

 

En la formación espiritual de Calasanz mucho influyeron las corrientes renovadoras del siglo XVI en España, personificadas en algunos autores ascéticos y místicos como Juan de Ávila y Teresa de Jesús.

Fue precisamente a partir de la dedicación de Calasanz a la educación de los hijos de las clases populares en Roma, en los años de transición del siglo XVI al XVII, cuando fue elaborando de modo explícito su pensamiento pedagógico, fruto de su personal itinerario espiritual y social. Precedentemente algunos pensadores humanistas como Juan Luis Vives, Erasmo y el mismo Lutero habían teorizado sobre la educación de niños y jóvenes. En diversos escritos fundacionales, Calasanz hace un planteamiento teórico claro de lo que pretende con la obra iniciada: contribuir a la reforma de la sociedad y a la felicidad temporal y eterna de las personas, educando a los niños en la fe cristiana y en las letras humanas, por medio de escuelas pías, es decir, populares y cristianas.

Esta filosofía fue llevada a la práctica por Calasanz durante cincuenta años hasta su muerte Y organizó no menos de treinta colegios en diversos estados europeos, dotándolos de educadores preparados, estructuras adecuadas y reglamentos escritos por él mismo. Para Calasanz, la figura del educador es elemento fundamental en la consecución de los objetivos pedagógicos y sociales de su obra.

En su persona confluyen una vocación religiosa y una vocación educativa que se integran en una identidad propia.

El pensamiento espiritual y pedagógico de San José de Calasanz, y la práctica de la misma propuesta a sus primeros compañeros en Roma al comenzar el siglo XVII, dio origen en la Iglesia a una espiritualidad pedagógica y a una pedagogía espiritual de rasgos característicos que son una de las primeras manifestaciones modernas.

 

Fuente: escolapiosalgemesi.es/san-jose-de-calasanz

 

 

 

 

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