7 - DE AGOSTO
– SÁBADO –
18ª – SEMANA DEL T. O. – B –
San Sixto II papa
Lectura del libro del
Deuteronomio (6,4-13):
Moisés
habló al pueblo, diciendo:
«Escucha, Israel: El
Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el
corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.
Las palabras que hoy te
digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca
como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu
casa y en tus portales. Cuando el Señor,
tu Dios, te introduzca en la tierra que juró a tus padres –a Abrahán, Isaac y
Jacob– que te había de dar, con ciudades grandes y ricas que tú no has
construido, casas rebosantes de riquezas que tú no has llenado, pozos ya
excavados que tú no has excavado, viñas y olivares que tú no has plantado,
comerás hasta hartarte. Pero, cuidado: no olvides al Señor que te sacó de
Egipto, de la esclavitud. Al Señor, tu Dios, temerás, a él sólo servirás, sólo
en su nombre jurarás.»
Palabra de
Dios
Salmo:
17,2-3a.3bc-4.47.51ab
R/. Yo te
amo, Señor; tú eres mi fortaleza
Yo te
amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador. R/.
Dios
mío, peña mía,
refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.
Viva el
Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Mateo (17,14-20):
En aquel
tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas:
«Señor, ten compasión
de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el
fuego o en el agua.
Se lo he traído a tus
discípulos, y no han sido capaces de curarlo.»
Jesús contestó:
«¡Generación perversa e
infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré
que soportar? Traédmelo.»
Jesús increpó al
demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.
Los discípulos se
acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y
por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Les contestó:
«Por vuestra poca fe.
Os aseguro que, si
fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que
viniera aquí, y vendría.
Nada os sería
imposible.»
Palabra del
Señor
1.
En este relato se ve claramente que, en aquella cultura, la epilepsia
era interpretada como tener un demonio. La curación del niño se realiza
mediante la expulsión del demonio. La
ignorancia de los fenómenos o causas naturales busca explicación en fenómenos o
causas sobrenaturales. En esos casos,
Dios se convierte en un "tapa-agujeros" con el que pretendemos
resolver nuestras ignorancias. Las creencias no deben ser eso. Deben ser fuerza de transformación que nos
impulse a superar la deshumanización que todos llevamos dentro de nosotros.
2.
Jesús entiende la fe como una fuerza que traslada montañas, cosa que el
evangelio repite dos veces (Mt 17, 20; 21, 21), lo que indica que es algo
importante para comprender lo que es la fe.
No se trata de que la fe consista en la
capacidad de hacer lo imposible. En Mt 21, 21, Jesús dijo esta misma sentencia
cuando estaba llegando a Jerusalén. -
¿De qué monte hablaba entonces?
Las
palabras de Jesús indican "este monte". Ahora bien, allí no podía señalar nada más
que al "monte santo" sobre el que estaba edificado el grandioso
Templo de Jerusalén, centro de la religión establecida. Por tanto, lo que Jesús
afirma es que la fe, que él presenta, acaba con la religión, sus ceremonias y
sus funcionarios.
3.
Cuando la fe en Jesús es verdadera y fuerte, derriba la montaña de
creencias raras, seguridades supersticiosas y sentimientos de culpa enfermizos
que
llevamos
dentro. Y, en su lugar, pone la fuerza que da vida y hace felices a los
humanos.
San Sixto II papa
Papa y Mártir
Martirologio Romano: Santos Sixto II, papa, y compañeros, mártires. El papa san Sixto, mientras
celebraba los divinos misterios y enseñaba a los fieles los mandatos del Señor,
al irrumpir los soldados para aplicar el edicto del emperador Valeriano fue
detenido e, inmediatamente, decapitado el día seis de agosto. Con él sufrieron
el martirio cuatro diáconos, que fueron enterrados con el papa en el cementerio
de Calixto, en la vía Apia, y en ese mismo día, también sus diáconos santos
Agapito y Felicísimo murieron en el cementerio de Pretextato, en donde fueron
sepultados (258).
Etimología: Sixto = aquel que es listo y pulido, viene del griego
Breve
Semblanza
San Sixto nació en
Atenas. Siendo diácono de la Iglesia romana, sucedió al Papa San Esteban en la
silla de San Pedro por los años 257, durante la persecución de Valeriano.
San Sixto es
titulado por San Cipriano: prelado pacífico y excelente. Y efectivamente un
poco de paz sí se apresuró a llevar, apenas fue elegido, a las iglesias de Roma
y de Cartago en cruenta lucha por la cuestión del bautismo a los herejes. (ver
San Esteban I).
Tuvo una
reconciliación con S. Cipriano, pero no hubo tiempo para profundizar un
diálogo, pues debió enfrentar una nueva emergencia: Valeriano desató una
segunda persecución contra los cristianos. Éstos fueron invitados a abjurar, so
pena de la expropiación de los bienes y la decapitación.
A fines del
mes de agosto del 258, San Cipriano, que sería decapitado el 14 de septiembre,
escribía a uno de sus colegas: «Valeriano, en un escrito al Senado, ha dado la
orden de que los obispos, sacerdotes y diáconos sean ejecutados inmediatamente.
Sabed que Sixto ha sido muerto en un cementerio el 6 de agosto, y con él cuatro
diáconos». La noticia era exacta. El 6 de agosto, el Papa Sixto II había sido
apresado en el cementerio de Calixto y decapitado junto con los diáconos
Genaro, Magno, Vicente y Esteban. Otros dos, Felicísimo y Agapito habían
corrido la misma suerte en el cementerio próximo al Pretextato.
Nos hallamos ante
la página más gloriosa de la historia de la Iglesia romana durante las
persecuciones. Cipriano podía apoyarse en este testimonio para invitar a los
cristianos de África «a la lucha espiritual: de tal suerte -dice - que cada uno
de nosotros no piense tanto en la muerte cuanto en la inmortalidad y que,
consagrados a Dios con todas las energías de su fe y de su entusiasmo, sientan
antes la alegría que el miedo a la hora de una confesión, en la que saben que
los soldados de Dios no reciben la muerte, sino antes bien, la corona» (Carta
80).
En la pared
derecha de la Cripta de los Papas se conservan, juntados, dos fragmentos
originales de un primer poema de San Dámaso, dedicado al Papa Sixto II para
celebrar su glorioso martirio.
"Cuando la espada (persecución)
las pías entrañas de la Madre (Iglesia)
traspasaba, aquí el obispo sepultado (Sixto
II)
la doctrina (las divinas Escrituras)
enseñaba.
Llegan de
improviso soldados y arrestan
allí al sentado en cátedra (la cátedra
episcopal),
mientras los fieles ofrecen sus cuellos a la guardia enviada (es decir,
intentan salvar al Papa a costa de su vida).
Apenas el anciano
(obispo) supo que uno quiso arrebatarle la palma (del martirio), él mismo fue
el primero en ofrecerse y dar su cabeza a la espada,
para que así a ninguno pudiera herir una tan impaciente rabia (pagana).
Cristo que
distribuye los premios de la vida,
reconoció el mérito del pastor, defendiendo El mismo el resto de su
grey".
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