jueves, 5 de agosto de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia: 7 - DE AGOSTO – SÁBADO – 18ª – SEMANA DEL T. O. – B – San Sixto II papa


 

7 - DE AGOSTO – SÁBADO –

18ª – SEMANA DEL T. O. – B –

San Sixto II papa

 

    Lectura del libro del Deuteronomio (6,4-13):

 

   Moisés habló al pueblo, diciendo:

    «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.

    Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales.   Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que juró a tus padres –a Abrahán, Isaac y Jacob– que te había de dar, con ciudades grandes y ricas que tú no has construido, casas rebosantes de riquezas que tú no has llenado, pozos ya excavados que tú no has excavado, viñas y olivares que tú no has plantado, comerás hasta hartarte. Pero, cuidado: no olvides al Señor que te sacó de Egipto, de la esclavitud. Al Señor, tu Dios, temerás, a él sólo servirás, sólo en su nombre jurarás.»

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 17,2-3a.3bc-4.47.51ab

 

    R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza

 

   Yo te amo, Señor;

tú eres mi fortaleza;

Señor, mi roca,

mi alcázar, mi libertador. R/.

 

   Dios mío, peña mía,

refugio mío, escudo mío,

mi fuerza salvadora, mi baluarte.

Invoco al Señor de mi alabanza

y quedo libre de mis enemigos. R/.

 

   Viva el Señor, bendita sea mi Roca,

sea ensalzado mi Dios y Salvador:

tú diste gran victoria a tu rey,

tuviste misericordia de tu Ungido. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,14-20):

 

   En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas:

    «Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua.

    Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo.»

    Jesús contestó:

    «¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.»

    Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.

    Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?»

    Les contestó:

    «Por vuestra poca fe.

    Os aseguro que, si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría.

    Nada os sería imposible.»

 

Palabra del Señor

 

     1.  En este relato se ve claramente que, en aquella cultura, la epilepsia era interpretada como tener un demonio. La curación del niño se realiza mediante la expulsión del demonio.  La ignorancia de los fenómenos o causas naturales busca explicación en fenómenos o causas sobrenaturales.  En esos casos, Dios se convierte en un "tapa-agujeros" con el que pretendemos resolver nuestras ignorancias. Las creencias no deben ser eso.  Deben ser fuerza de transformación que nos impulse a superar la deshumanización que todos llevamos dentro de nosotros.

 

     2.  Jesús entiende la fe como una fuerza que traslada montañas, cosa que el evangelio repite dos veces (Mt 17, 20; 21, 21), lo que indica que es algo importante para comprender lo que es la fe.

     No se trata de que la fe consista en la capacidad de hacer lo imposible. En Mt 21, 21, Jesús dijo esta misma sentencia cuando estaba llegando a Jerusalén.  - ¿De qué monte hablaba entonces?

Las palabras de Jesús indican "este monte".  Ahora bien, allí no podía señalar nada más que al "monte santo" sobre el que estaba edificado el grandioso Templo de Jerusalén, centro de la religión establecida. Por tanto, lo que Jesús afirma es que la fe, que él presenta, acaba con la religión, sus ceremonias y sus funcionarios.

 

     3.  Cuando la fe en Jesús es verdadera y fuerte, derriba la montaña de creencias raras, seguridades supersticiosas y sentimientos de culpa enfermizos que

llevamos dentro. Y, en su lugar, pone la fuerza que da vida y hace felices a los humanos.

 

San Sixto II papa

 


Papa y Mártir

 

Martirologio Romano: Santos Sixto II, papa, y compañeros, mártires. El papa san Sixto, mientras celebraba los divinos misterios y enseñaba a los fieles los mandatos del Señor, al irrumpir los soldados para aplicar el edicto del emperador Valeriano fue detenido e, inmediatamente, decapitado el día seis de agosto. Con él sufrieron el martirio cuatro diáconos, que fueron enterrados con el papa en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, y en ese mismo día, también sus diáconos santos Agapito y Felicísimo murieron en el cementerio de Pretextato, en donde fueron sepultados (258).

 

Etimología: Sixto = aquel que es listo y pulido, viene del griego

 

Breve Semblanza

San Sixto nació en Atenas. Siendo diácono de la Iglesia romana, sucedió al Papa San Esteban en la silla de San Pedro por los años 257, durante la persecución de Valeriano.

San Sixto es titulado por San Cipriano: prelado pacífico y excelente. Y efectivamente un poco de paz sí se apresuró a llevar, apenas fue elegido, a las iglesias de Roma y de Cartago en cruenta lucha por la cuestión del bautismo a los herejes. (ver San Esteban I).

Tuvo una reconciliación con S. Cipriano, pero no hubo tiempo para profundizar un diálogo, pues debió enfrentar una nueva emergencia: Valeriano desató una segunda persecución contra los cristianos. Éstos fueron invitados a abjurar, so pena de la expropiación de los bienes y la decapitación.

A fines del mes de agosto del 258, San Cipriano, que sería decapitado el 14 de septiembre, escribía a uno de sus colegas: «Valeriano, en un escrito al Senado, ha dado la orden de que los obispos, sacerdotes y diáconos sean ejecutados inmediatamente. Sabed que Sixto ha sido muerto en un cementerio el 6 de agosto, y con él cuatro diáconos». La noticia era exacta. El 6 de agosto, el Papa Sixto II había sido apresado en el cementerio de Calixto y decapitado junto con los diáconos Genaro, Magno, Vicente y Esteban. Otros dos, Felicísimo y Agapito habían corrido la misma suerte en el cementerio próximo al Pretextato.

Nos hallamos ante la página más gloriosa de la historia de la Iglesia romana durante las persecuciones. Cipriano podía apoyarse en este testimonio para invitar a los cristianos de África «a la lucha espiritual: de tal suerte -dice - que cada uno de nosotros no piense tanto en la muerte cuanto en la inmortalidad y que, consagrados a Dios con todas las energías de su fe y de su entusiasmo, sientan antes la alegría que el miedo a la hora de una confesión, en la que saben que los soldados de Dios no reciben la muerte, sino antes bien, la corona» (Carta 80).

En la pared derecha de la Cripta de los Papas se conservan, juntados, dos fragmentos originales de un primer poema de San Dámaso, dedicado al Papa Sixto II para celebrar su glorioso martirio.

 

"Cuando la espada (persecución)

las pías entrañas de la Madre (Iglesia)

traspasaba, aquí el obispo sepultado (Sixto II)

la doctrina (las divinas Escrituras) enseñaba.

Llegan de improviso soldados y arrestan

allí al sentado en cátedra (la cátedra episcopal),

mientras los fieles ofrecen sus cuellos a la guardia enviada (es decir, intentan salvar al Papa a costa de su vida).

Apenas el anciano (obispo) supo que uno quiso arrebatarle la palma (del martirio), él mismo fue el primero en ofrecerse y dar su cabeza a la espada,

para que así a ninguno pudiera herir una tan impaciente rabia (pagana).

Cristo que distribuye los premios de la vida,

reconoció el mérito del pastor, defendiendo El mismo el resto de su grey".


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