26 -
DE AGOSTO – JUEVES –
21ª –
SEMANA DEL T. O. – B –
Santa Teresa de Jesús Jornet Ibars
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,7-13):
En medio
de todos nuestros aprietos y luchas, vosotros, con vuestra fe, nos animáis;
ahora nos sentimos vivir, sabiendo que os mantenéis fieles al Señor. ¿Cómo
podremos agradecérselo bastante a Dios?
¡Tanta alegría como
gozamos delante de Dios por causa vuestra, cuando pedimos día y noche veros
cara a cara y remediar las deficiencias de vuestra fe! Que Dios, nuestro Padre,
y nuestro Señor Jesús nos allanen el camino para ir a veros.
Que el Señor os colme y
os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os
amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro
Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e
irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.
Palabra de
Dios
Salmo: 89,3-4.12-13.14.17
R/. Sácianos de tu misericordia,
Señor, y estaremos alegres
Tú
reduces al hombre a polvo, diciendo:
«Retornad, hijos de
Adán.»
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R/.
Enséñanos
a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.
Por la
mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Mateo (24,42-51):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad en vela, porque
no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de
casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir
un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la
hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de
dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el
amo, al llegar, lo encuentra portándose así.
Os aseguro que le
confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla
y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a
beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el
amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas.
Allí será el llanto y
el rechinar de dientes.»
Palabra del
Señor
1.
Para explicar la "vigilancia", que deben tener los seguidores
de Jesús, el evangelio de Mateo utiliza el verbo gregorein, que, como exigencia
ética, es una novedad aportada por el cristianismo.
Esta vigilancia incluye:
1) La responsabilidad ante los
semejantes (Mt 24, 45-51).
2) No dejarse dominar por el miedo a
un "dios imaginario y amenazante" Mt 25, 15-23).
3) Sobre todo la bondad con los
hermanos más humildes (Mt 25, 31-40).
A lo que hay que sumar la vigilancia en la
oración: Estad en vela y orad conmigo, como dijo Jesús en Getsemaní (Mt 26,
41).
La vigilancia fue importante, en el
cristianismo primitivo, por lo frecuentes que, en no pocas comunidades, eran
las vigilias de oración, atestiguadas desde el s. II y que, desde el s. III y
especialmente en el monacato, fueron centrales en la vida de los cristianos,
que tenían la costumbre de levantarse a media noche para orar, cada cual, en su
casa, como testifica, por ejemplo, Tertuliano (Ad Uxor. II, 4 y 8).
2.
Esta vigilancia, entendida como se acaba de indicar, fue tema en el que
Jesús insistió. Se trata de la vigilancia referida a las relaciones que cada
cual mantiene con los demás.
Primero, Jesús pone como ejemplo al criado
"fiel cuidadoso" que da la comida a su tiempo.
Y, en segundo lugar, Jesús reprueba al que,
en lugar de ser buena persona con los demás, es un hombre violento y egoísta
que solo se preocupa por comer y beber, o sea darse buena vida y pasarlo lo
mejor posible.
En el conjunto del relato, esta vigilancia
constante para ser siempre bueno con todos es lo central del mensaje que aquí
transmite Jesús.
La vigilancia que pide Jesús es la postura
atenta y vigilante ante las necesidades de los otros, sobre todo las
situaciones de dolor de los más necesitados: el hambre de los pobres, la
soledad de los ancianos, el desamparo de los niños, la desesperanza de tantos
enfermos. A estas cosas es a lo que
tenemos que estar vigilantes.
Santa
Teresa de Jesús Jornet Ibars
En Liria, en España, santa Teresa de Jesús Jornet Ibars, virgen,
que, para ayudar a los ancianos, fundó el Instituto de las Hermanitas de los
Ancianos Desamparados (1897).
Fecha de beatificación: 27 de abril
de 1958 por el Papa Pío XII
Fecha de canonización: 27 de enero de
1974 por el Papa Paulo VI.
Breve
Biografía
Los mayores, esos a los que se les ha dado
en llamar el colectivo de la Tercera Edad, que ven el ocaso de sus vidas desde
el crepúsculo teñido de rojas claridades malva, tienen hoy mucho que agradecer
a Dios y bastantes de ellos también a las Hermanitas de los Ancianos
Desamparados porque les cuidan, atienden, dan casa y ofrecen el calor de la
familia que quizá perdieron o acaso les abandonó porque un día se les ocurrió
pensar que de los viejos ya no se podía esperar mucho más, o que eran molestos
con sus manías y achaques. Decía que ellos agradecen al buen Dios el testimonio
y vida de unas personas, en este caso siempre mujeres, que han hecho de su
existencia una ofrenda de caridad efectiva.
Logran hacer de sus casas un lugar
agradable, tranquilo, limpio y ventilado; allí se reza, se come alimento sano,
se proporcionan las medicinas pertinentes y, sobre todo, se derrocha cariño de
las dos clases: humano y sobrenatural. Son un grupo de mujeres tocadas que están
alegres, animosas, activas y optimistas porque es mucho lo que tienen que
levantar; se les ve por las calles llamando a las puertas de las casas, en
pareja, pidiendo mucho de lo que sobra o algo de lo que se usa; llevan con
ellas a todo el recuerdo de la caridad. ¡Claro que son piadosas! Muy
rezadoras... de la Virgen y del Sagrario sacan la entereza, la fuerza, el
afecto o cariño, comprensión y paciencia que de continuo han de derrochar a
raudales cuando charlan, limpian, lavan, planchan, cocinan para los ancianos o
cuando tienen que animar a tanta juventud acumulada.
Teresa de Jesús, la catalana de Lérida,
tuvo en lo humano muchas coincidencias con su homónima de Castilla; delicada de
salud en el cuerpo y alma grande, espontánea y andariega, con gracejo
agradable. En lo divino tuvieron de común el olvido de sí y, por amor a Dios,
saber darse.
Nació en Ayltona (Lérida) el 9 de enero de
1843. Sus padres, Francisco José Jornet y Antonia Ibars eran sencillos
labradores, educando a su familia en la religión: Su hermana Josefa, Hija de la
Caridad en el hospital de la Habana; su hermana María se incorporó con María a
la nueva aventura religiosa; su hermano Juan, casado dio tres hijas a la
congregación de su hermana Teresa; su tía Rosa, hermana de su madre, muerta en
olor a santidad; su tío el Beato Francisco Palau, fraile carmelita
exclaustrado, apóstol, orador, escritor, penitente, un huracán enardecido,
acabará también en los altares.
Teresa creció en un clima doméstico de
trabajo honrado. Estudia en Lérida para maestra y enseñó en Argensola
(Barcelona); allí la veían desplazarse cada semana a Igualada para confesarse.
El P. Francisco Palau, tío abuelo suyo,
está en trance de fundación de algo y la invita para que le ayude en el
intento; pero Teresa ha pensado más en la vida religiosa donde podrá vivir en
silencio y oración; por eso se hace clarisa entre las del convento de
Briviesca, en Burgos, mientras que su hermana Josefa ingresa en Lérida en las
Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Pero la situación política de la
segunda mitad del siglo XIX es complicada y compleja, no permite el gobierno la
emisión de votos.
Se hace entonces Terciaria Franciscana y
recupera algo de la actividad docente.
Cerca de su patria chica, en Huesca y
Barbastro, un grupo de sacerdotes con D. Saturnino López Novoa a la cabeza
piensa en una institución femenina que se dedicara a la atención de ancianos
abandonados. Comprende Teresa que este es su campo y, arrastrando consigo a su
hermana María y a otra paisana, comienza en "Pueyo" con una docena de
mujeres y desde entonces es la cabeza, permaneciendo veinticinco años en el
gobierno.
Desde Barbastro cambia a Valencia donde
está la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque es la
patrona de la ciudad quien da apellido a la Institución. Luego se extenderán
por Zaragoza, Cabra y Burgos; llenarán de casas-asilo que así le gusta a la
madre que se llamen para resaltar el clima de familia la geografía española y
pasan las fronteras. Cuando muere Teresa de Jesús en Liria, el año 1897, llegan
a 103 y deja tras de sí a más de 1000 Hermanitas para continuar su labor hasta
siempre, porque siempre ancianos habrá y algunos de ellos quedarán
desamparados.
No quiso ella canonizaciones. Lo dejó
dicho y escrito por si hubiera dentro de la Congregación con el paso del tiempo
Hermanitas canonizables. Mandó que no se gastara dinero en proponer a nadie la
subida a los altares. Ese fue el motivo de que pasaran los años sin el intento
de iniciar su proceso de beatificación; y el rapidísimo salto a la canonización
se debió a la sensibilidad del pueblo y a las manifestaciones sobrenaturales
que tan frecuentemente Dios quiso mandar.
Artículo de: Archidiócesis de Madrid
El anciano abuelo tembloroso,
ensuciaba cada comida el mantel porque derramaba la sopa. Primero sus hijos le
hicieron una cuchara de madera, pero incluso con la madera seguía ensuciando el
mantel. No puede comer con la familia. Y lo llevan a la cocina. El abuelo tiene
que comer solo en la compañía de sus hijos y de sus nietecitos. El más
espabilado se entretenía jugando con un trozo de madera muy afanado. -¿Qué haces?,
le preguntó su mamá: Y el niño, “estoy haciendo una cuchara de madera para
cuando papá y tú seáis mayores”.
En la provincia y Diócesis de Lérida y en
Aytona, España, de Francisco Jornet y de Antonieta Ibars, agricultores, nace el
9 de enero de 1843, Teresa Jornet, hoy ya canonizada y Patrona de la ancianidad
Su caridad activa hacia los pobres, le movía a llevarlos a casa de su tía en
Lérida, a donde se había trasladado para poder asistir a la escuela de la
ciudad.
Estudia magisterio en Argensola, provincia
de Barcelona. Solicitó ser admitida en las clarisas de Briviesca, cerca de
Burgos, pero no pudo profesar por la prohibición de la legislación en vigor. Se
dedicó a la enseñanza y se hizo terciaria carmelita. Una enfermedad que padeció
después de la muerte de su padre, la obligó a permanecer en su casa por algún
tiempo.
Don Saturnino López Novoa, canónigo de
Huesca, su director, a quién confió la dirección de su alma, la encauzó hacia
la fundación de una obra destinada a recoger a los ancianos sin familia y sin
medios de subsistencia. Teresa, que hasta el momento había tenido la impresión
desagradable de no haber hecho nada en su vida, se orientó decididamente hacia
este ideal. En 1872, fundó la primera casa en Barbastro, con la ayuda de
algunas jóvenes, y de su hermana, María.
Teresa se adelantó a su tiempo, porque
entonces, hace más de un siglo, aún dejaban en la cocina a los abuelos, aunque
con cuchara de madera, pero ahora, ni los quieren, ni les cuidan, y se arman
líos entre las familias para zafarse del engorro de los viejos, según el
refrán: “Parientes y trastos viejos, pocos y lejos”. En el Continente africano
carecen de frigoríficos y de muchos de nuestros cachivaches de la modernidad;
pasan hambre y toda clase de necesidades, pero conservan su humanísima
tradición de respetar al anciano y considerarle como una bendición. Les
minusvaloramos en esta cultura de la juventud, la belleza y el cultivo de los
cuerpos, pero en humanismo el tercer mundo va por delante con nota al mundo que
se cree supercivilizado.
El 27 de enero de 1873, los miembros de la
nueva congregación, recibieron el hábito religioso y Teresa fue elegida
superiora. Un grupo de buenos católicos de Valencia propuso asegurar la vida de
la pequeña comunidad. La madre Teresa aceptó y, como está en Valencia,
constituye Patrona a la Virgen de los Desamparados, título muy apropiado para
los ancianos Desamparados. Muy pronto el número de ancianos fue aumentando y
creciendo sin cesar. Para poder recibir más, compró el antiguo convento de los
Agustinos. Esta casa se convirtió en la casa madre de la Congregación de las
Hermanas de los Ancianos Desamparados. Se desarrolló tan de prisa la Obra, que
en 1887, cuando fue aprobada por la Santa Sede, contaba ya con 58 casas.
María Teresa de Jesús formó muy sólidamente
a sus hijas en el cumplimiento de sus obligaciones con los ancianos, hasta
exponerse a la soledad, al frío y al hambre, para poder darles abrigo y un
verdadero cariño. Aprendió de las terciarias carmelitas la devoción a la
Virgen, y de las clarisas el amor a los pobres, y en los ejercicios de San
Ignacio, el ardiente deseo de identificar sus sentimientos con la voluntad
divina. Desarrolló una actividad incansable y una inalterable confianza en
Dios. A los que le reprochaban que se ocupara de los más humildes oficios,
respondía: "No hay nada pequeño cuando se trata de la Gloria de
Dios". Cuando le decían que emprendía obras con un atrevimiento casi
temerario, se sonreía diciendo: "Mientras más pobres haya, habrá más
bienhechores".
Tenía el secreto de su paz interior
inalterable en medio del tráfago continuo, en sus palabras: "Dios en el
corazón, la eternidad en la cabeza, y el mundo bajo los pies".
Su organismo no pudo resistir al régimen
que se impuso. A las fatigas físicas se juntaban los dolores mortales, como el
de la epidemia del cólera, que acabó con veinticuatro hermanas y setenta
ancianos. Cuando la enfermedad la obligó a detenerse, se retiró a Liria,
Valencia, con la esperanza de que el buen aire le devolviera la salud.
Murió ahí, el 26 de Agosto de 1897, el 27
de abril de 1958 el Papa Pío XII la beatificó y fue canonizada por Pablo VI.
Autor: P. Jesús Martí Ballester.
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