9 - DE AGOSTO
– LUNES –
19ª –
SEMANA DEL T. O. – B –
Santa Edith
Stein
(Sor Teresa
Benedicta de la Cruz)
Lectura de la profecía de
Oseas 2, (16b.17b.21-22)
Yo la
llevaré al desierto y le hablaré a su corazón.
Desde allí, ella
responderá como en los días de su juventud, como el día en que subía del país
de Egipto.
Yo estableceré para
ellos, en aquel día una alianza con los animales del campo, con las aves del
cielo y los reptiles de la tierra; extirparé del país el arco, la espada y la
guerra, y haré que descansen seguros.
Yo te desposaré para
siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en el amor y la
misericordia; te desposaré en la fidelidad, y tú conocerás al Señor.
Palabra de
Dios
Salmo (44, 11-12.14-17)
Señor, tú nos hiciste
retroceder ante el enemigo
y nuestros adversarios nos saquearon.
Nos entregaste como ovejas al matadero
y nos dispersaste entre las naciones. R.
Nos
expusiste a la burla de nuestros vecinos,
a la risa y al escarnio de los que nos rodean;
hiciste proverbial nuestra desgracia
y los pueblos nos hacen gestos de sarcasmo. R.
Mi
oprobio está siempre ante mí
y mi rostro se cubre de vergüenza,
por los gritos de desprecio y los insultos,
por el enemigo sediento de venganza. R.
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Mateo (25, 1-13)
El Reino
de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al
encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran
necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus
lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus
lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía
esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se
oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'.
Entonces las jóvenes se
despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a
las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se
apagan?'.
Pero estas les
respondieron:
'No va a alcanzar para
todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'.
Mientras tanto, llegó
el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se
cerró la puerta.
Después llegaron las
otras jóvenes y dijeron:
'Señor, señor,
ábrenos', pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'.
Estén prevenidos,
porque no saben el día ni la hora.
Palabra del
Señor
1. Recordamos hoy a Edith Stein , filósofa,
pensadora judía convertida al cristianismo y carmelita descalza a la hora de
morir en la cámara de gas de Auschwitz, sin dejar que su nueva “condición”
carmelitana le evitara lo que su hermana Rosa, sus amigos y tantos otros iban a
vivir. Posiblemente no lo hizo por simple solidaridad ni siquiera por
coherencia personal; que ya es mucho. Quizá entendió muy bien la afirmación de
Jesus: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el
alma… hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados… No tengáis miedo…
2. Edith decide a los 15 años dejar de
rezar pues cuanto más lee, reflexiona y aprende, más imposible le parece que
pueda existir un Dios personal, a pesar del gran testimonio creyente que ve en
su madre. Estudia fenomenología con Husserl, trabaja en la I Guerra Mundial
como enfermera, consigue el doctorado “summa cum laude”, nunca deja de
preguntarse y de buscar sinceramente la verdad, aprende con Max Scheler a mirar
las cosas sin prejuicios ni barreras… Una tarde de verano lee casualmente la
autobiografía de Teresa de Ávila y se convierte al cristianismo; siente que,
por fin, su búsqueda ha terminado.
3. Esta mujer “pensadora, mística y mártir”
como decía Juan Pablo II al nombrarla copatrona de Europa, que rompe con los
tópicos de una vida monástica y religiosa sólo para gente apocada, miedosa,
ingenua, resignada, ajena al mundo… Todo lo contrario. Una mujer que supo, al
conocer a Cristo, que no hay lugar para el miedo y que toda búsqueda sincera no
será nunca en balde.
Santa Edith
Stein
(Sor Teresa
Benedicta de la Cruz)
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith)
Stein, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida
y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante
algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida
en Cristo y la desarrolló bajo el velo de religiosa, hasta que, en tiempo de un
régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue desterrada y
encarcelada, muriendo en la cámara de gas del campo de exterminio de Oswiecim o
Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia.
Vida
de Santa Edith Stein
(Sor
Teresa Benedicta de la Cruz)
Cuando Edith
Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891,
la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la
expiación. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una
especial predilección por la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de
su nacimiento fue para la carmelita casi un vaticinio.
El padre,
comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La
madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona
verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado
de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió
mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. "Con plena
conciencia y por libre elección dejé de rezar".
Obtuvo
brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia
en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro
que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban
también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización
"Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde
escribía: " como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical.
Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones
puramente objetivas".
En 1913, la
estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases
universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente,
consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl
fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no
solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos
entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto. "Retorno al
objetivismo". Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no
pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein
se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su
atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con
el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima
calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de
formación profesional.
Al estallar la
primera guerra mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida propia".
Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar
austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la
sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir
a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916,
siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado "summa
cum laude" con una tesis "Sobre el problema de la empatía ".
Por aquel
tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la
Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar.
"Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las
iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones.
Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, come si fuera a
conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En las
últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: "ha habido personas
que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la
misericordia divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga,
Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917.
Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía
cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda.
Con gran
sorpresa encontró una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con la
cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en
que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde escribirá:
"lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en
mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la
casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en
los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente
clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".
En otoño de
1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque
deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a
Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre
la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello
escribió una frase sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace
sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el
impulso hacia mi propio holocausto".
Edith Stein
deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel
entonces, era inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se
pronunciaba así en un informe: "Si la carrera universitaria se hiciera
accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a
cualquier otra persona para el examen de habilitación". Más tarde, sin
embargo, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío.
Edith Stein
vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las
humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de
los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un
escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario
ponerlo en práctica.
En el verano
de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la
Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con
su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la
biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche.
"Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad".
Considerando
retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad
era ya una oración".
En enero de
1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida
de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal,
vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de
madrina. "Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía
nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios". Ahora tendrá siempre
conciencia, y no sólo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer
a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen
se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de
Espira en su capilla privada.
Después de su
conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy
católica". Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: "mira,
dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47).
Inmediatamente
después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus
consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara,
S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de
alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento
dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del
Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar
conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. "Durante el período
inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión... creía
que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas
y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo,
me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas...,
creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe
"salir de sí mismo", en el sentido de dirigirse al mundo para llevar
allí una razón divina para vivir". Su programa de trabajo es enorme.
Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y la obra
Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre
por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la
incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible
"practicar la ciencia al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido
decidirme a comenzar una serie de obras científicas". Encuentra siempre
las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de
Beuron, al que va para pasar allí las fiestas más importantes del año
eclesiástico.
En 1931
termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para
la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una
obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y
acción". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola
bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el
convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra
durante su vida.
En 1932 se le
asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía
científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia
antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer
comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser
"instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él
".
En 1933 la
noche se cierne sobre Alemania. "Había oído ya antes algo sobre las
severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que
Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino
de este pueblo era también el mío". El artículo de la ley de los nazis
sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente.
"Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí
". "Me había convertido en una extranjera en el mundo".
El Archiabad
Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas.
Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza,
castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de
Carmelitas de Colonia. "Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no
la actividad humana. Mi deseo es participar en ella".
Una vez más
Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de
octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la
vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la
sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. "¿Por qué la has
conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un
hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? " . Su madre lloró. A la
mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. "No podía tener una
alegría arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo
estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios". Cada semana
escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa
le mandará noticias de casa.
El 14 de
octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En
1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad
de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de
Sor Teresa Benedicta de la Cruz.
Escribe en
1938: "bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces
(1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la
Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad
que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo
el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo
esto, puesto que es un secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos
temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos,
murió su madre en Breslau. "Hasta el último momento mi madre ha
permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en
su Dios... fue lo ultimo que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya
encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que
también yo pueda llegar a la meta".
En el
recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir
las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: "que
ya sólo en amar es mi ejercicio ". La entrada de Edith Stein en el
convento de las Carmelitas no fue una huida. "Quien entra en el Carmelo no
se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque
nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios ". Dio cuenta a Dios
sobre todo de su pueblo.
"Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo
para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que
me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran
consuelo " (31.10.1938).
El 9 de
noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían
los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las
gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo
posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche
de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al
monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9
de junio de 1939.
"Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima
voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi
vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su
Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz
del mundo... ".
Ya en el
monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso
para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas,
De la vida de una familia judía. "Deseo narrar simplemente lo que he
experimentado al ser hebrea". Ante "la juventud que hoy es educada
desde la más tierna edad en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido
educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio".
En Echt, Edith
Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor
de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento,
1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía amistad: "una
scientia crucis (la ciencia de la cruz) sólamente puede ser entendida si se
lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer
instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo,
Cruz, única esperanza nuestra)". Su estudio sobre San Juan de la Cruz
lleva como subtítulo: " La ciencia de la Cruz ".
El 2 de agosto
de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras
Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se
había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de
Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a
Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro pueblo".
Junto con
otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son
llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza
contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos
por los programas y las deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado
que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis
hermanas y hermanos debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios
mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan
Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo
de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios".
Al amanecer
del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de
agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos
otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.
Con su
beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por
decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de
Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica,
unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su
pueblo ".
Fuente:
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_1
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