jueves, 26 de agosto de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 27 - DE AGOSTO – VIERNES – 21ª – SEMANA DEL T. O. – B – SANTA MÓNICA

 


27 - DE AGOSTO – VIERNES –

21ª – SEMANA DEL T. O. – B –

SANTA  MÓNICA

 

    Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,1-8):

 

   Por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos:

    Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

    Esto quiere Dios de vosotros: una vida sagrada, que os apartéis del desenfreno, que sepa cada cual controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse arrastrar por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que en este asunto nadie ofenda a su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y aseguramos. Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino sagrada.

    Por consiguiente, el que desprecia este mandato no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 96,1.2b.5-6.10.11-12

 

    R/. Alegraos, justos, con el Señor.

 

    El Señor reina, la tierra goza,

se alegran las islas innumerables.

Justicia y derecho sostienen su trono. R/.

 

    Los montes se derriten como cera

ante el dueño de toda la tierra;

los cielos pregonan su justicia,

y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.

 

    El Señor ama al que aborrece el mal,

protege la vida de sus fieles

y los libra de los malvados. R/.

     

   Amanece la luz para el justo,

y la alegría para los rectos de corazón.

Alegraos, justos, con el Señor,

celebrad su santo nombre. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):

 

   En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

    «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.

    El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:

    "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!"

    Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas."

    Pero las sensatas contestaron:     "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis."

    Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.

    Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:

    "Señor, señor, ábrenos."

    Pero él respondió:

    "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

 

Palabra del Señor

 

     1.  Esta parábola produce una impresión de extrañeza, de sorpresa y de estupor.  Hay en este relato un "corte" con la realidad de la vida cotidiana. Ni el retraso inexplicable del novio, ni la negativa de las muchachas que no quisieron dar el aceite, ni eso de mandar a la tienda a alguien a las tantas de la noche, ni lo de dar con la puerta en las narices a unas chicas que piden entrar a la fiesta, ni siquiera el cerrar la puerta en una boda que, en aquellos pueblos, era una fiesta para toda la gente, todo eso, sencillamente no tiene ni pies ni cabeza.  Ni Jesús pudo poner eso como ejemplo para nadie.

 

     2.  El "corte" y la "extravagancia del relato" (Paul Ricoeur) son la mejor garantía de una parábola evangélica auténtica. El "novio" (nymphíos), en los evangelios, es Jesús (Mc 2, 19; Mt 9, 15; Lc 5, 34; Jn 3, 29). Y viene a celebrar un banquete de boda, la gran metáfora del Reino (Mt 22, 2 par).

     Ahora bien, de acuerdo con lo que dicen estos textos evangélicos, estar con el novio es cortar con los ayunos y privaciones que imponía la religión de los fariseos. Y es también cortar con los intereses y conveniencias de los que no entraron al banquete de boda del Reino, al banquete en el que entraron los pobres y vagabundos de los caminos.

 

     3.  La parábola no es una amenaza para estar preparados para el juicio de Dios (no se celebra un juicio, sino un banquete). Ni es una exhortación ética para ser generoso con quien pide un poco de aceite. La parábola viene a recordar que, al banquete de boda, que es la presencia de Jesús en esta vida, entran los que viven preparados para eso: los que no centran su vida en cumplir observancias y privaciones religiosas, los pobres, sencillos, humildes y gentes que no son los que se ven como los importantes y los selectos de este mundo.   Las jóvenes invitadas, que finalmente no entraron en la boda, tuvieron una equivocación fatal: ellas se vieron como las preferidas y escogidas. Y por eso se sintieron seguras. No les importó la falta de aceite. El hecho de sentirse las "elegidas selectas" fue su perdición.

     ¡Qué peligroso es sentirse superior a los demás!

 

SANTA  MÓNICA

 


 

Nació en Tagaste (África) en el año 331, de familia cristiana. Muy joven, fue dada en matrimonio a un hombre llamado Patricio, del que tuvo varios hijos, entre ellos san Agustín, cuya conversión le costó muchas lágrimas y oraciones.

Fue un modelo de madres; alimentó su fe con la oración y la embelleció con sus virtudes.

Murió en Ostia en el año 387.

 

Santa Mónica es famosa por haber sido la madre de San Agustín y por haber logrado la conversión de su hijo.

Mónica nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.

 

FORMACION FUERTE:

Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa, pero de muy fuerte disciplina. Ella no las dejaba estar tomando bebidas entre horas (aunque aquellas tierras son de clima muy caliente) pues les decía: "Ahora cada vez que tengan sed van a tomar bebidas para calmarla. Y después que sean mayores y tengan las llaves de la pieza donde está el vino, tomarán licor y esto les hará mucho daño." Mónica le obedeció los primeros años pero, después ya mayor, empezó a ir a escondidas al depósito y cada vez que tenía sed tomaba un vaso de vino. Más sucedió que un día regaño fuertemente a un obrero y este por defenderse le grito ¡Borracha! Esto le impresiono profundamente y nunca lo olvido en la vida, y se propuso no volver a tomar jamás bebidas alcohólicas. Pocos meses después fue bautizada (en ese tiempo bautizaban a la gente ya entrada en años) y desde su bautismo su conversión fue admirable.

 

UN ESPOSO TERRIBLE:

Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad (como su nombre lo indica) pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamada Patricio. Este era un buen trabajador, pero terriblemente malgeniado, y además mujeriego, jugador y sin religión, ni gusto por lo espiritual. La hará sufrir lo que no está escrito y por treinta años ella tendrá aguantar los tremendos estallidos de ira de su marido que grita por el menor disgusto, pero este jamás se atreverá a levantar la mano contra ella. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por docenas de años.

 

VIUDA Y CON UN HIJO REBELDE:

Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande con los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras. y quizás por eso mismo logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo lo hiciera la suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado harto la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautismo, murió santamente Patricio, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.

 

EL MUCHACHO DIFICIL:

Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que su hijo mayor era extraordinariamente inteligente, y por eso lo enviaron a la capital del estado, la ciudad de Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero Agustín tuvo la desgracia de que su padre no se interesaba nada de sus progresos espirituales. Solo le importaba que sacara buenas notas, que brillara en las fiestas sociales y que sobresaliera en los ejercicios físicos, pero acerca de la salvación de su alma, no se interesaba ni le ayudaba en nada. Y esto fue fatal para él, pues fue cayendo de mal en peor en pecados y errores.

 

UNA MADRE FUERTE:

Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez peores, de que el joven llevaba una vida nada santa. que en una enfermedad, ante el temor a la muerte se había hecho instruir acerca de la religión y propuesto hacerse católico, pero que sanado de la enfermedad había abandonado el propósito de hacerlo. Y que finalmente, se había hecho socio de una secta llamada de los Maniqueos, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el Diablo. Y Mónica que era bondadosa pero no cobarde, ni floja, al volver su hijo a vacaciones y empezar a oírle mil barbaridades contra la verdadera religión, lo hecho sin más de la casa y le cerró las puertas, porque bajo su techo no quería alberga enemigos de Dios.

 

LA VISION ANIMADORA:

Pero sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que vio que ella estaba en bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo y que en ese momento se le acercaba un personaje muy resplandeciente y le decía: "tu hijo volverá contigo " y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narro al muchacho el sueño tenido y él dijo lleno de orgullo que eso significaba que la madre se iba a volver maniqueista como él. Pero ella le respondió: "En el sueño no me dijeron, mama ira a donde su hijo, sino tu hijo volverá contigo" Esta hábil respuesta impresionó mucho a su hijo, quien más tarde la consideraba como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437.

 

Faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera-

 

LA RESPUESTA DE UN OBISPO:

Por muchos siglos ha sido muy comentada la bella respuesta que un obispo le dio a Mónica cuando ella le contó que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: "Este tranquila, es imposible que se pierda el Hijo de tantas lágrimas". Esta admirable respuesta y lo que había oído en el sueño, la llenaban de consuelo y esperanza, a pesar de que Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.

 

     UN HIJO QUE SE FUGA Y UNA MADRE QUE LO VA SIGUIENDO:

 

Cuando tenía 29 años, el joven decidió ir a Roma a dar clases allá. Ya era todo un doctor. Mama se propuso irse con él para librarlo de todos los peligros morales. Pero Agustín le hizo una jugada tramposa (de la cual se arrepintió mucho más tarde) Al llegar junto al mar le dijo a Mónica que se fuera a rezar a un templo, mientras iba a visitar a un amigo, y lo que hizo fue subirse al barco y salir rumbo a Roma, dejándola sola allí, pero Mónica no era mujer débil para dejarse derrotar tan fácilmente. Tomo otro barco y se dirigió hasta Roma.

 

UN PERSONAJE QUE INFLUYO MUCHO:

En Milán; Mónica se encontró con el Santo más famoso de la época, San Ambrosio, arzobispo de esa ciudad. En él se encontró un verdadero padre lleno de bondad y de sabiduría que la fue guiando con prudentes consejos. Además, Agustín se quedó impresionado por su enorme sabiduría y la poderosa personalidad de San Ambrosio y empezó a escucharle con profundo cariño y a cambiar sus ideas y entusiasmarse por la fe católica.

 

LA CONVERSION:

Y sucedió que en año 387, Agustín al leer unas frases de San Pablo sintió una impresión extraordinaria y se propuso cambiar de vida. Envió lejos a la mujer con la cual vivía en unión libre, dejo sus vicios y malas costumbres. Se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.

 

YO PUEDO MORIR TRANQUILA:

Agustín, ya convertido, dispuso volver con s madre y su hermano, a su tierra, en el África, y se fueron al puerto de Hostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la noche al ver el cielo estrellado platicando con Agustín acerca de cómo serán las alegrías que tendremos en el cielo, y ambos se emocionaban comentando y meditando los goces celestiales que nos esperan. En determinado momento exclamo entusiasmada: " ¿Y a mí que más me puede amarrar a la tierra? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios". Poco después le invadió la fiebre, y en pocos días se agravo y murió. Lo único que pidió a sus dos hijos es que no dejaran de rezar por el descanso de su alma.

Murió en el año 387 a los 55 años.

Miles de madres y de esposas se han encomendado en todos estos siglos a Santa Mónica, para que les ayude a convertir a sus esposos e hijos, y han conseguido conversiones admirables.

La pintan como vestida de monja (porque así se vestían en ese tiempo las mujeres que se dedicaban a la vida espiritual, huyendo de los adornos y de la vanidad) y con un bastón de caminante, en recuerdo que hizo de los viajes buscando a su hijo para convertirlo, y con un libro en la mano, para no olvidar que fue la lectura de una página de la Biblia lo que obtuvo que Agustín se decidiera a convertirse definitivamente.

 

Oración a Santa Mónica

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos!, a vuestras plantas venimos hoy las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que Vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que Vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que Vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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