5 - DE AGOSTO
– JUEVES –
18ª –
SEMANA DEL T. O. – B –
Nuestra Señora de las Nieves
Lectura del libro de los
Números (20,1-13):
En
aquellos días, la comunidad entera de los israelitas llegó al desierto de Sin
el mes primero, y el pueblo se instaló en Cadés. Allí murió María y allí la
enterraron.
Faltó agua al pueblo, y
se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo riñó con Moisés, diciendo:
«¡Ojalá hubiéramos
muerto como nuestros hermanos, delante del Señor! ¿Por qué has traído a la
comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él, nosotros y
nuestras bestias?
¿Por qué nos has sacado
de Egipto para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano ni higueras
ni viñas ni granados ni agua para beber?»
Moisés y Aarón se
apartaron de la comunidad y se dirigieron a la tienda del encuentro y, delante
de ella, se echaron rostro en tierra.
La gloria del Señor se les apareció, y el Señor dijo a Moisés: «Coge el bastón, reúne la asamblea, tú con
tu hermano Aarón, y, en presencia de ellos, ordenad a la roca que dé agua.
Sacarás agua de la roca para darles de beber a ellos y a sus bestias.»
Moisés retiró la vara
de la presencia del Señor, como se lo mandaba; ayudado de Aarón, reunió la
asamblea delante de la roca, y les dijo:
«Escuchad, rebeldes:
¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?»
Moisés alzó la mano y
golpeó la roca con el bastón dos veces, y brotó agua tan abundantemente que
bebió toda la gente y las bestias.
El Señor dijo a Moisés
y a Aarón:
«Por no haberme creído, por no haber
reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no haréis entrar a esta
comunidad en la tierra que les voy a dar.»
(Ésta es la fuente de Meribá, donde los israelitas disputaron
con el Señor, y él les mostró su santidad.)
Palabra de
Dios
Salmo: 94,1-2.6-7.8-9
R/. Ojalá escuchéis hoy la
voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad,
postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.
Lectura del santo evangelio
según san Mateo (16,13-23):
En aquel
tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus
discípulos: «¿Quién dice la gente que
es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan
Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién
decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la
palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
«¡Dichoso tú, Simón,
hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi
Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del
reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo
que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Y les mandó a los
discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces empezó
Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí
mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que
ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡No lo permita Dios,
Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo
a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás,
que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»
Palabra del
Señor
1. En este evangelio, se unen
(y así se relacionan mutuamente) dos relatos que tienen mucho que ver el uno con
el otro.
El primero recoge la promesa que (según
Mateo) Jesús le hizo a Pedro concediéndole una autoridad singular en la
Iglesia.
El segundo nos informa de la durísima
recriminación que Jesús le hizo a Pedro al llamarle "Satanás" y
motivo de "escándalo" ("skándalon") (Mt 16, 23).
La conexión de ambos relatos es tan
fuerte, que se ha dicho, con razón, que todo se explica por un
"quiasmo", en el que precisamente la antítesis, de los dos relatos,
es lo que nos proporciona la clave para comprenderlos (U. Luz; J. Lambrecht).
2. Cada día son menos los
especialistas que aceptan que Jesús le dijo a Pedro las palabras de autoridad
de la primera parte. Sobre todo, porque nunca utiliza Jesús la expresión
"mi iglesia" (Mt 16, 18). De todas maneras, del conjunto de los
evangelios, Pedro es distinguido como discípulo privilegiado y portavoz de los
demás apóstoles. Pero deducir de este texto todos los poderes que hoy tiene el
papado es algo que no se encuentra en el Evangelio.
3. Lo que más llama la
atención es que la Iglesia, en su liturgia, ha unido, al texto del elogio a
Pedro, el texto de la denuncia que Jesús hace de la conducta de Pedro.
Este evangelio se ha leído así durante
siglos en la Iglesia. La Iglesia, pues, nos hace reflexionar lo mismo en las
luces que en las sombras que hay en esta figura. Luces y sombras que siguen hoy
presentes.
El respeto a Pedro no debe olvidar que
Pedro fue ya motivo de "escándalo" para Jesús. No olvidemos nunca que
Jesús designó a Pedro con el mayor elogio: roca de la Iglesia y con el mayor
rechazo: Satanás de la Iglesia. Firmeza de la fe y escándalo de la fe.
Exactamente como lo fue Jesús mismo: el "Dios"
"crucificado".
- ¿Puede haber mayor contraste?
Es el "quiasmo" eterno, el
contraste necesario, que la fe en Jesús nos exige.
Aceptar vivir fuertes como una roca. Y
al mismo tiempo, escandalosos como si fuéramos demonios, porque seguimos a
Jesús y vivimos como él.
Nuestra Señora de las Nieves
Dedicación de la Basílica de Santa María (en tiempos del Papa Sixto III, 432-440)
Vida de Nuestra Señora de las
Nieves
Una
vez que el Concilio de Éfeso, en el año 431, proclamó la maternidad divina de
María, el papa Sixto III erigió en Roma, sobre el monte Esquilino, una basílica
dedicada a la Santa Madre de Dios. Recibe también el nombre de Santa María de
las Nieves porque el sitio donde habìa de construirse quedó señalado de modo
milagroso con una fuerte nevada en pleno verano.
El
origen se atribuye a la época del papado de Liberio (352 - 366). Según una
tradición, en el siglo IV vivía en Roma una piadosa pareja. Habían sido
bendecidos con abundancia de bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor
era no tener hijos con los que pudieran compartir sus dones. Durante años
habían rezado por un hijo y heredero. En esta situación pasaron muchos años sin
ningún resultado; él se llamaba Juan Patricio mientras que el nombre de su
esposa se desconoce. Se atribuía gran caridad hacia los demás y eran en extremo
devotos de la Madre de Jesus, y no sabiendo a quien dejarle su enorme fortuna,
le rezaron con devoción para que los guiara en la asignación de la herencia.
La
tradición católica cuenta que la Virgen se manifestó ante ellos y les indicó
que, allá donde señalara, se le construyese el templo. Así, en la mañana de un
5 de agosto, amaneció nevado el monte Esquilino de Roma, lo que, como hecho
extraordinario, el matrimonio interpretó voluntad de la Virgen y así lo hizo
saber al Papa.
Otras
versiones afirman que la Virgen les agradeció sobremanera y la noche del 4 de
agosto, se le apareció a Juan Patricio y a su esposa, diciéndoles que deseaba
que construyeran una basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas
de Roma), en el punto preciso que ella señalaría con una nevada. También se le
apareció al Papa Liberio con el mismo mensaje. En la mañana siguiente, el 5 de
agosto, mientras brillaba el sol en pleno verano, la ciudad quedó sorprendida
al ver un terreno nevado en el Monte Esquilino. La pareja, feliz, se apresuró
al lugar y el Papa Liberio marchó hacia el mismo en solemne procesión. La nieve
cubrió exactamente el espacio que debía ser utilizado para la basílica y
desapareció una vez señalado el lugar.
La
obra se concluyó un año después, con la financiación de la familia patricia y
el apoyo eclesiástico. La iglesia desapareció no mucho tiempo después, y se
reconstruyó por el Papa Sixto III alrededor del año 434, siendo en la
actualidad la Basílica de Santa María la Mayor, por lo que hoy se celebra la
Memoria facultativa de la Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor.
DEVOCIÓN:
En
la actualidad, esta advocación se le llama Nuestra Señora, Protectora de Roma o
“SALUS POPULI ROMANI” (Auxilio del Pueblo Romano). El Señor también ha obrado
milagros -por medio de María- a través de numerosas réplicas, particularmente
sobre una que pertenecía a los Jesuitas.
Los
Papas siempre han sentido una tierna devoción por esta imagen de la Virgen
María. Algunos han pasado incluso noches enteras en oración ante él. Benedicto
XIV hizo el compromiso de hacerse presente para el canto de las letanías de
Sta. María la Mayor todos los sábados. El Papa Pablo V, la noche en que iba a
morir, manifestó el deseo de que lo llevaran a la capilla de Nuestra Señora
para así poder morir a sus pies.
Instauración de la fiesta de
Santa María, Reina:
El
1 de noviembre de 1954, al final del Año Mariano, el papa Pío XII colocó una
corona sobre la pintura de Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento,
se levantó un fuerte llanto de entre la gran multitud congregada en Sta. María
la Mayor: "¡Viva la Reina!". El Papa nombró a la Virgen Reina de
cielos y tierra y decretó que se celebrara una fiesta especial para honrarla
bajo ese título.
No
era éste un nuevo privilegio para la Madre de Dios. Ella siempre ha sido
considerada nuestra Reina, como lo testifica el arte Mariano desde los primeros
siglos y las oraciones, especialmente la Letanía de Loreto. Sin embargo, no
había hasta entonces fiesta en particular que lo conmemorara. En la actualidad
esta fiesta se celebra el 22 de agosto.
La
fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, 5 de agosto, se celebraba, en
principio, solamente en la basílica, se extendió en el siglo XIV a toda Roma y,
finalmente, san Pío V la declaró fiesta de la Iglesia universal en el siglo
XVII.
Es
la iglesia más antigua dedicada en Occidente a la Virgen María y uno de los
templos más visitados de Roma y de toda la cristiandad.
Hoy
se celebran las advocaciones de María: Nieves y Blanca
No hay comentarios:
Publicar un comentario