1 - DE SEPTIEMBRE – MIERCOLES
– 22ª – SEMANA DEL T. O. – B –
San Josué
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Colosenses (1,1-8):
Pablo, apóstol
de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos que
viven en Colosas, hermanos fieles en Cristo. Os deseamos la gracia y la paz de
Dios, nuestro Padre.
En nuestras oraciones damos siempre
gracias por vosotros a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, desde que nos
enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los
santos. Os anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los
cielos, que ya conocisteis cuando llegó hasta vosotros por primera vez el
Evangelio, la palabra, el mensaje de la verdad.
Éste se sigue propagando y va dando
fruto en el mundo entero, como ha ocurrido entre vosotros desde el día en que
lo escuchasteis y comprendisteis de verdad la gracia de Dios.
Fue Epafras quien os lo enseñó, nuestro
querido compañero de servicio, fiel ministro de Cristo para con vosotros, el
cual nos ha informado de vuestro amor en el Espíritu.
Palabra de Dios
Salmo: 51,10.11
R/. Confío en tu misericordia, Señor, por
siempre.
Pero yo, como
verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en la misericordia de Dios
por siempre jamás. R/.
Te daré
siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno.» R/.
Lectura del santo evangelio según
san Lucas (4,38-44):
En aquel
tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de
Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella.
Él, de pie a su lado, increpó a la
fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, los que tenían
enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre
cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también
demonios, que gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios.»
Los increpaba y no les dejaba hablar,
porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió a un lugar
solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo
para que no se les fuese.
Pero él les
dijo:
«También a los otros pueblos tengo que
anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»
Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Palabra del Señor
1. En este relato nos
encontramos con la primera narración de un conjunto abundante de curaciones de
enfermos, realizadas por Jesús.
El tema de las curaciones plantea una
serie de preguntas a las que resulta fácil dar una respuesta clara e
indiscutible.
En la Antigüedad, hablar de
"milagros" era un "género literario", que está presente en
las culturas de otros pueblos de aquel tiempo (John P. Meier, con abundante
bibliografía).
En relación a estos presuntos
"milagros", se plantea una pregunta capital:
- ¿ qué se nos plantea mediante estos
relatos? - ¿Su "historicidad" o su "ejemplaridad"?
De la historicidad, no podemos estar
seguros. En todo caso, lo que es indiscutible es su ejemplaridad.
- ¿Qué significa esto?
Muy sencillo y muy claro: la mayor
preocupación que tuvo Jesús fue la mayor preocupación que tenemos todos los
humanos: "nuestra salud'.
Por eso, las curaciones de enfermos son
tan frecuentes en los evangelios.
2. En esto se ve, se palpa,
la enorme humanidad de Jesús.
Jesús estaba convencido de que la salud
humana integral de las personas es lo primero en la vida. Porque eso de dar
vida, suprimir el dolor, aliviar el sufrimiento, aumentar la felicidad es como
nos acercaremos más a Dios.
En la medida en que somos más humanos.
3. Pero es evidente que esto no se puede llevar adelante si no nos anima y nos motiva una profunda espiritualidad. Por eso Jesús se retiraba con tanta frecuencia, a la soledad. Y pasaba las noches en oración. Dialogando constantemente con el Padre del Cielo.
La vida ejemplar, la generosidad sin
límites, eso es, ya en sí mismo, la más profunda mística que podemos vivir.
Una mística, reducida a meros sentimientos
de nuestro espíritu, puede ser un engaño.
San Josué
Martirologio Romano:
Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la
imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la
muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el
Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1).
Muerto Moisés, Josué
es el capitán que introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora de
poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas al sacarlos de Egipto. Han
pasado cuarenta años.
Es un pueblo joven el
que está en las proximidades de Canán. Son los hijos de los que Yahvé sacó con
mano poderosa. Se han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido del
mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas. Tienen esculpida en su alma
la idea de que sólo en la fidelidad a la Alianza tienen garantía de la
protección de Dios.
Breve Reseña
Josué
es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad
de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se
les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la victoria.
Jericó
es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas
duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.
Es
Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole
instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición
absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la
menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad,
cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de
defensa.
Sin
un "pero" de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como
Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve
superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en
su presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de
la tierra.
Fuente: Archiciócesis
de Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario