lunes, 30 de agosto de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 31 - DE AGOSTO – MARTES – 22ª – SEMANA DEL T. O. – B – Beato Enrique Vidaurreta Palma

 


 31 - DE AGOSTO – MARTES –

22ª – SEMANA DEL T. O. – B –

Beato Enrique Vidaurreta Palma

 

    Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (5,1-6.9-11):

 

En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche.

Cuando estén diciendo:

«Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.

Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas.

Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

    Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; él murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él. Por eso, animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 26,1.4.13-14

 

R/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida

 

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿quién me hará temblar? R/.

 

Una cosa pido al Señor, eso buscaré:

habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;

gozar de la dulzura del Señor,

contemplando su templo. R/.

 

Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,31-37):

 

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.

Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces:

«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?

¿Has venido a acabar con nosotros?

Sé quién eres: el Santo de Dios.»

Jesús le intimó:

«¡Cierra la boca y sal!»

El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño.

Todos comentaban estupefactos:

«¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.»

Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.

 

Palabra del Señor

 

1.  Jesús fue un carismático itinerante, nunca instalado, siempre libre. De forma

que, desde esa nueva forma de vida, se dedicó por entero a presentar una nueva

imagen de Dios, la imagen del Dios presente en "lo humano", en todo cuanto es realización plena de la condición humana. Y se entregó de lleno a cuestionar la "religión" de ritos y cultos sagrados, tal como se practicaba en Israel. Y por eso, se entregó a luchar contra todo lo que deshumaniza a los seres humanos: el sufrimiento en todas sus formas, las desigualdades, las relaciones humanas rotas o amenazadas, las desgracias de los peor tratados por la vida. En esto consistió el proyecto de Jesús. Y esta fue la religiosidad que vivió y enseñó Jesús.

 

2.  Por eso, después del incidente de Nazaret (Lc 4, 16-30), Jesús se fue a

Cafarnaúm y allí empieza a poner en práctica su proyecto. Allí expulsa demonios (Lc 4, 31-37) y cura a los enfermos (Lc 38-44).

En esto se manifestó la "autoridad" y el "poder" de Jesús.

Jesús no vino a enseñar ni una "doctrina", ni a practicar una "religión". Jesús vino a "humanizar" este mundo tan deshumanizado.

 

3.  Y esto es lo que explica por qué Jesús "conectó" tan rápidamente con el

pueblo, con la gente, sobre todo con la gente más necesitada de todo lo que él

precisamente ofrecía. Al tiempo que el mismo Jesús "sufrió el enfrentamiento"

de todos los que esperaban, deseaban y querían a toda costa más orden, más

religión, más poder, más autoridad, más dinero...

Por más que todo eso aumentara la deshumanización que ya soportamos en este mundo tan mal organizado.

 

Beato Enrique Vidaurreta Palma

 


Enrique Vidaurreta Palma (Antequera, 10 de octubre de 1896 – 31 de agosto de 1936.

Fue mártir de la persecución religiosa durante la Guerra Civil española y beatificado en Roma el 28 de octubre de 2007 junto a 498 mártires del siglo XX en España.

 

        Su padre, Enrique Vidaurreta Carrillo, Teniente de Navío de la Armada Española, murió en el buque Oquendo durante la batalla de Santiago de Cuba en la Guerra contra los Estados Unidos en 1898, quedando el joven Enrique y su hermano mayor Santiago bajo el cuidado de su madre Purificación Palma González del Pino.

 

        Los dos hijos estudiaron en el colegio de San Estanislao, de El Palo (Málaga), regentado por los jesuitas, donde es nombrado Prefecto de la Congregación Mariana. Terminados los estudios de bachillerato, su madre se trasladó a Madrid para que sus hijos continuasen los estudios superiores. Enrique ingresó en el seminario diocesano, donde estuvo dos años como alumno externo. Pensaba hacerse jesuita, pero cambió de opinión después de hablar con el obispo malagueño Manuel González.

 

        Terminados los estudios eclesiásticos fue ordenado de diácono el 21 de diciembre de 1918 y de presbítero el 14 de junio de 1919, ambas órdenes conferidas en la capilla de seminario conciliar de Madrid por el obispo de Madrid-Alcalá, Prudencio Melo Alcaide. Celebró la primera misa en la iglesia de San Francisco o de San Zoilo, de Antequera el 24 de junio de 1919. Posteriormente se le nombró capellán del asilo de San Manuel, en Málaga, donde trabajo en la administración de El Granito de arena, con los sacerdotes Pablo González Domínguez y Emilio Cabello.

 

        Comenzó a actuar en el seminario de Málaga a raíz de la marcha de los josefinos en 1920. Fue prefecto de disciplina de mayores y posteriormente vicerrector. El obispo diocesano Beato Manuel González García hizo construir de nueva planta el seminario diocesano en 1923. Don Enrique fue nombrado rector del seminario en 1929 y a través de los años fue profesor de varias materias filosóficas y teológicas. A causa de su formación musical se encargaba de los ensayos de la música litúrgica y de preparar a los seminaristas en el espíritu litúrgico y canto gregoriano.

 

        El 18 de julio de 1936, al producirse el levantamiento militar, Enrique Vidaurreta estaba en el seminario haciendo ejercicios espirituales con un grupo de sacerdotes. El día 21 se produce el asalto al seminario por un grupo de milicianos, Enrique Vidaurreta se presentó ante ellos diciendo que todos los que allí estaban eran sacerdotes, inmediatamente fueron detenidos y bajados por la fuerza al cuartel de Capuchinos donde permanecieron 24 horas. El 22 pasaron a la comisaría del Gobierno Civil y de allí a la Cárcel Provincial donde fueron asignados a la brigada 5ª que era el dormitorio destinado a los eclesiásticos. Allí rezaban el rosario, hacían meditación y lectura espiritual. Tenían dos o tres breviarios que se pasaban unos a otros. Hubo varias sacas de presos ajusticiados.

 

        La noche del 30 al 31 de agosto a eso de la 5 de la mañana, a la voz de “Arriba canallas”, entraron unos milicianos preguntando que quienes eran, a lo que respondieron que sacerdotes. A esta respuesta indicaron que salieran fuera. Entre los señalados estaba Don Francisco Palomo; Don Enrique intercede por él diciéndoles que estaba enfermo. El miliciano no hizo caso, sino que dio a Enrique Vidaurreta un empujón y lo metió en el grupo de los señalados para morir. Según testimonios de los presentes, poco después se oyeron descargas y a la mañana siguiente los mismos oficiales de prisiones confirmaron que los habían ido matando por el camino hasta el cementerio de San Rafael y que todo el camino estaba sembrado de cadáveres.

 

        Don Enrique y los demás fallecidos el día 31 de agosto fueron enterrados en una fosa común en el cementerio de San Rafael. Exhumados en 1940 y 1941, los restos de Don Enrique fueron reconocidos porque en el bolsillo tenia el Epitome de Moral. Se los trasladó a la catedral de Málaga. Ahora reposan en la Capilla de los Mártires, donde hay 2100 nichos, los restos del Beato Enrique reposa en uno de ellos. Se realizó su proceso diocesano en Málaga de 1964 a 1967 juntamente con cuatro agustinos y el diacono Juan Duarte.

 

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