viernes, 28 de febrero de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 2 - DE MARZO – DOMINGO – 8ª- SEMANA DE T.O. – C San Simplicio, papa

 

 


2 - DE MARZO – DOMINGO –

8ª- SEMANA DE T.O. – C

San Simplicio, papa

 

        Lectura del libro del Eclesiástico 27, 4-7

 

       Cuando se agita la criba, quedan los desechos; así, cuando la persona habla, se descubren sus defectos.

        El horno prueba las vasijas del alfarero, y la persona es probada en su conversación.

El fruto revela el cultivo del árbol, así la palabra revela el corazón de la persona.

No elogies a nadie antes de oírlo hablar, porque ahí es donde se prueba una persona.

 

Palabra de Dios.

 

  Salmo: 91, 2-3. 13-14. 15-16

 

  R/. Es bueno darte gracias, Señor.

  Es bueno dar gracias al Señor

y tocar para tu nombre, oh Altísimo;

proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad. R/.

 

   El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. R/.

 

 En la vejez seguirá dando fruto

y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo,

mi Roca, en quien no existe la maldad. R/.

 

       Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios: 15, 54-58.

 

 HERMANOS:

 Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:

 «La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?».

 El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley.

 ¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

 De modo que, hermanos míos queridos, manteneos firmes e inconmovibles.

 Entregaos siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor.

 

Palabra de Dios.

 

 

  Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

 

 EN aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:

 «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo?

 ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

 Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

 El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

 

Palabra del Señor.

 

 Cuatro errores a que debes evitar

 

Si un ciego guía a otro ciego...

 

  La última parte del “Discurso de la llanura” desconcierta por la variedad de personajes que aparecen: dos ciegos, un discípulo y su maestro, dos miembros de la comunidad, un hombre bueno y otro malo; uno inteligente, que construye su casa sobre roca, otro insensato, que la edifica sobre arena. Y también son muy diversas las imágenes: un hoyo, la mota y la viga en el ojo, el árbol sano y el árbol podrido; higos y zarzas, uvas y espinos. Evidentemente, se trata de frases de Jesús pronunciadas en diversos momentos y circunstancias. Sin embargo, pueden relacionarse con el tema que preocupa a Lucas, leído el domingo pasado: “no juzguéis, no condenéis”.

 

         [Nota: la liturgia, con su afición a mutilar el evangelio, ha suprimido la importantísima advertencia final sobre la necesidad de poner en práctica todo lo anterior. La añado en el comentario.]

 

Cuatro errores que debes evitar

 

1. Si te consideras con buena vista para juzgar y condenar a los demás, te equivocas. Estás ciego. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el hoyo.

 

¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?

¿No caerán los dos en el hoyo?    

 

2.  Si te consideras muy listo y bien preparado para juzgar y condenar a los demás, te equivocas. No eres un catedrático, sino un alumno de 1º. A lo más que puedes aspirar, después de mucho esfuerzo, es a ser como el catedrático.

 

Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

 

          3. Si te consideras digno de juzgar y condenar a los demás, te equivocas y eres un hipócrita. Tus fallos son mucho mayores. La viga de tu ojo es mucho más grande que la mota en el ojo de tu hermano y te impide ver bien.

 

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano:

"Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

 

 4. Si piensas que cuando juzgas y críticas a los demás lo único que haces es disfrutar o hacerles daño, te equivocas. Te haces daño a ti mismo, porque las palabras que salen de tu boca dejan al descubierto la maldad de tu corazón. [En esta última comparación del árbol bueno y el malo, cada uno con sus frutos, la clave está en las palabras finales: “De lo que rebosa el corazón habla la boca”. Del hombre bueno nunca saldrán críticas, juicios malévolos ni murmuraciones; solo saldrá perdón y generosidad. En cambio, quien critica, juzga, murmura, revela que tiene el corazón podrido.]

 

No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca».

 

Advertencia final (suprimida en la liturgia)

 

El discurso ha terminado. Jesús ha indicado a sus seguidores que hay dos grupos opuestos: pobres-odiados y ricos-elogiados. Ellos pertenecen al primero. Pero no deben enfrentarse a sus enemigos, sino amarlos, tratarlos bien, bendecirlos, rezar por ellos. Su modelo debe ser el Padre misericordioso y compasivo, “generoso con ingratos y malvados”. Con respecto a los hermanos, los miembros de la comunidad, las exigencias han sido también grandes: no juzgar, no condenar, perdonar, dar.  

Cabe un peligro: considerar lo anterior un bonito discurso que no es preciso poner en práctica. Basta con llamar a Jesús “¡Señor, Señor!”, que es una gran confesión de fe. Como quien dice: “Basta con ir a misa”. No. La enseñanza de Jesús hay que ponerla en práctica. En caso contrario, serías como el insensato que construye una casa al borde de un río. Cuando ocurre la inundación, se la lleva. Sé sensato y ponlo en práctica.

 

1ª lectura: ¿Quieres saber cómo es una persona? (Eclesiástico 27,5-8)

 

Este breve texto, desconcertante a primera vista, resulta claro cuando lo relacionamos con las palabras del evangelio: “De lo que rebosa el corazón habla la boca”. ¿Quieres saber cómo es una persona? Fíjate en lo que hace la gente de tu entorno (estamos en el siglo II a.C.).

Cuando quiere separar el trigo de la paja, criba.

Cuando quiere probar una vasija de barro, la mete en el horno del alfarero.

Cuando quiere saber si un árbol es bueno, mira sus frutos.

Cuando tú quieras conocer a fondo a una persona fíjate en cómo razona y en lo que dice. “De lo que rebosa el corazón habla la boca”.

 

Se agita la criba y queda el desecho,
así el desperdicio del hombre cuando es examinado.

El horno prueba la vasija del alfarero,
el hombre se prueba en su razonar.

El fruto muestra el cultivo de un árbol,
la palabra, la mentalidad del hombre.

No alabes a nadie antes de que razone,
porque esa es la prueba del hombre.

 

Reflexión

 

El “Discurso de la llanura”, aunque no tenga la fama del “Sermón del monte” de Mateo, es un resumen muy bueno de la actitud que debemos tener ante enemigos y hermanos. Generalmente se recuerda el amor a los enemigos. Pero es frecuente olvidar el amor a los otros miembros de la iglesia, la obligación de no juzgar ni condenar a quienes piensan o actúan de forma distinta.

En el siglo I, el papa Clemente preveía este peligro: «Cuando [los paganos] nos oigan decir que Dios dice: “No tenéis mérito si amáis a los que os aman; tenéis mérito si amáis a los enemigos y a los que os odian”, al escuchar esto se admirarán de una bondad tan grande; pero si ven que no solo no amamos a los que nos odian, sino que ni siquiera amamos a los que nos aman, se reirán de nosotros y blasfemarán” (Segunda carta de Clemente a los Corintios, 13,4).

Por otra parte, el carácter tan radical de algunas afirmaciones requiere explicación. Pero el mejor comentario no está en inglés ni en alemán. Es el mismo evangelio de Lucas. Leyendo y releyéndolo se iluminan muchas frases misteriosas.

 

 

San Simplicio, papa

 




 

Vida de San Simplicio, papa

 

Natural de Tívoli, en el campo de Roma. Es hijo de Castino. Le vemos formando parte del clero romano y sucediendo al papa san Hilario en la Sede de Roma, en marzo del año 467.

 

Le toca vivir y ser Supremo Pastor en un tiempo difícil por la herejía y la calamidad dentro de la Iglesia que aparece como inundada por el error. En Occidente, Odaco se ha hecho dueño de Italia y es arriano como los godos en las Galias, los de España y los vándalos en África; el panorama no es muy consolador, no. Los ingleses aún están en el paganismo. Para Oriente no van mejor las cosas, aunque con otros tonos, en cuanto a la vida de fe: el emperador Zenón y el tirano Basílico favorecen la herejía de Eutiques; los Patriarcas han resultado ambiciosos de poder y las sedes patriarcales son una deseada presa más que un centro de irradiación cristiana. ¡Lamentable estado general de la Iglesia que está necesitando un buen timonel!

 

El nuevo papa adopta en su pontificado una actitud fundamental: atiende preferente al clero. Procura su reforma, detectando el error y proponiendo el remedio con la verdad sin condescendencias que lo acaricien; muestra perseverancia firme y tesón férreo cuando debe reprimir la ambición de los altos eclesiásticos.

 

Modera la Iglesia que está en Oriente siendo un muro de contención frente a las ambiciones de poder y dominio que muestra Acacio, Patriarca de Constantinopla, cuando pretendía los derechos de Alejandría y Antioquía. No cedió a las pretensiones del usurpador Timoteo Eluro, ni a las del intruso Pedro el Tintorero. Defendió la elección canónica de Juan Tabenas como Patriarca de Alejandría frente a las presiones de Pedro Mingo protegido por el emperador Zenón.

 

Gobierna la Iglesia que está en Occidente mandando cartas a otro Zenón -obispo de Sevilla-, encargándole rectitud y alabando su dedicación permanente a la familia cristiana que tiene encomendada. También escribe a Juan, Obispo de Rávena, en el 482, con motivo de ordenaciones ilícitas: «Quien abusa de su poder -le dice- merece perderle». En el año 475 manda a los obispos galos Florencio y Severo corregir a Gaudencio y privar del ejercicio episcopal a los que ordenó ilícitamente al tiempo que da orientaciones para distribuir los bienes de la Iglesia y evitar abusos.

 

En su diócesis de Roma se comporta como modelo episcopal, entregándose al cuidado de sus fieles como si no tuviera en sus hombros a la Iglesia Universal. Aquí cuida especialmente la instrucción religiosa de los fieles, facilita la distribución de limosnas entre los más pobres y dicta normas para atender primordialmente la administración del bautismo. Aún tuvo tiempo para dedicar el primer templo en el occidente a San Andrés, el hermano del apóstol Pedro, iuxta sanctam Mariam o iuxta Praesepe, sobre el monte Esquilino.

 

También convocó un concilio para explicitar la fe ante los errores que había difundido Eutiques, equivocándose en la inteligencia de la verdad, pues, en su monofisismo, sólo admitía en Cristo la naturaleza divina con lo que se llegaba a negar la Redención.

 

Los datos exactos de su óbito no están aun perfectamente esclarecidos, si bien se conoce que fue en el mes de Febrero del año 483. Sus reliquias se conservan en Tívoli.

 

Los contemporáneos del santo conocieron bien la austeridad de su vida y su constante oración hasta el punto de afirmar que rezó como un monje y se mortificó como un solitario del desierto. Sin esos medios su labor de servicio a la Iglesia hubiera resultado imposible.

 

 

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 - DE MARZO – SÁBADO – 7ª- SEMANA DE T.O. – C San David de Gales

 


 

1 - DE MARZO – SÁBADO –

7ª- SEMANA DE T.O. – C

San David de Gales

 

         Lectura del libro del Eclesiástico (17,1-13):

 

   EL Señor creó al ser humano de la tierra, y a ella lo hará volver de nuevo.

   Concedió a los humanos días contados y un tiempo fijo, y les dio autoridad sobre cuánto hay en la tierra.

   Los revistió de una fuerza como la suya y los hizo a su propia imagen.

Hizo que todo ser viviente los temiese, para que dominaran sobre fieras y aves.

   Discernimiento, lengua y ojos,

oídos y corazón les dio para pensar.

   Los llenó de ciencia y entendimiento, y les enseñó el bien y el mal.

  Puso su mirada en sus corazones, para mostrarles la grandeza de sus obras, y les concedió gloriarse por siempre de sus maravillas.

  Por eso alabarán su santo nombre, para contar la grandeza de sus obras.

  Puso delante de ellos la ciencia,

y les dejó en herencia una ley de vida.

  Estableció con ellos una alianza eterna, y les enseñó sus decretos.

Sus ojos vieron la grandeza de su gloria y sus oídos oyeron su voz gloriosa.

  Les dijo: «Guardaos de toda iniquidad», y les dio a cada uno preceptos acerca del prójimo.

  La conducta humana está siempre ante Dios, no puede ocultarse a sus ojos.

 

Palabra de Dios

 

  Salmo: 102,13-14.15-16.17-18a

 

  La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos

 

   Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los que lo temen;

porque él conoce nuestra masa,

se acuerda de que somos barro. R/.

 

   Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, que el viento la roza, y ya no existe, su terreno no volverá a verla. R/.

 

  Pero la misericordia del Señor

dura desde siempre y por siempre,

para aquellos que lo temen;

su justicia pasa de hijos a nietos:

para los que guardan la alianza. R/.

 

 

      Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,13-16):

 

 En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:

  «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».

 Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

 

Palabra del Señor

 

 

  1.- Dios hizo al hombre a su propia imagen. Este pasaje del Eclesiástico tiene un paralelismo con la creación que se narra en el Génesis. Está empapado de una belleza extraordinaria; es una hermosa imagen llena de ternura y pasión de Dios por el ser humano, nuestra vida es una obra de arte, llena de infinito amor.

  El Señor derramó sin límites su amor, cuando creo al ser humano. Qué cierto es que en Él nos movemos, vivimos y existimos; somos su obra sublime al hacernos a su imagen y semejanza. No obstante, por la desobediencia de nuestros primeros padres, nosotros rechazamos este amor, cambiándolo por la avaricia y la soberbia de querer ser como Dios. Fuimos los autores del límite del tiempo: contado y fijo, fruto del pecado, Sin embargo, como la misericordia de Dios es infinita, nos dio autoridad sobre cuánto hay en la tierra, regalándonos muchos dones y privilegios, para que su gloria se manifieste en nosotros. Pero ¿realmente agradecemos al Señor todos los dones que nos ha otorgado, tanto materiales como espirituales? ¿Estamos convencidos de que esto es una realidad? No somos conscientes de que su mirada amorosa está constantemente puesta en nuestros corazones, ya que, sin su gracia, seríamos incapaces de alabarle, darle gracias y ser instrumentos de su amor, para el bien de los que nos rodean. Tenemos que grabar al “rojo vivo” en nuestros corazones, las actitudes más íntimas de Jesús, para poder identificarnos con Él y ser otros “Cristos” en la tierra, en medio del mundo.

 

  2.-  Aunque, en muchas circunstancias de la vida podamos tener la sensación de que el Señor no nos quiere o nos ha dejado solos, esto está muy lejos de la realidad, ya que, en este fragmento bíblico, nos recuerda que establece una alianza eterna, un pacto infinito, es decir, que, aunque nosotros fallemos, Él es fiel y constante en sus promesas. Por eso, debemos tener temor, no por considerar al Señor un tirano, sino por temer perderlo y no confiar plenamente en Él, amando al “dios” más cercano que tenemos: que es el prójimo. Y, ¿cómo podemos perder al Señor? Si no guardamos su Alianza. Sin Dios en nuestra vida, nos privamos de la esperanza futura en el encuentro con el Señor, es decir, sin él, no somos nada.

Él siente ternura por nosotros, que somos sus hijos, porque sabe que somos barro y nos perdona constantemente si nos arrepentimos de verdad, porque su amor es incondicional. ¡Qué locura, Dios mío! ¿Nos sentimos los primeros beneficiados de esta acción santificadora del Señor? ¿Qué más podemos pedirle? Debemos aprovechar este Año Jubilar, para discernir, escrutar y orar la Palabra de Dios y aplicarla a nuestro día a día.

 

   3.-  En este pasaje evangélico se percibe cómo el Señor ama, valora y defiende lo pequeño, lo frágil, lo que no cuenta, para anular lo que cuenta y lo identifica totalmente con el Reino de Dios.

  La mirada de Jesús es muy distinta que la de los discípulos, que en muchas ocasiones también es la nuestra, los cuales creen que el Reino de Dios es sólo para la gente fuerte, madura, importante, adulta, sin embargo, llama la atención que nuestro Señor se enfada con ellos, por su brusquedad y su poco tacto y delicadeza, al no ver que la inocencia, la candidez, la transparencia, el dejarse querer y a la vez dar cariño auténtico, son las llaves para entrar y ser parte del Reino de Dios.

  Los adultos hoy en día, la sociedad, e incluso la misma educación, están quitando la inocencia y el candor a los niños, que por naturaleza son inocentes, entonces, si se lo impedimos, ¿cómo podremos ser los adultos como ellos? ¿No será que tenemos que volver con sinceridad y sin doblez de corazón, nuestro pensar, ser y sentir a Jesucristo?

  ¿Cómo podemos ser parte de este Reino? Con la gracia de Dios, que va haciendo su obra en nuestras vidas y siendo dóciles y humildes a la acción santificadora del Espíritu Santo; experimentando el gozo de gustar y ver cuán bueno es el Señor, que es nuestro Camino, Verdad, Luz y Vida, teniendo la experiencia de un Dios Padre cercano, Amigo y familiar, que en Jesús somos sus hijos y hermanos entre nosotros. Que la luz de Cristo siga calentando, iluminando, guiando y dando sentido a nuestra vida y vocación.

 

San David de Gales

 



 
 

   Martirologio Romano: En Menevia, en Cambria, san David (o Dewi), obispo, que, imitando los ejemplos y virtudes de los Padres orientales, fundó un monasterio, del cual partieron muchos monjes que evangelizaron Cambria, Irlanda, Cornualles y Armórica (c. 601).

 

  Fecha de canonización: En el año 1120 por el Papa Calixto II.

 

  San David, o Dewi Sant, como se le conoce en idioma galés, es el santo patrono de Gales. Era un monje, abad y obispo celta que vivió durante el siglo VI. Fue arzobispo de Gales, y uno de los primeros santos que ayudaron a diseminar el cristianismo entre las tribus celtas paganas del oeste de las islas británicas.

 

  Dewi nació cerca de Capel Non, en la costa suroriental de Gales, cerca de lo que ahora es la ciudad de Sain Dewi. Estudió en un monasterio de nombre Hen Fynyw.

 

  Dewi hizo muchos viajes como misionero por todo Gales, donde estableció varias iglesias. También viajó al sur y oeste de Inglaterra y Cornualles. Fundó un monasterio en Glyn Rhosyn en la ribera del pequeño Río Alun, donde actualmente se yergue la catedral de la ciudad de Saint David.

 

Existen muchas historias acerca de la vida de Dewi, pero tal vez la más conocida se dice que ocurrió en el Sínodo de Llanddewi Brefi. Estaban por decidir se Dewi se convertiría en arzobispo. Una multitud se congregó en el Sínodo y cuando Dewi se puso de pié para tomar la palabra, uno de los miembros de la congregación grito: "No podremos verlo ni oírlo". En ese momento, el piso se elevó hasta que todos podían verlo y oírlo. Así, no era de sorprender que pronto fuera nombrado arzobispo.

 

  Se dice que Dewi vivió más de 100 años, y generalmente se acepta que murió en al año 589. Las últimas palabras que dirigió a sus seguidores fueron en un sermón un domingo antes de su muerte. Según uno de sus biógrafos, Dewi les dijo: "Sean alegres y mantengan su fe y su credo. Hagan las pequeñas cosas que me han visto u oído hacer. Yo caminaré por la ruta que nuestros ancestros recorrieron antes que nosotros".

 

  "Hagan las pequeñas cosas" es una frase muy conocida en galés que ha sido la inspiración de muchos. Se dice que el martes 1 de marzo del año 589 el monasterio se llenó de ángeles y Cristo recibió su alma.

 

  Tal como se celebra en la actualidad, el Día de San David data del año 1120, cuando Dewi fue canonizado por el Papa Callactus Segundo, y el 1 de marzo quedó incluido en el calendario de la Iglesia.

 

  San David fue, y sigue siendo, una figura muy importante de Gales. El Día de San David es una gran celebración para Gales.