domingo, 23 de febrero de 2025

Párate un momento: 25 - DE FEBERO – MARTES – 7ª- SEMANA DE T.O. – C San Valerio de Astorga

 


 
 

25 - DE FEBERO – MARTES –

7ª- SEMANA DE T.O. – C

San Valerio de Astorga

 

        Lectura del libro del Eclesiástico (2,1-11):    

 

       Hijo, si te acercas a servir al Señor, permanece firme en la justicia y en el temor, y prepárate para la prueba.
        Endereza tu corazón, mantente firme y no te angusties en tiempo de adversidad. Pégate a él y no te separes, para que al final seas enaltecido.
        Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y sé paciente en la adversidad y en la humillación.
Porque en el fuego se prueba el oro, y los que agradan a Dios en el horno de la humillación.
        Confía en él y él te ayudará,
endereza tus caminos y espera en él.
        Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia y no os desviéis, no sea que caigáis.
       Los que teméis al Señor, confiad en él, y no se retrasará vuestra recompensa.
        Los que teméis al Señor, esperad bienes, gozo eterno y misericordia.
        Los que teméis al Señor, amadlo y vuestros corazones se llenarán de luz.
        Fijaos en las generaciones antiguas y ved: ¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?,
o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?, o ¿quién lo invocó y fue desatendido?
Porque el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia, y protege a aquellos que lo buscan sinceramente.

Palabra de Dios

 

       Salmo: 36,3-4.18-19.27-28.39-40

       R/. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará    

 

      V/. Confía en el Señor y haz el bien, habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

        V/. El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre; no se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán. R/.

        V/. Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.
         Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá. 
R/.

        V/. El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva porque se acogen a él. R/.

 

      Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):

 

   En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.

   Les decía:

   «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.»

   Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.

        Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:

         «¿De qué discutíais por el camino?»

   Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.

   Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:

   «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»

   Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:

   «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

 

Palabra del Señor 

 

   1.- La oración colecta del domingo séptimo del tiempo ordinario, que en cierto modo marca el sentido de toda la semana, recoge una súplica dirigida al Señor: “concede a tu pueblo que la meditación continua de tu doctrina le enseñe a cumplir, de palabra y de obra, lo que a ti te complace”. Y así, conforme a lo pedido, la escucha de la palabra de Dios va unida a la “meditación continua de su doctrina”, para que, apreciada su enseñanza, ella impregne nuestro hablar y nuestro hacer, es decir la vida entera.

     Una primera llamada de atención se nos hace: si nos acercamos a servir al Señor es necesario: “permanecer firme en la justicia y el temor y prepárate para la prueba”. Ellos son el crisol del verdadero servicio a Dios. Y los consejos que se dan: endereza tu corazón…, endereza tus caminos; mantente firme…, pégate a él; se paciente en la adversidad; confía en él… Se trata de aprender asumiendo lo que allí se nos dice. Para ello sirve la meditación continua de su enseñanza. Porque tenemos que reconducir tanto nuestros afectos, como los criterios que rigen nuestros actos, perseverando en la respuesta a Dios, en medio de las dificultades y las pruebas.

      Aguardar esperando en el Señor, que es misericordioso y compasivo. El no permanece al margen de la andadura de cada ser humano, pues sostiene en las pruebas, saca de la angustia y sale al encuentro de los que con sinceridad le buscan. Así se aprende que todo, vivido en el nombre del Señor, produce su fruto. Todo se convierte en experiencia de la misericordia y compasión del mismo Dios.

 

2.-  Encomienda tu camino al Señor y él actuará. Con el salmista nos animamos unos a otros a poner nuestra confianza en el Señor y a descubrir en el quehacer de cada día, cómo él va actuando. La Comunidad unida en la oración y en la celebración de los misterios de la salvación, dice y se dice a sí misma: “encomienda tu camino al Señor y él actuará”.

     El salmista pone de manifiesto su confianza en el Señor y cómo experimenta, todo el que así actúa, la cercanía providente del Señor. Su vida se desarrolla en creciente gozo por el cuidado de aquél en quien se apoya. La antífona que repetimos expresa que siempre somos atendidos al depositar nuestra esperanza en él.

 

     3.- Marcos nos presenta a Jesús como Maestro que procura instruir a los que ha llamado. Dice que atravesaron Galilea y no quería que nadie lo supiera en razón de una necesidad concreta: instruir, enseñar personalmente a los discípulos. Era conveniente dejarles bien claro cuál era su misión para evitar una lectura distorsionada, conforme al interés de cada uno de ellos. Señala el evangelista lo que les comunica: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará”. Este es el anuncio clave, entonces y ahora. Y así como ellos “no entendían lo que decía” y al mismo tiempo “les daba miedo preguntarle”, también a nosotros nos ocurre lo mismo. Asumir que el seguimiento de Jesucristo pasa por unirse a su pasión y muerte, sin lo cual no se accede a la resurrección, se nos hace cuesta arriba.

    Se trata de estar con él, compartir con él, aprendiendo como él para poder continuar su obra. Ellos, en ese momento, parecen desconectar y se aplican a lo que a ellos realmente les interesaba. Pero para Jesús nada pasa desapercibido. Marcos pone en casa, en la intimidad podríamos decir, la pregunta de Jesús. Le preocupa lo que a nosotros nos ocupa mientras vamos de camino, porque es en el camino, donde se ha de experimentar lo que él nos ha enseñado. “¿De qué discutíais por el camino?”. Preguntó a los de Emaús. Preguntó a los que le siguieron ¿qué buscáis? En este pasaje, no hay respuesta. El silencio venía causado por la vergüenza que les producía haber discutido quién era el más importante.

 

    4.-  Sobre ello, Jesús, les enseñará también. Una enseñanza que no está desconectada del anuncio realizado. Lo que importa es entender todo como servicio. Ponerse en el último lugar, como siervo de todos. Como él ha hecho. Y al hacerlo, reflejar la actitud del niño, que está abierto a acoger. Acoger a los que no cuentan; acoger a los últimos. Acoger a los son tenidos como inútiles, porque en ellos se le acoge a él y en él, al mismo Padre que lo ha enviado. En definitiva, vivir la vida como él la vivió.

    ¿Le atendemos como merece ser atendido?

    ¿Cómo miramos a los otros?

 

San Valerio de Astorga

 

Valerio, confesor († s. VII)

 

  Santo de heroicas virtudes y de invicta paciencia en la adversidad.

 

   Nacido en Astorga y cristiano desde pequeño. La región del Bierzo es el escenario de sus virtudes y de su vida. Quiso entrar en el monasterio que fundó san Fructuoso en Compludo, pero por razones todavía hoy desconocidas no pudo entrar.

  Fallido el intento monacal, comienza una vida de oración y penitencia viviendo al estilo de los antiguos eremitas. Su modo de vivir, poco frecuente en la época, hace que de boca en boca vaya pasando la noticia de su existencia entre los habitantes del lugar que empiezan a visitarle en la ermita que hay junto al castillo llamado de la Piedra, en Astorga. Allá concurren con deseos de escucharle y de ser confortados en sus penas. El clérigo el cuidador de la ermita sólo comienza a interesarse por ella cuando advierte el sonar de las monedas y huele los pingües beneficios de las ofrendas; como se posesiona de ellas de mala manera, el santo se marcha para no facilitar su codicia extrema; pero hasta los pocos libros que tenía hubo de dejarlos en la ermita por considerar el clérigo chupón que fueron de ella.

   La gente del lugar le echa de menos y le sugieren un nuevo sitio para vivir, rezar y predicar. En Ebronato le edifican los fieles un oratorio donde se instala y recomienza. Como la gente se arremolina en torno a él, el obispo nombra un presbítero para que atienda la pequeña iglesia construida; Justo se llama el pastor y su justicia en el nombre se queda. De nuevo queda Valerio sin techo y reducido a la miseria. La gente sigue queriéndole y sufre la mala envidia de Justo que en alguna ocasión llegó a emplear la violencia física contra Valerio.

   En el mismo Bierzo, allí donde Fructuoso fundó el monasterio de san Pedro, encuentra un lugar tranquilo y puede reanudar una vez más su vida penitente y orante de eremita. El obispo de Astorga, Isidoro, le llama y pide su compañía para asistir al concilio de Toledo, al que no llegan por la muerte del prelado.

   También escribió dejando por escrito testimonio de la época. Esta literatura se conservó en el monasterio de Carracedo y la mantuvo como tesoro la iglesia de Oviedo. Su pluma dejó a la posteridad la vida de san Fructuoso, un abundante grupo de máximas y consejos a los religiosos del Bierzo, las revelaciones de los monjes Máximo y Bonelo y la historia del abad Donadeo.

   Terminó su vida a finales del siglo VII y sus reliquias se conservaron en el Altar Mayor de la iglesia del monasterio de san Pedro de los Montes, de la orden benedictina, cerca de Ponferrada.

   A quien se interna en su vida le da la sensación de que Dios lo preparó para la contrariedad. Y lo muy curioso del caso es que sus enfrentados siempre fueron clérigos. ¿Tan feo les pareció Valerio? Muchos de los buenos afirman, con pueril benevolencia, que es muy difícil convivir en esta tierra con un santo verdadero; pero quizás no caen en la cuenta de que a quien seriamente le cuesta convivir con los demás es al que lleva vida recta.

 

Fuente: Spider + archimadrid

 

 

 

 

 

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