25 - DE
FEBERO – MARTES –
7ª-
SEMANA DE T.O. – C
San Valerio de Astorga
Lectura del libro del Eclesiástico
(2,1-11):
Hijo, si te acercas a servir al Señor, permanece firme en la justicia y en
el temor, y prepárate para la prueba.
Endereza
tu corazón, mantente firme y no te angusties en tiempo de adversidad. Pégate a
él y no te separes, para que al final seas enaltecido.
Todo lo
que te sobrevenga, acéptalo, y sé paciente en la adversidad y en la
humillación.
Porque en el fuego se prueba el oro, y los que agradan a Dios en el horno de la
humillación.
Confía
en él y él te ayudará,
endereza tus caminos y espera en él.
Los que
teméis al Señor, aguardad su misericordia y no os desviéis, no sea que caigáis.
Los que
teméis al Señor, confiad en él, y no se retrasará vuestra recompensa.
Los que
teméis al Señor, esperad bienes, gozo eterno y misericordia.
Los que
teméis al Señor, amadlo y vuestros corazones se llenarán de luz.
Fijaos
en las generaciones antiguas y ved: ¿Quién confió en el Señor y quedó
defraudado?,
o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?, o ¿quién lo invocó y fue
desatendido?
Porque el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en
tiempo de desgracia, y protege a aquellos que lo buscan sinceramente.
Palabra de Dios
Salmo: 36,3-4.18-19.27-28.39-40
R/. Encomienda tu camino al
Señor, y él actuará
V/. Confía en el Señor y haz el bien, habitarás tu tierra y reposarás en ella
en fidelidad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu
corazón. R/.
V/. El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre; no
se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán. R/.
V/. Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.
Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá. R/.
V/. El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro; el
Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva porque se
acogen a él. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(9,30-37):
En aquel
tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron
Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus
discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en
manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días
resucitará.»
Pero no entendían aquello, y les daba miedo
preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino
habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el
último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de
ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como éste en mi
nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me
ha enviado.»
Palabra del Señor
1.- La
oración colecta del domingo séptimo del tiempo ordinario, que en cierto modo
marca el sentido de toda la semana, recoge una súplica dirigida al Señor:
“concede a tu pueblo que la meditación continua de tu doctrina le enseñe a
cumplir, de palabra y de obra, lo que a ti te complace”. Y así, conforme a lo
pedido, la escucha de la palabra de Dios va unida a la “meditación continua de
su doctrina”, para que, apreciada su enseñanza, ella impregne nuestro hablar y
nuestro hacer, es decir la vida entera.
Una primera llamada de atención se nos
hace: si nos acercamos a servir al Señor es necesario: “permanecer firme en la
justicia y el temor y prepárate para la prueba”. Ellos son el crisol del
verdadero servicio a Dios. Y los consejos que se dan: endereza tu corazón…,
endereza tus caminos; mantente firme…, pégate a él; se paciente en la
adversidad; confía en él… Se trata de aprender asumiendo lo que allí se nos
dice. Para ello sirve la meditación continua de su enseñanza. Porque tenemos
que reconducir tanto nuestros afectos, como los criterios que rigen nuestros
actos, perseverando en la respuesta a Dios, en medio de las dificultades y las
pruebas.
Aguardar
esperando en el Señor, que es misericordioso y compasivo. El no permanece al
margen de la andadura de cada ser humano, pues sostiene en las pruebas, saca de
la angustia y sale al encuentro de los que con sinceridad le buscan. Así se
aprende que todo, vivido en el nombre del Señor, produce su fruto. Todo se
convierte en experiencia de la misericordia y compasión del mismo Dios.
2.- Encomienda tu camino al Señor y él actuará. Con
el salmista nos animamos unos a otros a poner nuestra confianza en el Señor y a
descubrir en el quehacer de cada día, cómo él va actuando. La Comunidad unida
en la oración y en la celebración de los misterios de la salvación, dice y se
dice a sí misma: “encomienda tu camino al Señor y él actuará”.
El salmista pone de manifiesto su
confianza en el Señor y cómo experimenta, todo el que así actúa, la cercanía
providente del Señor. Su vida se desarrolla en creciente gozo por el cuidado de
aquél en quien se apoya. La antífona que repetimos expresa que siempre somos
atendidos al depositar nuestra esperanza en él.
3.- Marcos
nos presenta a Jesús como Maestro que procura instruir a los que ha llamado.
Dice que atravesaron Galilea y no quería que nadie lo supiera en razón de una
necesidad concreta: instruir, enseñar personalmente a los discípulos. Era
conveniente dejarles bien claro cuál era su misión para evitar una lectura
distorsionada, conforme al interés de cada uno de ellos. Señala el evangelista
lo que les comunica: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará”. Este es
el anuncio clave, entonces y ahora. Y así como ellos “no entendían lo que
decía” y al mismo tiempo “les daba miedo preguntarle”, también a nosotros nos
ocurre lo mismo. Asumir que el seguimiento de Jesucristo pasa por unirse a su
pasión y muerte, sin lo cual no se accede a la resurrección, se nos hace cuesta
arriba.
Se trata de estar con él, compartir con él,
aprendiendo como él para poder continuar su obra. Ellos, en ese momento,
parecen desconectar y se aplican a lo que a ellos realmente les interesaba.
Pero para Jesús nada pasa desapercibido. Marcos pone en casa, en la intimidad
podríamos decir, la pregunta de Jesús. Le preocupa lo que a nosotros nos ocupa
mientras vamos de camino, porque es en el camino, donde se ha de experimentar
lo que él nos ha enseñado. “¿De qué discutíais por el camino?”. Preguntó a los
de Emaús. Preguntó a los que le siguieron ¿qué buscáis? En este pasaje, no hay
respuesta. El silencio venía causado por la vergüenza que les producía haber
discutido quién era el más importante.
4.- Sobre
ello, Jesús, les enseñará también. Una enseñanza que no está desconectada del
anuncio realizado. Lo que importa es entender todo como servicio. Ponerse en el
último lugar, como siervo de todos. Como él ha hecho. Y al hacerlo, reflejar la
actitud del niño, que está abierto a acoger. Acoger a los que no cuentan;
acoger a los últimos. Acoger a los son tenidos como inútiles, porque en ellos
se le acoge a él y en él, al mismo Padre que lo ha enviado. En definitiva,
vivir la vida como él la vivió.
¿Le atendemos como merece ser atendido?
¿Cómo miramos a los otros?
Valerio, confesor († s. VII)
Santo de heroicas virtudes y de invicta
paciencia en la adversidad.
Nacido en Astorga
y cristiano desde pequeño. La región del Bierzo es el escenario de sus virtudes
y de su vida. Quiso entrar en el monasterio que fundó san Fructuoso en
Compludo, pero por razones todavía hoy desconocidas no pudo entrar.
Fallido el intento
monacal, comienza una vida de oración y penitencia viviendo al estilo de los
antiguos eremitas. Su modo de vivir, poco frecuente en la época, hace que de
boca en boca vaya pasando la noticia de su existencia entre los habitantes del
lugar que empiezan a visitarle en la ermita que hay junto al castillo llamado
de la Piedra, en Astorga. Allá concurren con deseos de escucharle y de ser
confortados en sus penas. El clérigo el cuidador de la ermita sólo comienza a
interesarse por ella cuando advierte el sonar de las monedas y huele los
pingües beneficios de las ofrendas; como se posesiona de ellas de mala manera,
el santo se marcha para no facilitar su codicia extrema; pero hasta los pocos
libros que tenía hubo de dejarlos en la ermita por considerar el clérigo chupón
que fueron de ella.
La gente del lugar
le echa de menos y le sugieren un nuevo sitio para vivir, rezar y predicar. En
Ebronato le edifican los fieles un oratorio donde se instala y recomienza. Como
la gente se arremolina en torno a él, el obispo nombra un presbítero para que
atienda la pequeña iglesia construida; Justo se llama el pastor y su justicia
en el nombre se queda. De nuevo queda Valerio sin techo y reducido a la
miseria. La gente sigue queriéndole y sufre la mala envidia de Justo que en
alguna ocasión llegó a emplear la violencia física contra Valerio.
En el mismo
Bierzo, allí donde Fructuoso fundó el monasterio de san Pedro, encuentra un
lugar tranquilo y puede reanudar una vez más su vida penitente y orante de
eremita. El obispo de Astorga, Isidoro, le llama y pide su compañía para
asistir al concilio de Toledo, al que no llegan por la muerte del prelado.
También escribió
dejando por escrito testimonio de la época. Esta literatura se conservó en el
monasterio de Carracedo y la mantuvo como tesoro la iglesia de Oviedo. Su pluma
dejó a la posteridad la vida de san Fructuoso, un abundante grupo de máximas y
consejos a los religiosos del Bierzo, las revelaciones de los monjes Máximo y
Bonelo y la historia del abad Donadeo.
Terminó su vida a
finales del siglo VII y sus reliquias se conservaron en el Altar Mayor de la
iglesia del monasterio de san Pedro de los Montes, de la orden benedictina,
cerca de Ponferrada.
A quien se
interna en su vida le da la sensación de que Dios lo preparó para la
contrariedad. Y lo muy curioso del caso es que sus enfrentados siempre fueron
clérigos. ¿Tan feo les pareció Valerio? Muchos de los buenos afirman, con
pueril benevolencia, que es muy difícil convivir en esta tierra con un santo
verdadero; pero quizás no caen en la cuenta de que a quien seriamente le cuesta
convivir con los demás es al que lleva vida recta.
Fuente: Spider + archimadrid
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