5 - DE FEBERO
– MIERCOLES –
4ª- SEMANA DE T.O. – C
SANTA ÁGUEDA
Lectura
de la carta a los Hebreos 12, 4-7. 11-15
Hermanos:
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado, y
habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces la corrección del
Señor, ni te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que
ama y castiga a sus hijos preferidos».
Soportáis la prueba para vuestra corrección,
porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero,
luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella. Por eso,
fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por
una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura. Buscad la
paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Procurad que
nadie se quede sin la gracia de Dios y que ninguna raíz amarga rebrote y haga
daño, contaminando a muchos.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 102,
1-2. 13-14. 17-18a
R. La misericordia del Señor dura por
siempre, para aquellos que lo temen.
Bendice, alma
mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.
Como un padre
siente ternura por sus hijos, siente el
Señor ternura por sus fieles; porque él
conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. R.
La misericordia del Señor dura desde
siempre y por siempre, para aquellos que lo temen; su justicia pasa de hijos a nietos: para los que
guardan la alianza. R.
Lectura del santo Evangelio según
san Marcos 6, 1-6
En aquel
tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó
el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se
preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso?
¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada?
¿Y esos milagros que realizan sus manos?
¿No es este el carpintero, el hijo de María,
hermano de Santiago y José y Judas y Simón?
Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su
tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó
algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y
recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra del Señor.
1.- La
primera lectura de hoy nos invita a contemplar el amor infinito de un Dios que
nos acompaña en cada paso de nuestra vida. Más que enfocarnos en la idea de
disciplina o castigo, este texto nos revela el corazón de un Padre que desea lo
mejor para sus hijos e hijas. Dios no es un juez distante, sino un Padre
cercano, que escucha nuestras luchas y nos sostiene en medio de las
dificultades.
En el camino de la fe, a veces enfrentamos
pruebas que parecen superarnos. Sin embargo, hoy se nos recuerda que esas
experiencias pueden ser una ocasión para experimentar de manera más profunda el
amor y la fidelidad de Dios. Su corrección no es un acto de rechazo, sino una
manifestación de cuidado y deseo de ayudarnos a crecer en libertad, justicia y
paz.
2.- Dios camina junto a cada hijo suyo,
fortalece nuestras manos cansadas y nuestras rodillas vacilantes, y nos llama a
avanzar con confianza en su promesa. Al escucharlo, descubrimos que su voz no
condena, sino que anima; no nos exige perfección, sino que nos invita a vivir
en el amor.
El texto
también nos exhorta a buscar la paz. En esta búsqueda, encontramos un eco del
amor de Dios que nos impulsa a ser instrumentos de reconciliación y bondad en
nuestro entorno. Al hacerlo, nos convertimos en testigos vivos de un Dios que
no solo escucha, sino que también actúa a través de sus hijos e hijas para
transformar el mundo con su amor.
"Un Dios que responde con Amor"
3.- Por
su parte, el Evangelio de hoy nos invita a meditar sobre las adversidades, en
este caso, sobre el rechazo al que Jesús se enfrenta en su propia tierra, entre
quienes lo conocen desde su infancia. Esta experiencia de rechazo nos permite
acercarnos al corazón humano de Jesús, quien, a pesar de ser el Hijo de Dios,
experimenta la incomprensión y la falta de fe de aquellos que deberían acogerlo
con mayor facilidad.
Jesús, sin embargo, no responde con
resentimiento ni se aparta de la misión a la que ha sido llamado, pero si se
asombra; y es que su asombro ante la incredulidad de los suyos es también una
muestra de su amor y humanidad, que nos sirve de espejo; porque, incluso cuando
enfrentamos rechazo o incomprensión, estamos llamados a perseverar en el amor y
en el cumplimiento de nuestra vocación cristiana.
Este pasaje también nos recuerda que Dios
actúa de manera sorprendente y, muchas veces, a través de lo cotidiano. Los
habitantes de Nazaret no pudieron reconocer a Jesús como el Mesías porque lo
veían solo como "el hijo del carpintero". El texto nos invita a abrir
los ojos a la presencia de Dios en nuestra vida diaria y a confiar en que él
puede obrar maravillas incluso en circunstancias adversas.
Que este Evangelio nos inspire a crecer en
fe, a acoger con corazones abiertos y a reconocer la presencia de Dios en los
rostros y acciones de quienes nos rodean a pesar de su rechazo.
¿Qué situaciones en tu vida han producido
frutos de justicia y paz, aunque inicialmente parecieron difíciles o dolorosas?
¿De qué manera puedes aprender del ejemplo de Jesús para perseverar en el amor
incluso ante el rechazo?
Padeció el
martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio
(249-251).
Desde la antigüedad su culto se extendió por
toda la Iglesia y su nombre fue introducido en el Canon romano.
La fama de su virtud
heroica- virginidad consciente y constante, puesta a prueba de mil modos
insinuantes y coercitivos- se extendió por toda la cristiandad y se confirmó
por diversos prodigios después de su muerte.
VIDA
Santa Águeda fue una joven
cristiana de Catania (o Palermo), en la isla de Sicilia, que murió mártir en el
siglo III. Prometida en matrimonio a Quinciano, gobernador de la isla, ella no
acepta por haberse consagrado a Dios desde su infancia.
A partir de esta negativa
las fuentes nos hablan de distintas pruebas que culminaron en su martirio
durante la persecución de Decio (Passio Santa Agathae), o durante la de
Diocleciano (Aldelmo, De laudibus virginitatis, cap. 42: PL 89, 142). Son,
pues, inciertas las fechas de su nacimiento y de su muerte (ca. 251).
El proceso de su martirio
se narra en la Passio Santa Agathae. Ante la primera negativa a los
requerimientos del gobernador, Águeda es encomendada a una tal Afrodisia que
trata de persuadirla durante 30 días. Presentada de nuevo ante el tribunal de
Quinciano, se declara cristiana y es condenada a prisión.
Después de algunos días la
llevan nuevamente al tribunal y la someten a nuevo interrogatorio. Vuelve a
rehusar, haciendo profesión de su fe en Cristo.
Su actitud provoca la ira
del gobernador, quien ordena le arranquen los pechos, y la envía una vez más a
prisión.
En esta etapa de su
encarcelamiento recibe la visita milagrosa y confortante del apóstol San Pedro.
La constancia de Águeda encuentra réplica en la tozudez de Quinciano, que
vuelve a la carga, haciéndole renovadas instancias y disponiendo, finalmente,
suplicios que le acarrearon la muerte.
La fama de su virtud
heroica- virginidad consciente y constante, puesta a prueba de mil modos
insinuantes y coercitivos- se extendió por toda la cristiandad y se confirmó
por diversos prodigios después de su muerte.
EL CULTO A SANTA
ÁGUEDA
El fervor popular la
constituyó patrona de Catania y abogada en las erupciones del Etna. Más
adelante se le consideró abogada en caso de incendio.
Finalmente, y por una
extensión fácilmente comprensible, pasó a invocarse como patrona de los
constructores de campanas (éstas anunciaban la aparición de un fuego).
Las reliquias de Santa
Águeda se conservaron primero en Catania, mas, por temor a la profanación
sarracena, fueron trasladadas a Constantinopla, de donde se rescataron
definitivamente en 1126.
Hay constancia de su culto
muy difundido en diversos documentos y monumentos: varias iglesias reciben su
nombre. Aparece en el Martirologio Jeronimiano, en el Calendario Cartaginés, y
en el Calendario Mozarábigo, en las Sinaxis griegas, y también se inserta su
nombre en el Canon de la Misa, probablemente por intervención directa del papa
San Gregorio (cfr. J. Jungmann, El sacrificio de la Misa, Madrid 1953, 937).
Los documentos litúrgicos
de los siglos VI al X fijan la fecha de celebración de su festividad el 5 de
febrero.
El documento fundamental y
más abundante relacionado con su martirio es la Passio Santa Agathae. Existen
de esta narración varias recensiones, una latina y dos griegas, que se remontan
a una recensión original común del siglo VI que suscita la sospecha de los
estudiosos a la hora de pronunciarse sobre su valor histórico.
Ello no obstante, puede afirmarse sin ningún
género de duda que, en fuerza de los testimonios monumentales y litúrgicos
aducidos, son absolutamente seguros desde el punto de vista histórico tanto el
hecho de su martirio y del culto que se le tributó desde muy pronto, como
también el lugar de su muerte, aunque algunas particularidades que se dicen
acompañaron a su martirio resulten dudosas.
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