lunes, 3 de febrero de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 5 - DE FEBERO – MIERCOLES – 4ª- SEMANA DE T.O. – C SANTA ÁGUEDA

 

 


 

5 - DE FEBERO – MIERCOLES –

 4ª- SEMANA DE T.O. – C

SANTA ÁGUEDA

 

       Lectura de la carta a los Hebreos 12, 4-7. 11-15

  Hermanos: Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado, y habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:

  «Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos».

   Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero, luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura. Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, contaminando a muchos.

 

Palabra de Dios.

 

        SALMO RESPONSORIAL 102, 1-2. 13-14. 17-18a

 

        R. La misericordia del Señor dura por siempre, para aquellos que lo temen.

 

  Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.

   Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

  Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. R.

     La misericordia del Señor dura desde siempre y por siempre, para aquellos que lo temen; su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza. R.

 

        Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 1-6

 

  En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:

  «¿De dónde saca todo eso?

  ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada?

  ¿Y esos milagros que realizan sus manos?

  ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón?

  Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».

  Y se escandalizaban a cuenta de él.

  Les decía:

  «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».

  No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

 

Palabra del Señor.

 

   1.-  La primera lectura de hoy nos invita a contemplar el amor infinito de un Dios que nos acompaña en cada paso de nuestra vida. Más que enfocarnos en la idea de disciplina o castigo, este texto nos revela el corazón de un Padre que desea lo mejor para sus hijos e hijas. Dios no es un juez distante, sino un Padre cercano, que escucha nuestras luchas y nos sostiene en medio de las dificultades.

   En el camino de la fe, a veces enfrentamos pruebas que parecen superarnos. Sin embargo, hoy se nos recuerda que esas experiencias pueden ser una ocasión para experimentar de manera más profunda el amor y la fidelidad de Dios. Su corrección no es un acto de rechazo, sino una manifestación de cuidado y deseo de ayudarnos a crecer en libertad, justicia y paz.

 

  2.- Dios camina junto a cada hijo suyo, fortalece nuestras manos cansadas y nuestras rodillas vacilantes, y nos llama a avanzar con confianza en su promesa. Al escucharlo, descubrimos que su voz no condena, sino que anima; no nos exige perfección, sino que nos invita a vivir en el amor.

El texto también nos exhorta a buscar la paz. En esta búsqueda, encontramos un eco del amor de Dios que nos impulsa a ser instrumentos de reconciliación y bondad en nuestro entorno. Al hacerlo, nos convertimos en testigos vivos de un Dios que no solo escucha, sino que también actúa a través de sus hijos e hijas para transformar el mundo con su amor.

  "Un Dios que responde con Amor"

 

  3.-  Por su parte, el Evangelio de hoy nos invita a meditar sobre las adversidades, en este caso, sobre el rechazo al que Jesús se enfrenta en su propia tierra, entre quienes lo conocen desde su infancia. Esta experiencia de rechazo nos permite acercarnos al corazón humano de Jesús, quien, a pesar de ser el Hijo de Dios, experimenta la incomprensión y la falta de fe de aquellos que deberían acogerlo con mayor facilidad.

  Jesús, sin embargo, no responde con resentimiento ni se aparta de la misión a la que ha sido llamado, pero si se asombra; y es que su asombro ante la incredulidad de los suyos es también una muestra de su amor y humanidad, que nos sirve de espejo; porque, incluso cuando enfrentamos rechazo o incomprensión, estamos llamados a perseverar en el amor y en el cumplimiento de nuestra vocación cristiana.

   Este pasaje también nos recuerda que Dios actúa de manera sorprendente y, muchas veces, a través de lo cotidiano. Los habitantes de Nazaret no pudieron reconocer a Jesús como el Mesías porque lo veían solo como "el hijo del carpintero". El texto nos invita a abrir los ojos a la presencia de Dios en nuestra vida diaria y a confiar en que él puede obrar maravillas incluso en circunstancias adversas.

  Que este Evangelio nos inspire a crecer en fe, a acoger con corazones abiertos y a reconocer la presencia de Dios en los rostros y acciones de quienes nos rodean a pesar de su rechazo.

  ¿Qué situaciones en tu vida han producido frutos de justicia y paz, aunque inicialmente parecieron difíciles o dolorosas? ¿De qué manera puedes aprender del ejemplo de Jesús para perseverar en el amor incluso ante el rechazo?

 

SANTA ÁGUEDA

 



  Padeció el martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio (249-251).

  Desde la antigüedad su culto se extendió por toda la Iglesia y su nombre fue introducido en el Canon romano.

 

  La fama de su virtud heroica- virginidad consciente y constante, puesta a prueba de mil modos insinuantes y coercitivos- se extendió por toda la cristiandad y se confirmó por diversos prodigios después de su muerte.

 

VIDA

  Santa Águeda fue una joven cristiana de Catania (o Palermo), en la isla de Sicilia, que murió mártir en el siglo III. Prometida en matrimonio a Quinciano, gobernador de la isla, ella no acepta por haberse consagrado a Dios desde su infancia.

  partir de esta negativa las fuentes nos hablan de distintas pruebas que culminaron en su martirio durante la persecución de Decio (Passio Santa Agathae), o durante la de Diocleciano (Aldelmo, De laudibus virginitatis, cap. 42: PL 89, 142). Son, pues, inciertas las fechas de su nacimiento y de su muerte (ca. 251).

  El proceso de su martirio se narra en la Passio Santa Agathae. Ante la primera negativa a los requerimientos del gobernador, Águeda es encomendada a una tal Afrodisia que trata de persuadirla durante 30 días. Presentada de nuevo ante el tribunal de Quinciano, se declara cristiana y es condenada a prisión.

  Después de algunos días la llevan nuevamente al tribunal y la someten a nuevo interrogatorio. Vuelve a rehusar, haciendo profesión de su fe en Cristo.

  Su actitud provoca la ira del gobernador, quien ordena le arranquen los pechos, y la envía una vez más a prisión.

  En esta etapa de su encarcelamiento recibe la visita milagrosa y confortante del apóstol San Pedro. La constancia de Águeda encuentra réplica en la tozudez de Quinciano, que vuelve a la carga, haciéndole renovadas instancias y disponiendo, finalmente, suplicios que le acarrearon la muerte.

  La fama de su virtud heroica- virginidad consciente y constante, puesta a prueba de mil modos insinuantes y coercitivos- se extendió por toda la cristiandad y se confirmó por diversos prodigios después de su muerte.

 

EL CULTO A SANTA ÁGUEDA

  El fervor popular la constituyó patrona de Catania y abogada en las erupciones del Etna. Más adelante se le consideró abogada en caso de incendio.

  Finalmente, y por una extensión fácilmente comprensible, pasó a invocarse como patrona de los constructores de campanas (éstas anunciaban la aparición de un fuego).

  Las reliquias de Santa Águeda se conservaron primero en Catania, mas, por temor a la profanación sarracena, fueron trasladadas a Constantinopla, de donde se rescataron definitivamente en 1126.

  Hay constancia de su culto muy difundido en diversos documentos y monumentos: varias iglesias reciben su nombre. Aparece en el Martirologio Jeronimiano, en el Calendario Cartaginés, y en el Calendario Mozarábigo, en las Sinaxis griegas, y también se inserta su nombre en el Canon de la Misa, probablemente por intervención directa del papa San Gregorio (cfr. J. Jungmann, El sacrificio de la Misa, Madrid 1953, 937).

  Los documentos litúrgicos de los siglos VI al X fijan la fecha de celebración de su festividad el 5 de febrero.

  El documento fundamental y más abundante relacionado con su martirio es la Passio Santa Agathae. Existen de esta narración varias recensiones, una latina y dos griegas, que se remontan a una recensión original común del siglo VI que suscita la sospecha de los estudiosos a la hora de pronunciarse sobre su valor histórico.

   Ello no obstante, puede afirmarse sin ningún género de duda que, en fuerza de los testimonios monumentales y litúrgicos aducidos, son absolutamente seguros desde el punto de vista histórico tanto el hecho de su martirio y del culto que se le tributó desde muy pronto, como también el lugar de su muerte, aunque algunas particularidades que se dicen acompañaron a su martirio resulten dudosas.

 

 

 

 

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