10 - DE
FEBERO – LUNES –
5ª-
SEMANA DE T.O. – C
Santa Escolástica, virgen
Comienzo
del libro del Génesis (1,1-19):
Al principio
creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla
cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre
la faz de las aguas.
Dijo Dios:
«Exista la luz».
Y la luz existió.
Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios
la luz de la tiniebla. Llamó Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día
primero.
Y dijo Dios:
«Exista un firmamento entre las aguas, que
separe aguas de aguas».
E hizo Dios el firmamento y separó las aguas
de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento. Y así fue.
Llamó Dios al firmamento «cielo».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.
Dijo Dios:
«Júntense las aguas de debajo del cielo en un
solo sitio, y que aparezca lo seco».
Y así fue. Llamó Dios a lo seco «tierra», y a
la masa de las aguas llamó «mar». Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios:
«Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde
que engendre semilla, y de árboles frutales que den fruto según su especie y
que lleven semilla sobre la tierra».
Y así fue. La tierra brotó hierba verde que
engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban
semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día
tercero.
Dijo Dios:
«Existan lumbreras en el firmamento del
cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y
los años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre
la tierra».
Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes:
la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y
las estrellas. Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la
tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla. Y
vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.
Palabra de Dios
Salmo:103, 12a.56.10.12.24.
35c
R/. Goce el Señor con sus obras
Bendice, alma
mía, al Señor, ¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad, la luz te
envuelve como un manto. R/.
Asentaste la
tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas
se posaron sobre las montañas. R/.
De los
manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las
frondas se oye su canto. R/.
Cuántas son
tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor! R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(6,53-56):
En aquel
tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y
atracaron. Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda
la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los
enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban
a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla
de su manto; y los que lo tocaban se curaban.
Palabra del Señor
1.- El relato del Génesis nos invita a
una reflexión teológica de la existencia. Dios crea por amor propiciando la
vida. La Palabra de Dios es creadora, ilumina, brinda armonía y nos ayuda a
tener una mirada amplia de nuestra vida y de la realidad. En lenguaje poético y
simbólico nos afirma que todo viene de Dios. La existencia se va desarrollando
progresivamente. Todo tiene su ritmo. Cada realidad tiene su tiempo, su lugar y
su sentido. El amor divino nos hace llegar a la plenitud. No se trata solo de
conocer sino fundamentalmente contemplar y alabar el don de la belleza y la
fecundidad que cada realidad tiene en la vida. Por eso hacemos nuestra la
exhortación del salmista de bendice al Señor por sus obras. Es tiempo oportuno
para admirar y dejarnos interpelar porque en todo vemos la mano del Creador.
Como indicaba Javier Saravia, en sus cursos bíblicos: «Todo lo creado por Dios
es bueno. Tú, yo y nosotros somos creación de Dios y somos valiosos. ¡Ámate a
ti mismo, porque eres una obra buena de Dios! Debemos amar y cuidar a todos y a
todo lo que nos rodea.»
2.- El final del capítulo 6 del evangelio de
Marcos nos brinda una síntesis de la misión de Jesús. El maestro va al
encuentro de las personas y desembarca en medio de su realidad. Con sus
discípulos camina en medio del pueblo. Cuando dejamos que el Señor ponga en el
centro a Dios miramos la realidad con ojos de misericordia. Por eso su
presencia transforma la realidad. Una realidad, que muchas veces, necesita ser
sanada, bendecida, cuidada, perdonada. Es la iniciativa de Jesús la que
devuelve la dignidad a las personas.
Como los
discípulos es importante que nos dejemos interpelar por esta pedagogía del
Señor.
Que renovemos
nuestro compromiso por compartir esta presencia salvadora y sanadora de Jesús
que tanto necesita este tiempo actual en el que vivimos.
Santa Escolástica, virgen
Nació en el año 480, en Nursia, Italia. Su madre murió de parto. Es hermana
gemela de San Benito. Ambos se entregaron a Dios desde muy jóvenes y le siguió
a Montecassino y alcanzaron la santidad en la vida religiosa. Murió en el año
547. San Benito murió poco después.
Después que su hermano se fuera a Montecasino a establecer el famoso
monasterio, ella se estableció a unas cinco millas de distancia, en
Plombariola, donde fundó un monasterio y la orden de las monjas benedictinas la
cual gobernó siguiendo la regla de su hermano.
Hermana de San Benito, se consagró a Dios desde su más tierna edad. Mientras
su hermano residió en Monte Casino, ella se hallaba en Plombariola, fundando y
gobernando un monasterio.
Tenía la costumbre de visitar a San Benito una vez al año y como no estaba
permitido que entrar al monasterio, él salía a su encuentro para llevarla a una
casa de confianza, donde los hermanos pasaban la velada orando, cantando himnos
de alabanza a Dios y discutiendo asuntos espirituales. Sobre la última visita,
San Gregorio hace una notable descripción, en la cual, la santa presintiendo
que no volvería ver más a su hermano, le rogó que no partiera esa noche sino al
día siguiente, pero San Benito se sintió incapaz de romper las reglas de su
monasterio.
Entonces, Santa Escolástica apeló a Dios con una ferviente oración para que
interviniera en su ayuda, y acto seguido, estalló una fuerte tormenta que
impidió que su hermano regresara al monasterio. Los dos santos pasaron la noche
hablando de las cosas santas y de asuntos espirituales. Tres días después, la
santa murió, y su hermano que se encontraba absorto en la oración tuvo la
visión del alma de su hermana ascendiendo al cielo en forma de paloma.
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