12 - DE
FEBERO – MIERCOLES –
5ª-
SEMANA DE T.O. – C
Santa Eulalia de Barcelona
Lectura del libro del Génesis
(2,4b-9.15-17):
El día en que
el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni
brotaba hierba en el campo, Porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre
la tierra, ni había hombre que cultivase el suelo; pero un manantial salía de
la tierra y regaba toda la superficie del suelo.
Entonces el Señor Dios modeló al hombre del
polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió
en ser vivo. Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y
colocó en él al hombre que había modelado.
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda
clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol
de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.
El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo
guardara y lo cultivara.
El Señor Dios dio este mandato al hombre:
«Puedes comer de todos los árboles del
jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el
día en que comas de él, tendrás que morir».
Palabra de Dios
Salmo: 103,1-2a.27-28.29be-30
R/ Bendice, alma mía, al Señor
Bendice, alma
mía, al Señor, ¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad, la luz te
envuelve como un manto. R/
Todos ellos
aguardan a que les eches comida a su tiempo: se la echas, y la atrapan; abres tu
mano, y se sacian de bienes. R/
Les retiras el
aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas
la faz de la tierra. R/
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(7,14-23):
En aquel
tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de
fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro
al hombre».
Cuando dejó a la gente y entró en casa, le
pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo:
«También vosotros seguís sin entender? ¿No
comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no
entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina».
(Con esto declaraba puros todos los
alimentos).
Y siguió:
«Lo que sale de dentro del hombre, eso sí
hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los
pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios,
codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo,
frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».
Palabra del Señor
1.- El Señor Dios hizo brotar toda la vida vegetal y colocó en medio
al hombre para que lo cuidara.
Es el remate de la creación. Dios ha
terminado su obra y a partir de aquí es al hombre al que le corresponde
cultivar y cuidar el jardín.
No hay mucha duda de que se trata de un
relato mítico creado por un autor al que traen sin cuidado los detalles
científicos de la realidad histórica. Para el autor, Dios ha creado el mundo y
todo cuanto existe. No le importa el tiempo real de la creación: le da igual
que sean segundos o millones de años de evolución. Todo eso son detalles sin
importancia siempre que vayan abocados a dejar constancia de que todo,
absolutamente todo lo que existe, es obra de Dios. Y Dios todo lo hizo bien.
2.- Por
alguna razón, acabado el capítulo primero de Génesis, en cuyos versículos 27 y
28 describe la creación del hombre y la mujer iguales, parece que el autor no
estaba muy conforme con el relato y lo corrigió en el capítulo siguiente, donde
aparecen el árbol del bien y del mal y el árbol de la vida, y, unos versículos
más adelante, narra de nuevo la creación del hombre, con un matiz muy
importante sobre el primer relato. En aquel Dios los creo hombre y mujer,
iguales en derecho y dignidad. Sin embargo el segundo relato hace que la mujer
aparezca como inferior al hombre, salida de un hueso del varón. Parece que las
creencias sociales semitas sobre la inferioridad de la mujer frente al varón
contaminan el relato y lo corrigen innecesariamente. Así damos valor a las
escusas que, también nosotros ahora, estamos preparados para dar cuando la
ocasión lo requiera: “… La mujer que me diste de compañera, me dio y comí”; “…
la serpiente me engaño y comí”, inaugurando la tendencia humana de echar las
culpas al subordinado, en lugar de aceptar la propia responsabilidad. Así somos
y así actuamos: la culpa siempre es del otro.
3.- Escuchad y entended todos: nada que entre
de fuera puede hacer al hombre impuro
Esta es la raíz de la cuestión: nada que
entre de fuera en el hombre puede hacerlo impuro. El humano ha confundido con
bastante frecuencia el rito, que acerca y santifica, con un feroz ritualismo,
esclavo de la letra, que sigue sin abrir los ojos, sin mirar qué es lo que a
Dios agrada.
La lección del evangelio de hoy es bastante
clara: no es la literalidad de las prohibiciones sobre comidas puras o impuras,
sino lo que el corazón del hombre siente y practica. Es evidente que lo que
entra por la boca acaba inexorablemente en la letrina sin que su impureza pueda
manchar nuestro espíritu. No así los sentimientos que alejan el amor al prójimo
de nuestra vida. Esforcémonos por hacer de nuestras actuaciones solamente
aquello que beneficia al prójimo, porque eso es lo más importante. Nadie puede
hacer daño a aquello que ama y, si atendemos a los ejemplos que Jesús nos pone
parece claro y evidente que malo, y que hace malo al hombre, solo son aquellas
acciones, u omisiones, que dañan al hermano.
La ley hay que cumplirla porque es el camino
que nos lleva a la perfección humana. Una actitud farisaica nos empuja al
cumplimiento de la norma solamente “porque es la norma” el ritualismo ciego nos
lleva a abandonar lo bueno, lo divino que la ley tiene, que siempre está teñido
con los colores del amor. Si el amor no está presente en los preceptos, hay que
dudar que vengan de Dios.
Sigamos el rito, que nos llevará a la
perfección, pero huyamos del esterilizante ritualismo que no nos llevará a
Dios, sino que nos conducirá el error, porque en el ritualismo no está el amor,
sino una actitud farisaica, seguramente exigente e inflexible, con apariencia
de ser lo bueno. Recordemos que el sábado se hizo para el hombre, no el hombre
para el sábado.
No nos dejemos engañar.
En la ciudad de Barcelona, en la Hispania Tarraconense, memoria de santa
Eulalia (Eulàlia, Laia), virgen y mártir (in. s. IV). Virgen mártir, patrona de
Barcelona y Perpiñán
Vida de Santa Eulalia de Barcelona
Eulalia de Barcelona vivió cerca de Barcina, Hispania (actual Barcelona,
España) en los tiempos del emperador Diocleciano (284-305) durante el siglo III
o IV, siendo papa Marcelino.
Durante la persecución de los cristianos en la región, Eulalia, una muchacha
de entre 13 y 15 años escapó de una casa de campo donde sus padres la habían
encerrado para que no se entregase a las autoridades, abiertamente confesó su
fe y fue entregada al martirio. Fue víctima de diferentes tormentos y murió en
la cruz.
De acuerdo con la tradición, uno de estos tormentos consistió en lanzarla
rodando dentro de un tonel lleno de vidrios rotos por la calle (actualmente
llamada Baixada de Santa Eulàlia -Bajada de Santa Eulalia-), donde hay una
imagen de la santa en una pequeña capilla.
Dice la leyenda que fue clavada desnuda en una cruz de forma de 'X' (forma
conocida como cruz de Santa Eulalia). En aquel momento para preservar su
intimidad le crecieron los cabellos y comenzó a nevar.
Al final de su oración de que el Señor la tomara a Su Reino, la gente vio
volar hacia el cielo de su boca una paloma blanca.
Fue canonizada y se considera santa tanto por la Iglesia Católica Romana,
como por la Ortodoxa.
Sus despojos fueron localizados en 878 por el obispo Frodoi y trasladados
solemnemente a la catedral.
Fuente: Spider Martirologio + wikipedia
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