7 - DE FEBERO
– VIERNES –
4ª-
SEMANA DE T.O. – C
San Ricardo rey
Lectura de la Carta a los Hebreos (13,1-8):
HERMANOS:
Conservad el amor fraterno y no olvidéis la
hospitalidad: por ella algunos, sin saberlo, “hospedaron” a ángeles.
Acordaos de los presos como si estuvierais
presos con ellos; de los que son maltratados como si estuvierais en su carne.
Que todos respeten el matrimonio; el lecho nupcial, que nadie lo
mancille, porque a los impuros y adúlteros Dios los juzgará.
Vivid sin ansia de dinero, contentándoos con
lo que tengáis, pues él mismo dijo:
«Nunca te dejaré ni te abandonaré»; así
tendremos valor para decir:
«El Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué
podrá hacerme el hombre?».
Acordaos de vuestros guías, que os anunciaron
la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe.
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
Palabra de Dios
Salmo: 26
R/. El
Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mí
luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me
hará temblar? R/.
Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. R/.
Él me
protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca. R/.
Tu rostro buscaré, Señor, no me
escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres
mi auxilio; no me deseches. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (6,14-29):
EN aquel
tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de
él.
Unos decían:
«Juan el Bautista ha resucitado de entre los
muertos y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».
Otros decían:
«Es Elías».
Otros:
«Es un profeta como los antiguos».
Herodes, al oírlo, decía:
«Es Juan, a quien yo decapité, que ha
resucitado».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y
lo había metido en la cárcel encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con
Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito
tener a la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo,
pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre
justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía
con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su
cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente
principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando
mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad
de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó
al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja
la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero por el
juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su
guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la
cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su
madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger
el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
Palabra del Señor
1.- El autor de la carta hace unas
cuantas recomendaciones a sus lectores. Empieza hablándoles del amor fraterno y
de la hospitalidad. Les pide también que se acuerden de los que están presos y
de los que son maltratados. Toca igualmente el tema del matrimonio: “El lecho
nupcial que nadie lo mancille, porque a los impuros y adúlteros Dios los
juzgará”.
De la misma manera les recuerda el tema del
dinero, para que no apoyen su vida en él, sino en el Señor y puedan decir: “El
Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?
Les pide también que se acuerden de sus
jefes: “fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el
mismo ayer y hoy y siempre”
Buenas
recomendaciones también para nosotros cristianos del siglo XXI que queremos
seguir a Jesucristo en todas las situaciones de nuestra vida. No hay mejor
camino.
2.- La fama de Jesús, basándose en su vida y
predicación, había empezado a extenderse y había distintas opiniones sobre
él. Que, si era Juan Bautista, Elías, uno de los profetas antiguos…
El rey Herodes, a pesar de que apreciaba a
Juan, hostigado por Herodías, que estaba muy en contra de Juan, que la
reprochaba su unión con la mujer de su hermano, acabó dando muerte a Juan
Bautista.
Nunca los cristianos de cualquier época
debemos emplear nuestros recursos para ir en contra del evangelio, que es el
mejor camino para vivir nuestra vida.
San Ricardo rey
En Luca, de la
Toscana, san Ricardo Rey, padre de los santos Willibaldo y Waldburgis, el cual,
peregrinando junto con sus hijos desde Inglaterra a Roma, falleció durante el
camino (c. 720).
Era una familia de
Wessex, compuesta del padre, cuyo nombre no se menciona, y sus hijos Wilibaldo
y Winebaldo. Hicieron la travesía por el Sena, desembocaron en Rouen visitaron
varios santuarios franceses y salieron para Roma. Pero en Lucca el padre murió
y fue sepultado en la iglesia de san Frediano. Se registraron milagros en su
tumba, donde están todavía sus reliquias y donde se observa su fiesta con
devoción.
Su hijo Wilibaldo
se unió más tarde a san Bonifacio y llegó a ser el primer obispo de Eichstätt
en Baviera. Los detalles anteriores los debemos a un documento llamado el
«Hodoeporicon», escrito por una de sus parientes, monja de Heidenheim, quien
anotó los recuerdos que tenía sobre la vida del santo, tal como él se las
relató de palabra. Dicho documento es la fuente de todo lo que sabemos del
padre de san Wilibaldo y san Winebaldo y su hermana santa Walburga: pero esto
no era suficiente para los fieles de Lucca y de Eichstátt, que tanto veneraban
al santo varón. Entonces le inventaron un nombre «Ricardo», una vida y una
posición: «rey de los ingleses». En realidad, en Inglaterra no hubo ningún rey
Ricardo antes de Corazón de León, y nada se sabe de la condición del padre de
Wilibaldo, excepto que tenía buena posición social, pues podía costear viajes
de larga duración. Sin embargo, en el Martirologio Romano antiguo se inscribía
como «sanctus Richardus rex Anglorum», aunque en el actual se ha retirado esa
caracterización de «rey de los ingleses», que sólo permanece en la iconografía
del santo. Lo poco que sabemos acerca de él queda compensado por los amplios
informes dignos de confianza sobre sus hijos.
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