jueves, 28 de abril de 2016

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 de Abril ~ VIERNES ~ 5ª ~ SEMANA DE PASCUA ~ C Santa Catalina de Siena, patrona de Europa



29 de Abril ~ VIERNES ~
5ª ~ SEMANA DE PASCUA ~ C
Santa Catalina de Siena, patrona de Europa

       Evangelio según san Juan 15,12-17

       En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
       Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
       Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.  Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.  No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os ha elegido, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.  De modo que lo que le pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé.  
       Esto os mando:
       que os améis unos a otros”.

       1.   Este evangelio es la continuación inmediata del anterior.  No solo porque está
(en el texto de Juan) inmediatamente después. Sino sobre todo porque es la aplicación (y la consecuencia) que el mismo Jesús deduce de lo que ha dicho antes.
       En el evangelio de ayer veíamos que Jesús afirma su cualidad, única e irrepetible, de ser, él mismo, el revelador de Dios.  Allí nos dice Jesús “cómo” es Dios.  Ahora nos explica “lo que” Dios quiere de nosotros.  Y lo que Dios quiere —lo único que quiere— es que nos amemos, como Jesús nos amó.  
       Esta insistencia en el cariño mutuo es la prueba más clara de la importancia central que Jesús le concede a este asunto.  
       Jesús no habló nunca de temas que han cobrado una importancia enorme en la Iglesia: la obediencia al papa y a los obispos, la observancia de los rituales y ceremonias, la ortodoxia en las creencias y doctrinas teológicas, la honestidad en las buenas costumbres.  
       Todo eso es secundario. Lo central entre los humanos es lo único que es central en Dios y en Jesús: el cariño mutuo, la bondad sin límites, el respeto y la tolerancia con todos.  Sin eso no puede haber amor.

       2.   Es fácil, es incluso necesario, amar a quien nos quiere o simplemente a quien nos cae bien y con quien sintonizamos espontáneamente.  
       Lo duro, lo difícil, es amar al “otro sin más”. Es decir, querer al que me resulta indiferente y no digamos si me es desagradable, insoportable.  
       Por no hablar de los casos límite en que se trata de amar al que me odia y me ha hecho mucho daño.  
       En estos casos nos preguntamos: ¿qué es amar a los demás?  ¿Puedo yo querer al que sé que no me quiere?  ¿Puedo tener amor al que sé que me tiene odio y habla mal de mí o me desprecia?
       Este es el problema.

       3.   No es fácil saber si esto tiene solución. Una solución que nos tranquilice en la conciencia.  Por lo menos, hay algunas cosas que, en cualquier caso, se deberían tener muy claras.  Y además nos pueden ayudar:
       1) Nunca odiar a nadie.  2) Amar no es necesaria mente tener sentimientos de sintonía, simpatía, complacencia en la otra persona.   3) Amar es respetar.   4) Amar es tolerar en los demás.  5) Amar es ser transparente, es decir, proceder siempre con claridad.   6) Amar es ayudar, si es que eso está a mi alcance.  7) Amar es actuar de forma que el otro pueda estar seguro de que yo nunca le haré daño, de la forma que sea.  
       Estas siete cosas las podemos hacer todos. Y con todos.

Santa Catalina de Siena, patrona de Europa

Catalina Benincasa nace en Siena, Italia, el 25 de Marzo de 1347, hija de Jacomo Benincasa y Lapa Santa Catalina de SienaPiacenti, penúltima de veinticinco hermanos. En 1364, a los diecisiete años, se incorpora a la Orden de Predicadores abrazando la profesión de los consejos evangélicos en el mundo, según el espíritu de Santo Domingo.
Toma conciencia de que la contemplación en soledad es estéril si no se abre a Dios y al prójimo y opta por una soledad interior fecunda, guiada por los pasos de la Pasión de Cristo. Cristo crucificado la esclarece los caminos y la impulsa al amor a los pobres y enfermos. Así sirve con cariño y constancia a dos mujeres, una leprosa y otra apestada que, en lugar de agradecer a Dios los beneficios, se dedican a difamarla.
Crea un grupo de reflexión: "la bella brigata", compuesto por amigos, laicos y hermanos predicadores. Entre ellos hay notables, pintores, nobles. En el grupo se confrontan las grandes tendencias de la época con el Evangelio de Jesucristo y se especifican compromisos; porque, según Catalina, "el hombre no vive de flores, sino de frutos". Ella viene a ser la guía espiritual y la "mamma".
Escribe al Papa Gregorio XI, a eclesiásticos, religiosos, religiosas, y a muchos laicos, entre ellos al rey de Francia, a la reina de Nápoles, a príncipes y a diversas autoridades. Autora de importantes obras de espiritualidad, corona su producción literaria con el "Diálogo", las "Oraciones" y las "Cartas".
Su tiempo se caracteriza por rencores y convulsiones políticas. Pero Catalina une a su contemplación en el mundo, una gran destreza para las negociaciones políticas y un talento de hombre de estado.
En 1376, a sus 29 años, los florentinos la nombran embajadora ante el Papa, y por eso emprende viaje a Avignón. Se entrevista con Gregorio XI y consigue la reconciliación de la República de Florencia con la Santa Sede. En seguida intenta persuadir al Papa para que retorne a Roma. Lo logra meses después , en enero de 1377. Cuando el Papa entre en Roma, ella se encuentra en Siena. Gregorio XI muere en 1378 y Catalina se establece en Roma. Allí se empeña en la movilización de la ciudad eterna y de otras ciudades en apoyo al Papa de Roma, Urbano VI, sucesor de Gregorio XI.
Catalina muere en Roma el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres años. Pío II la canoniza en 1461, y el cuatro de noviembre de 1970 es declarada Doctora de la Iglesia por Pablo VI. Su magisterio carismático es un don de Dios a la Iglesia y a la humanidad. Fue sepultada en la basílica dominicana de Santa María sopra Minerva.


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