13 DE ABRIL – MIÉRCOLES -
3ª - SEMANA DE PASCUA
Santos Martín I y Hermenegildo
Evangelio
según san Juan 6, 35-40
En
aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “Yo
soy el pan de vida. El que viene a mí no
pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed; pero como os he dicho, habéis
visto y no creéis. Todo lo que me da el
Padre vendrá a mí; y al que venga a mí
no lo echaré afuera; porque he
bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha
enviado. Esta es la voluntad del que me
ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el
último día. Esta es la voluntad de mi
Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna, y yo le
resucitaré en el último día”.
1. La
revolución religiosa que realizó Jesús es mucho más profunda de lo que
normalmente solemos imaginar. Cuando
Jesús dijo a los dirigentes judíos: “Destruid este templo y en tres días lo
levantaré” (Jn 2, 19), se refería a su propia persona (Jn. 2, 21). Ahora afirma
que “el pan de la vida”, la Ley, es también él mismo (Jn 6, 35).
Es decir, Jesús sustituye al Templo y a
la Ley.
2. Jesús,
por tanto, entiende la religión de forma que es una religión sin templo, o sea
no está vinculada a “lo sagrado”. Y una
religión sin ley, es decir, no está vinculada a normas religiosas, ritos y
ceremonias.
Se trata, por tanto, de que se tiene que entender
y vivir desde la “laicidad” y desde la “libertad”.
Por tanto, comprenderemos el cristianismo
el día que entendamos y aceptemos que es una religión enteramente original. Porque es una religión laica y una religión
libre. Esto no significa que el cristianismo
sea una religión sin Dios y una religión sin normas. No es eso. Se
trata de que es una religión en la que lo central no es lo sagrado, sino la
forma de vida que se realiza y se vive lo mismo en lugar donde nos reunimos a
rezar que en plena calle, en el trabajo, en el descanso, en las relaciones con
los demás.
Y, por otra parte, es una religión en la
que las normas están al servicio de la “ética cívica”. Nunca al revés.
3. Jesús
planteó así su proyecto inmediatamente antes de hacer la promesa de la eucaristía
(Jn 6, 41-59), el gesto simbólico central del cristianismo. Con lo que Jesús vino a afirmar que la
eucaristía no se entiende cuando se vive enclaustrada en los templos,
reglamentada con normas litúrgicas.
Los cristianos hemos deformado tanto la
eucaristía, que ya se nos hace casi imposible entenderla. Y más imposible, si cabe, vivirla. Por eso la
eucaristía nos da devoción y fervor religioso, pero normalmente no modifica
nuestras vidas. Una persona puede
pasarse cuarenta años comulgando a diario. Y, después de tanto tiempo con la
eucaristía, sigue teniendo los mismos defectos que al principio. ¿De qué nos sirve tanto rito, tantas normas, tantas
ceremonias sagradas?
El Ritual manda más que Jesús en nuestras
vidas.
Santos Martín I y Hermenegildo
SAN
MARTÍN I,
papa del año 649 al año 655. Nació en Todi (Umbría, Italia), y fue elegido papa
el año 649. Aquel mismo año celebró un Concilio en la basílica de Letrán en el
que condenó sin paliativos el error monotelita de Eutiques, que negaba la doble
voluntad de Cristo derivada de su doble naturaleza, divina y humana. Por ello
tuvo que enfrentarse con el emperador de Oriente Constancio II, defensor de la
herejía de Eutiques. El Emperador hizo que el exarca de Rávena lo apresara en
Letrán y lo llevara a Constantinopla. Allí se le juzgó y fue condenado a muerte
por supuesta traición, pena que, dada la ancianidad del Pontífice, se conmutó
por la de destierro al Quersoneso (Crimea), donde murió como un mártir el 13 de
abril del año 655.- Oración:Dios todopoderoso, tú has querido que
san Martín, papa y mártir, no fuera vencido ni por las amenazas, ni por los
sufrimientos; concédenos, a nosotros, soportar con fortaleza de espíritu las
adversidades de este mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
SAN HERMENEGILDO. Es el gran defensor de la fe católica en la España de
su tiempo contra los durísimos ataques de la herejía arriana. Su gloria
consiste en haber padecido el martirio por negarse a recibir la comunión de
manos de un obispo arriano y en ser, de hecho, el primer pilar de la unidad
religiosa de la nación española, que llegaría poco después con la conversión de
su hermano Recaredo. Hermenegildo, gobernador de la Bética durante la
dominación visigótica, convertido del arrianismo al catolicismo por influjo de
su esposa y de san Leandro, se alzó en armas contra su padre, Leovigildo, que
pretendía imponer las doctrinas de Arrio. Vencido y apresado en Córdoba, fue a
parar a Tarragona donde fue decapitado el 13 de abril del año 586.- Oración: Oh
Dios, que suscitaste en tu Iglesia a san Hermenegildo, mártir, como intrépido
defensor de la fe, concédenos a cuantos veneramos hoy la memoria de su martirio
la unidad en la confesión de tu nombre y la perseverancia en tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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