12 DE ABRIL - MARTES -
3ª ~ SEMANA DE PASCUA ~
San Julio I, papa
Evangelio
según san Juan 6, 30-35
En
aquel tiempo, dijo la gente a Jesús:
“Y
que signo vemos que haces tu para que creamos en ti”. ¿En que te ocupas? Nuestros padres comieron
el mana en el desierto como esta escrito. Les dio a comer pan del cielo.
Jesús les respondió:
“Os
aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo sino que es mi Padre el
que os da el verdadero pan del cielo.
Porque
el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”.
Entonces le dijeron:
Señor danos siempre de este pan.
Jesús les contesto:
Yo
soy el pan de vida. El que viene a mi no
pasara hambre, y el que cree en mi nunca pasará sed”.
1.
Para comprender lo que aquí
quiere decir Jesús es necesario saber que no todo el discurso, que pronunció en
Cafarnaúm, se refiere a la eucaristía. El “pan del cielo”, del que aquí habla Jesús,
no es el “pan consagrado en la misa”. Ese pan es el “maná”, que, en la literatura bíblica, se refiere a la Palabra de Dios, la
enseñanza y la sabiduría divina (Deut 8, 3; Prov 9, 2-5). Aquí, pues, no se habla del pan del desierto,
dado por Moisés, sino de Jesús, el pan que ofrece el Padre al oyente de la
Palabra. Porque, como sabemos, Jesús es “la Palabra”, en el lenguaje y la teología
del evangelio de Juan (Jn 1, 1-18).
2. Por
tanto, cuando Jesús dice: “Yo soy el pan de vida”, lo que en realidad está afirmando
es esto: “Yo soy la Palabra que se le comunicó a Moisés en el desierto”. Lo cual
viene a decir que Jesús es “la Ley”. Jesús
es, por tanto, la norma a la que se ha de
ajustar nuestra vida.
3. Con
este planteamiento, Jesús introduce un cambio radical en la historia de las tradiciones religiosas de la
humanidad. Y, por eso mismo, en la
historia de las relaciones de los
humanos con Dios. La religión ya no
consiste en someterse a unas verdades o en cumplir con unos ritos y unas
normas. La religión consiste en asumir las convicciones
determinantes de un ser humano, el hombre Jesús de Nazaret. De
forma que las convicciones determinantes, de lo que fue la vida de Jesús, han
de ser también las convicciones determinantes de nuestra vida. Quien no
entiende esto, nunca podrá entender el
Evangelio. Ni, por tanto, podrá vivir de
acuerdo con su mensaje. Solo si
entendemos esto, nos resultará posible comprender lo que ha de representar
Jesús en nuestras vidas.
San Julio I, papa
San Julio I, papa nació en Roma, hacia el 280. Su pontificado
se extendió desde el 337 al 352. Habiendo salido de las persecuciones externas,
tuvo que enfrentarse este santo papa a las disensiones internas, sostenidas
todas ellas en doctrinas que intentaban minar la unidad del credo al tiempo que
cuestionaban la unidad jerárquica de la Iglesia. Acogió a san Atanasio,
patriarca de Alejandría y a otros obispos expulsados por los arrianos, e hizo
que el sínodo de Roma declarara las doctrinas de Atanasio conformes a la ortodoxia.
Envió como legado pontificio al obispo de Córdoba, Osio, a presidir el concilio
de Sárdica (Sofía), en Tracia, al que asistieron 170 obispos; en él se confirmó
la ortodoxia de las doctrinas de Atanasio y se reconoció para cualquier obispo
expulsado de su sede, el derecho de apelación a Roma. Como parte de las
batallas doctrinales, se difundieron bajo el nombre de este papa varios
escritos heréticos, cuya falsedad se detectó desde el momento de su aparición.
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