lunes, 11 de abril de 2016

PÁRATE UN MOMENTO: EVANGELIO DEL DÍA 12 DE ABRIL - MARTES San Julio I, papa




12 DE ABRIL - MARTES      -
3ª ~ SEMANA DE PASCUA ~
San Julio I, papa

       Evangelio según san Juan 6, 30-35

       En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús:
       “Y que signo vemos que haces tu para que creamos en ti”.  ¿En que te ocupas? Nuestros padres comieron el mana en el desierto como esta escrito.  Les dio a comer pan del cielo.
        Jesús les respondió:
       “Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo.
       Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”.
        Entonces le dijeron:
        Señor danos siempre de este pan.
        Jesús les contesto:
       Yo soy el pan de vida.  El que viene a mi no pasara hambre, y el que cree en mi nunca pasará sed”.

       1.   Para comprender lo que aquí quiere decir Jesús es necesario saber que no todo el discurso, que pronunció en Cafarnaúm, se refiere a la eucaristía.  El “pan del cielo”, del que aquí habla Jesús, no es el “pan consagrado en la misa”.  Ese pan es el “maná”,  que, en la literatura bíblica, se refiere a la Palabra de Dios, la enseñanza y la sabiduría divina (Deut 8, 3; Prov 9, 2-5).  Aquí, pues, no se habla del pan del desierto, dado por Moisés, sino de Jesús, el pan que ofrece el Padre al oyente de la Palabra.  Porque, como sabemos, Jesús es “la Palabra”, en el lenguaje y la teología del evangelio de Juan (Jn 1, 1-18).       

       2.   Por tanto, cuando Jesús dice: “Yo soy el pan de vida”, lo que en realidad está afirmando es esto: “Yo soy la Palabra que se le comunicó a Moisés en el desierto”.   Lo cual viene a decir que Jesús es “la Ley”.  Jesús es, por tanto, la norma a la que se ha de ajustar nuestra vida.

       3.   Con este planteamiento, Jesús introduce un cambio radical en la historia de       las tradiciones religiosas de la humanidad.  Y, por eso mismo, en la historia de las      relaciones de los humanos con Dios.  La religión ya no consiste en someterse a unas verdades o en cumplir con unos ritos y unas normas.  La religión consiste en asumir     las       convicciones determinantes de un ser humano, el hombre Jesús de Nazaret.  De      forma que las convicciones determinantes, de lo que fue la vida de Jesús, han de ser también las convicciones determinantes de nuestra vida. Quien no entiende esto,    nunca podrá entender el Evangelio.  Ni, por tanto, podrá vivir de acuerdo con su mensaje.  Solo si entendemos esto, nos resultará posible comprender lo que ha de representar Jesús en nuestras vidas.          
San Julio I, papa




San Julio I, papa nació en Roma, hacia el 280. Su pontificado se extendió desde el 337 al 352. Habiendo salido de las persecuciones externas, tuvo que enfrentarse este santo papa a las disensiones internas, sostenidas todas ellas en doctrinas que intentaban minar la unidad del credo al tiempo que cuestionaban la unidad jerárquica de la Iglesia. Acogió a san Atanasio, patriarca de Alejandría y a otros obispos expulsados por los arrianos, e hizo que el sínodo de Roma declarara las doctrinas de Atanasio conformes a la ortodoxia. Envió como legado pontificio al obispo de Córdoba, Osio, a presidir el concilio de Sárdica (Sofía), en Tracia, al que asistieron 170 obispos; en él se confirmó la ortodoxia de las doctrinas de Atanasio y se reconoció para cualquier obispo expulsado de su sede, el derecho de apelación a Roma. Como parte de las batallas doctrinales, se difundieron bajo el nombre de este papa varios escritos heréticos, cuya falsedad se detectó desde el momento de su aparición.

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