martes, 5 de abril de 2016

Párate un momento: Evangelio del día 6 DE ABRIL – MIÉRCOLES - 2ª ~ SEMANA DE PASCUA




6 DE ABRIL – MIÉRCOLES -
2ª ~ SEMANA DE PASCUA
San Guillermo, Abad

       Evangelio según san Juan 3, 16-21

       En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:        “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.  Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.  El que cree en él, no será condenado;  el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.  Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.  Pues todo el que obra perversamente, detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.  En cambio, el que realiza la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.

       1.   “Dios es amor” (1 Jn 4, 8. 16).  Más aún, es “exceso de amor”.  Un amor tan grande, que es un “padre”,  que quiere tanto al mundo, que le “entregó a su Hijo único”.  Un cariño así, si hablamos del cariño desde donde únicamente lo podemos entender los mortales, desde la experiencia humana, eso es algo que no sucede entre seres humanos.  Ningún padre entrega a su hijo a un mundo tan violento, tan cruel y tan peligroso como este mundo en que vivimos.

       2.   Lo peor que hemos hecho los cristianos con este Dios no ha sido “ofenderlo”, sino “deformarlo”.  Porque, en lugar de definirlo (en nuestros “Credos de Fe”) como “Padre amoroso”, lo hemos definido como, y así lo creemos y así lo rezamos, como “Padre todopoderoso”.  Hemos sustituido el amor por el poder.  Con un agravante: el “Credo” del concilio de Nicea (a. 325) afirma que Dios es “pantokrátor” (DH 125),  una palabra que puede traducirse “soberano universal” o “amo del universo”.  De hecho, este fue el título que utilizaron los emperadores de Roma, concretamente durante el mandato de los Antoninos, cuando hombres absolutistas y tiranos se hicieron adorar como dioses (R Grimal).  Los cristianos aceptamos el “Credo”, leyéndolo, no desde la tradición imperial de Roma.  Sino desde la tradición del Evangelio de Jesús.

       3.   Para entender este evangelio, es necesario decir algo sobre la “condenación”.
Sea cual sea el significado último que tenga esa palabra (algo que nunca alcanzaremos los mortales), lo único que podemos tener claro es que no se trata del infierno eterno.  Porque el hecho de castigar, o causar sufrimiento, solo puede ser aceptable como “medio” para obtener un buen fin (educar a un niño, reprimir a un delincuente.. .).  El castigo (hacer sufrir a alguien) nunca puede ser “fin” en sí mismo.  En ese caso, el castigo y el amor son absolutamente incompatibles.  Dios, que se define como Amor, no puede ni haber creado, ni mantener, el infierno. La justicia de Dios no sabemos en qué consiste. Ni lo podemos saber. La existencia del infierno no es dogma de fe. Pensamos que Dios hará justicia con “los malos”.  Pero nunca podemos saber cómo Dios hace esa justicia.  Eso nos trasciende.  Dios —el Dios que nos presenta Jesús— ni sabe, ni quiere, ni puede hacer otra cosa que no sea amar.  Y el que ama, por eso mismo lo que hace es contagiar felicidad.
San Guillermo, Abad

Examinad todo, y ateneos a lo bueno.
(1 Tesalonicenses, 5, 21).

      San Guillermo nació en París y fue educado en el monasterio de San Germán del Prado. La regularidad de su conducta y la inocencia de sus costumbres lo constituyeron en ejemplo vivo para toda la comunidad. Entró en la orden de los Canónigos Regulares y mereció que lo eligieran subprior. El obispo de Roskilda, en Dinamarca, sabedor de sus virtudes, lo llamó a su diócesis y le encargó la dirección de los Canónigos Regulares de Eskilso, a quienes gobernó durante treinta años en calidad de abad. Lleno de virtudes y de méritos murió el 6 de abril de 1203.

  MEDITACIÓN
SOBRE NUESTRA VOCACIÓN

      I. Debes elegir un género de vida. A fin de que no te arrepientas de la elección que hagas, ruega insistentemente a Dios que te haga conocer su santa voluntad, y mantente presto a ejecutar sus órdenes desde que te sean conocidas. Consulta en seguida a tu director espiritual, quien, con relación a ti, hace las veces del mismo Dios, y dile lo que te haya inspirado el Señor. La acertada elección del camino para seguir, depende de Dios; Él te ayudará, si demuestras entera sumisión a su voluntad.

      II. Examina después las razones que puedan inclinarte a talo cual género de vida, y las que puedan apartarte de él. Deducirás estas razones del fin para el cual estás en este mundo. No estás aquí sino para salvarte; que tu salvación sea, pues, la regla de tu elección: mira en qué estado puedes trabajar en esto más fácilmente. Haz lo que aconseja rías a un amigo que se encontrase en tu situación, y considera aquello que, en la hora de tu muerte, querrías haber hecho.

        III. Cuando hayas conocido la voluntad de Dios, ejecútala prontamente; porque es burlarse de Dios consultarlo y, después, despreciar sus inspiraciones. No temas las dificultades, Dios te dará las gracias necesarias para superarlas. Contigo trabajará, pues trabajas con Él. Que tu salvación sea la regla única de tu conducta. ¿De qué le sirve al hombre amontonar todo lo que está fuera de él, y perderse él mismo? (San Gregorío).  

El examen de conciencia 
Orad por las congregaciones religiosas.

ORACIÓN

        Señor, haced, os lo suplicamos, que la intercesión del bienaventurado Guillermo, abad, nos haga agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus oraciones lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S.




No hay comentarios:

Publicar un comentario