24 de abril – Domingo
5ª - Semana de Pascua
Lectura del libro de los Hechos
de los apóstoles 14, 21b-27
En aquellos días, Pablo
y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos
y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas
tribulaciones para entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia
designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien
habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar
en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los
habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir.
Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por
medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
SALMO RESPONSORIAL 144, 8-9.
10-11. 12-13ab
R. Bendeciré tu nombre
por siempre,
Dios mío, mi rey.
·
El Señor es
clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es
bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.
·
Que todas
tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles. Que proclamen
la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R.
·
Explicando
tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un
reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R.
Lectura del libro del Apocalipsis
21, 1- 5a
Yo, Juan, vi un cielo
nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra
desaparecieron, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa,
la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como
una esposa que se ha adornado para su esposo.
Y oí una gran voz desde
el trono que decía: - «He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará
entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el “Dios con ellos” será su Dios».
Y enjugará toda lágrima
de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo
primero ha desaparecido. Y dijo el que está sentado en el trono: - «Mira, hago
nuevas todas las cosas».
Lectura del santo Evangelio según
san Juan 13, 31-33a. 34-35
Cuando salió Judas del
cenáculo, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado
el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Sí Dios es glorificado en él, también Dios lo
glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
Hijos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos
a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros.
En esto conocerán todos
que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».
De la
persecución a la gloria pasando por el amor mutuo.
Aunque
no se advierta a primera vista, hay algunos temas comunes a las tres
lecturas.
Lectura del libro de los Hechos de
los apóstoles 14, 21b-27
El
domingo pasado se leyó la actividad de Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia,
y las dificultades que promovieron al final los judíos y algunas señoras
importantes, obligándoles a huir de allí. Marchan entonces a Iconio, Listra y
Derbe (el mapa ayuda a seguir el itinerario). Lo que allí ocurrió no se lee en
la misa, pero es importante recordarlo brevemente para comprender la lectura de
hoy (el que quiera puede leer el capítulo 14 de los Hechos, que es muy
interesante).
En Iconio predican con
bastante éxito, pero al final la gente se divide, algunos intentan
apedrearlos y tienen que huir de nuevo.
En Listra curan a un tullido y la gente los consideran dioses; ellos
consiguen con dificultad que no les den culto. Pero vienen judíos de Antioquía
e Iconio que ponen a la gente contra Pablo; lo apedrean y lo arrastran fuera de la ciudad dándolo por muerto. Los discípulos lo recogen y al día siguiente huye con Bernabé
hacia Derbe.
En Derbe anuncian el evangelio y ganan bastantes discípulos. Allí no se dan
persecuciones. Terminada la predicación, emprenden el viaje de vuelta a
Antioquía de Siria (donde habían comenzado el viaje misionero), pasando por las
mismas ciudades que ya habían evangelizado. Este viaje de vuelta es el tema de
la lectura de hoy.
El viaje de vuelta, contado tan esquemáticamente,
debió de durar, como mínimo, uno o dos meses. Pero Lucas no se detiene a contar
con detalle lo ocurrido. Para él es más importante indicar la conducta de los
apóstoles. En todas las comunidades hacen lo mismo durante la vuelta:
1) Confortar y exhortar a perseverar en la fe.
“Confortar” es un verbo exclusivo de Hch (14,22; 15,41; 18,23) y siempre tiene
por objeto a los discípulos o a las comunidades (no a individuos). ¿Cómo se
conforta y exhorta? Advirtiéndoles de la realidad: “hay que pasar mucho para
entrar en el Reino de Dios”. Igual que Pablo y Bernabé han tenido que sufrir
para anunciar el evangelio; igual que Esteban fue apedreado hasta la muerte
(Hch 11,19). Las persecuciones y tribulaciones forman parte esencial de la vida
cristiana.
2) Designar responsables. Esta palabra
griega, presbitérous, etimológicamente designa a los “ancianos”,
pero en la práctica se aplica a los responsables de la comunidad y terminará
adquiriendo un matiz muy concreto: sacerdote. Pero no es eso lo que designan
los apóstoles, sino simples encargados de dirigir la comunidad, las asambleas
litúrgicas, etc.
3) Celebrar liturgias de oración y ayuno, en las
que encomiendan a la comunidad al Señor.
Finalmente, cuando llegan a Antioquía de Siria,
pueden dar la gran noticia: Dios ha abierto a los paganos la puerta de la fe.
Ha comenzado una etapa nueva en la historia de la iglesia y de la humanidad.
Apocalipsis 21, 1-5a
Si la primera
lectura se fija sobre todo en las tribulaciones por las que hay que pasar para
entrar en el reino de Dios, la segunda, del Apocalipsis, habla de ese reino de
Dios, del mundo futuro maravilloso. No es literatura de ficción, aunque lo
parezca. Los cristianos del siglo I estaban sufriendo numerosas persecuciones,
y la certeza de un mundo distinto era el mayor consuelo que podían recibir.
Aunque el
lenguaje es muy distinto, la idea de fondo es la misma en las dos primeras
lecturas: ahora mismo, la comunidad padece grandes tribulaciones (Hch), hay
lágrimas, muerte, luto, llanto, dolor (Ap), pero todo esto llevará al reino de
Dios (Hch) y a un mundo maravilloso (Ap).
Evangelio según san Juan 13, 31-33a. 34-35
El evangelio de hoy, aunque muy breve, lo podemos dividir en dos partes.
La primera nos sitúa en la noche del Jueves Santo, cuando Judas acaba de salir
del cenáculo para traicionar a Jesús y este pronuncia unas palabras
desconcertantes.
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si
Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo
glorificará.
¿Qué quiere decir Jesús? La primera dificultad está en que usa cinco
veces el verbo “glorificar”, que nosotros no usamos nunca, aunque sepamos lo
que significa. Nadie le dice a otro: “yo te glorifico”, o “Pedro glorificó a su
mujer”. Sólo en la misa recitamos el Gloria, y ahí el verbo va unido a otros
más usados: “te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos”. Pero,
en el fondo, después de leer la frase diez o doce veces, queda más o menos
claro lo que Jesús quiere decir: ha ocurrido algo que ha redundado en su gloria
y, consiguientemente, en gloria de Dios; y Dios, en recompensa, glorificará
también a Jesús.
Pero, ¿qué es eso que ha ocurrido y que redunda en gloria de Jesús? Que Judas
ha salido del cenáculo para ir a traicionarlo. Parece absurdo decir esto. Pero
recuerda la primera lectura: “hay que pasar mucho para entrar en el reino de
Dios”. A través de la pasión y la muerte es como Jesús dará gloria a Dios,
y Dios a su vez lo glorificará.
La segunda parte es muy conocida, fácil de entender y muy difícil de
practicar.
Hijos míos, me queda poco de
estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a
otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que
conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»
El amor al prójimo como a uno mismo es algo que está ya mandado en el libro del
Levítico. La novedad en este caso consiste en amar “como yo os he amado”, hasta
dar la vida. Para Jesús, este rasgo es el único distintivo del cristiano, y no
puede ser sustituido por actos cultuales (misas, etc.) ni por programas
ideológicos de cualquier tipo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario