17 DE MAYO – MARTES –
7ª - SEMANA DEL T. O.
San Pascual Bailón, religioso
Evangelio
según san Marcos 9,29-36
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte
y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a
sus discípulos. Les decía:
“El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los
hombres, y lo matarán; y
después de muerto, a los tres
días resucitará”.
Pero no entendían
aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó:
“¿De qué discutíais por el camino?”
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién
era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el
servidor de todos”.
Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y
les dijo:
“El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí;
y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”.
1. Es
patente el contraste entre lo que sentía y vivía Jesús, por una parte; y lo que
sentían y vivían los apóstoles, por otra. No eran simplemente pensamientos y
sentimientos “distintos”, sino que eran pensamientos y sentimientos “contradictorios”.
Jesús piensa y siente lo que piensan y
sienten “los que están abajo” en la sociedad.
Los
apóstoles pensaban y sentían lo que piensan y sienten “los que están arriba” en
la sociedad.
2. ¿Por
qué este contraste? Los apóstoles estaban convencidos de que “desde arriba” se
arregla el mundo. Jesús pensaba al revés: “desde abajo” solamente se puede arreglar
el mundo. Lo que estaba en juego no era
una cuestión ascética o moral. Era (y sigue siendo) un problema profundamente
humano. El que está arriba tiene poder y fama (dinero, potestad. honores...). El que está abajo no tiene nada más que el
poder de sus propias convicciones. Sobre
todo, la convicción capital: hay que salir del fondo del pozo de la miseria.
Por supuesto, los que están arriba tienen
más medios “para hacer el bien”. Pero
también tienen más fácil acumular dinero, poder y fama. Y casi siempre se
quedan con el dinero, el poder y la fama.
Por el contrario, los que están abajo solo
aspiran a una cosa: ser como los demás, o sea la igualdad de todos. Por eso
Jesús luchó por los últimos, por los nadies, por los que no tienen nada. Y esa
convicción es la que lo llevó a la cruz.
3. Los
Doce tenían el convencimiento de que el poder y la fama son lo decisivo en este
mundo. No es imaginable que aquellos hombres
fueran más orgullosos que los demás mortales. Eran hombres de su tiempo. Y en aquel tiempo,
el valor supremo era el poder y la fama.
De la misma manera que, en nuestro tiempo,
el valor más apreciado es el dinero y la riqueza. Jesús estaba convencido de que donde hay poder
y fama, los poderosos y los famosos se quedan con sus privilegios y los acumulan,
si pueden.
Por eso, el poder de renovación y cambio
está siempre abajo, en los últimos. En
eso se centra el proyecto de Jesús.
En la Iglesia, ¡qué lejos vivimos del Evangelio!
Pensamos como los apóstoles, no como
Jesús.
San Pascual Bailón, religioso
Pascual Bailón
Yubero (Torrehermosa, Aragón, España, 16 de mayo de 1540 - Villarreal, Valencia,
España, 17 de mayo de 1592) fue un fraile franciscano.
Pascual nació en Torrehermosa el día
de la Pascua de Pentecostés, de ahí su nombre. Hijo de Martín Bailón e Isabel
Jubera labradores del lugar.1 Hasta los siete años permaneció en su localidad
natal, a partir de los siete hasta los veinte vivió en Alconchel de Ariza,
viviendo con Martín García, un vecino del pueblo. Pascual se dedicó al pastoreo
de las ovejas. En Alconchel de Ariza aprendió a leer y a escribir de manera
autodidacta con la ayuda de devocionarios.
Posteriormente
emigró al Reino de Valencia para trabajar a cargo de don Aparicio Martínez en
Monforte del Cid (Alicante). Tras el suceso conocido como "milagro de la
aparición", pidió ingresar en la orden franciscana, en el convento de
Nuestra Señora Orito, en Orito, una pedanía de Monforte del Cid, famosa por la
sencillez de los religiosos franciscanos alcantarinos que lo habitaban. Vistió
los hábitos en 1564, en el convento ilicitano de San José y profesó en Orito el
2 de febrero de 1565.
El milagro de la aparición de la Eucaristía
San
Pascual vivió en Monforte en lo que es hoy la Ermita de San Pascual, a escasos
metros del ayuntamiento.
En la pedanía de Orito (Monforte del
Cid), se encuentra la conocida "Ermita de la Aparición" donde san
Pascual tuvo una visión de Jesucristo en la Eucaristía. Este hecho sirvió para
que la Iglesia católica nombrara a san Pascual patrón de los congresos
eucarísticos. En toda la zona alicantina, principalmente en Orito, Monforte del
Cid, Elche, Alicante, Novelda, Aspe, Crevillente y la Vega Baja se guarda una
gran veneración a san Pascual, destacando el pueblo de Albatera, donde se
celebra una gran fiesta en su honor.
Profesión de fe eucarística
Con una personalidad
de asceta y místico, desarrolló su fe a través de la caridad fraterna, y
defendió la presencia de Cristo en la Eucaristía de los ataques de los
protestantes hugonotes cuando cruza Francia como mensajero del provincial de su
orden.
Milagros
Entre los
milagros que se le atribuyen destacan la multiplicación del pan para los
pobres, la curación de enfermos, el don de profecía y el que narra cómo de una
piedra salió agua para unos pobres. La tradición popular afirma que muchas
veces orando experimentaba tanta alegría que se ponía a bailar (por eso algunos
creen que su apellido es un apodo por esta reacción característica).
Tras una vida durante la que cultiva
su espíritu con la oración, la escritura y realizando los más modestos trabajos
de lego en varios conventos de la zona -llamada Provincia de San Juan
Bautista-, murió en el convento alcantarino del Rosario en Villarreal, en donde
fue refitolero y limosnero, el 17 de mayo de 1592, también Pascua de
Pentecostés. La leyenda dice que, tras su muerte, sucedió que, durante la Misa
de réquiem, en el momento de la consagración, sus ojos se abrieron para adorar
al Santísimo Sacramento.
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