viernes, 27 de mayo de 2016

Párate un momento: Evangelio del día 28 DE MAYO – SÁBADO – 8ª ~ SEMANA DEL T. O. San Justo de Urgel, obispo






28 DE MAYO – SÁBADO –
8ª ~ SEMANA DEL T. O.
San Justo de Urgel, obispo

       Evangelio según san Marcos 11, 27-33

       En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba
por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores, y le preguntaron:
       “¿Con qué autoridad haces esto?
       ¿Quién te ha dado semejante autoridad?”
       Jesús les replicó:
       “Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto.  El bautismo de Juan, ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme”
       Se pusieron a deliberar: “Si decimos que es de Dios, dirá: ¿y por qué no le habéis creído? Pero como digamos que es de los hombres...’ (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta).
       Y respondieron a Jesús:
       “No sabemos”.
       Jesús les replicó:
       “Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto”.

       1.   Este relato es continuación del evangelio anterior, el de la expulsión de los mercaderes del templo. Aquel hecho fue tan sorprendente, que como es lógico provocó la reacción inmediata de los dirigentes religiosos, los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores, es decir, los tres grandes grupos que componían el Sanedrín, el consejo supremo de dirección sagrada en Israel.        Naturalmente, aquellos personajes buscaron inmediatamente a Jesús, para expresarle sus preocupaciones. Pero el encuentro de aquellos hombres con Jesús se desarrolló de forma que Jesús no les dijo nada de lo que querían saber.
       ¿Por qué se produjo la incomunicación total de Jesús con aquellos dirigentes religiosos?

       2.   Para saber por qué Jesús no quiso comunicarse con aquellos “hombres de la religión”, hay que hacerse otra pregunta previa.
       ¿Qué es lo que realmente les preocupaba a aquellos personajes?  Por lo que dice el relato, sus preocupaciones eran tres:
       1ª La “autoridad” que tenía Jesús para hacer lo que hizo en el templo.
       2ª Que no se supiera por qué no habían creído al Bautista, o sea por qué “no tenían fe”. 3ª Que no quedase al descubierto el miedo que le tenían al pueblo.
       Por tanto, les preocupaba: el tema del poder, ocultar su falta de fe y disimular el miedo que tenían.

       3.   En definitiva, aquellos tipos eran unos hipócritas, que vivían en el miedo, el disimulo, la increencia y, sobre todo, el afán de conservar intacto su poder.
       Ahora bien, la conclusión del relato es que a individuos así, Jesús no les da respuesta alguna, ni parece querer relación con ellos. Esto supuesto, lo que de verdad preocupa es que la “psicología colectiva” de no pocos clérigos es parecida, incluso igual, a la manera de pensar y de vivir de aquellos tipos.  Es lo que da de sí la dirección religiosa de los responsables del templo.  Los de entonces y los de ahora.  
       Parece evidente que es necesario, y hasta urgente, pensar a fondo y poner en marcha una reforma profunda de la Iglesia. Empezando por el clero, grupo al que señala directamente este evangelio.

San Justo de Urgel, obispo

En Urgel, en la Hispania Tarraconense, san Justo, obispo, quien expuso de forma alegórica el Cantar de los Cantares y tomó parte en los concilios hispanos. c. 547.

Primer obispo de Urgell en el 525. Hermano de Justiniano, obispo de Valencia, de Nebridio, obispo de Egara (la actual ciudad de Tarrasa) y de Elpidio que, en opinión de algunos historiadores, había sido obispo de Huesca. Asistió al II concilio de Toledo en el 527.

Estuvo también presente en el Concilio provincial de Lérida (546) donde firmó las actas en segundo lugar, lo cual hace suponer en nuestro prelado una edad relativamente avanzada, ya que era costumbre que la suscripción de los obispos en los concilios siguiera el orden de ancianidad en el gobierno de la diócesis; y en el de Valencia en el 547. Las fechas, pues, de su episcopado van desde antes del 527 hasta el 547.
Como escritor eclesiástico, fue muy estimada su glosa al Cantar de los Cantares.


Queda todavía otra obra de carácter oratorio: una bella y corta oración panegírica en honor de san Vicente, mártir. Sirvió a la diócesis de Urgell durante 12 años hasta que falleció santamente. San Isidoro de Sevilla escribió su biografía.

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