21 DE MAYO – SÁBADO –
7ª ~ SEMANA DEL T. O.-C
Santos Cristóbal Magallanes y compañeros
Evangelio
según san Marcos 10, 13-16
En aquel tiempo, presentaron a
Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
“Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de
Dios como un niño, no entrará en él”,
Y los abrazaba y los
bendecía imponiéndoles las manos.
1. Este
episodio de la vida de Jesús, y las consecuencias que entraña, no se entenderán
si no se recuerda lo que era la condición social y jurídica del “niño” (país)
en las culturas mediterráneas del s. I.
Es importante saber que las leyes y
costumbres de los judíos no diferían de las leyes y costumbres de la cultura
griega o romana de entonces. En aquellas culturas, el “niño” podía ser visto y
tratado legalmente como un “esclavo” (doúlos), es decir, era un sujeto sin
derechos y sin autonomía. Así se le
veía desde
Homero y Herodoto.
El niño, por tanto, era como la mujer, el
esclavo, el subordinado, el ser vivo sin autonomía (G. Braumann, P. Grimal).
2. Por
eso, cuando Jesús está tratando el tema del reinado de Dios, el tema del Mesías,
el tema de la Salvación, en estos asuntos de tal y tanta envergadura, ¿qué podían
pintar los niños, los esclavos, los seres sin importancia que no pintaban nada en
aquella sociedad?
Por eso se comprende el rechazo de los
apóstoles hacia los insignificantes.
Pero, en contraste con semejante actitud,
el enfado de Jesús expresa —también y sobre todo aquí— su preferencia por los
últimos. Solamente desde los que están abajo en la sociedad y en la
historia —y mediante ellos— Jesús piensa que se puede estructurar y gestionar
el reinado de Dios. Lo que es tanto como
pensar que solo desde abajo se puede arreglar este mundo tan trastornado, tan
injusto y tan corrupto.
3. Al
pensar de esta manera, lo que Jesús está afirmando es su convicción de que el
reinado de Dios no es asunto de “selectos”.
Ni el proyecto del Evangelio se construye
desde los “selectos”. Es justamente al
revés: desde los “últimos”. Solamente desde
ellos, es posible reorganizar este mundo, darle otra orientación al presente “orden
establecido”. Solo así se subvierte el “sistema”.
Es lo contrario de lo que, tantas veces,
se suele hacer en la Iglesia. Es cierto
que en ella se atiende a los pobres, niños, ancianos, enfermos, etc. Pero todo eso se hace como un “deber de caridad”.
Lo cual, en el fondo, es humillar más a
esas criaturas. La caridad, entendida así —y por muy necesaria que sea en
situaciones de emergencia—, en realidad es una vergüenza, que es lo que sienten
quienes tienen que acudir a pedir la limosna en Cáritas.
Es vergonzoso tener que decir: “yo vivo
de la caridad”. Esto tendrá arreglo el día
que el papa, los obispos, los que intentamos representar el proyecto del Reino,
nos pongamos a vivir con los últimos y como los últimos. Esto no es radicalismo ni demagogia. Es
Evangelio.
Santos Cristóbal Magallanes y
compañeros
REDACCIÓN CENTRAL, 21 May. 15 / 04:53 pm (ACI).- “Soy y
muero inocente; perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que
mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos”, dijo San Cristóbal
Magallanes, el líder de los 25 mártires mexicanos cuya fiesta se celebra el 21
de mayo. La historia de estos valientes inspiró la película Cristiada.
San Cristóbal Nació en 1869 (México) en una Familia muy
humilde y trabajó en el campo hasta los 19 años. Ingresó al seminario de
Guadalajara donde se distinguió por su honradez, piedad y dedicación. Fue
ordenado sacerdote en 1899.
Se desempeñó como capellán y subdirector de la escuela
de artes y oficios en Guadalajara. Organizó centros de catecismos, escuelas en
las rancherías y fundó un asilo para huérfanos. Fue párroco de Totatiche por 17
años.
Un 21 de mayo de 1927 San Cristóbal Magallanes se
dirigió a celebrar una fiesta religiosa en honor a Santa Rita en un rancho,
cuando se produce una balacera entre cristeros y fuerzas federales. El
sacerdote fue arrestado y conducido a Totatiche, donde es encarcelado con su
vicario, el P. Caloca.
Son trasladados al palacio municipal de Colotitlán y el
25 de mayo de 1927 fueron sacados al patio para ser fusilados. El P. Magallanes
al ver un poco nervioso a su compañero, le dijo: “Tranquilízate hijo, solo un
momento y después el cielo”.
Ambos se dieron la absolución mutuamente y fueron
asesinados mientras el P. Caloca exclamaba: “Por Dios vivimos y por Él
morimos”. San Juan Pablo II los canonizó el 21 de mayo del año 2000 junto a 23
mártires, entre ellos tres laicos:
Roman Adame Rosales, Sacerdote
Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote
Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote
Luis Batis Sainz, Sacerdote
Mateo Correa Magallanes, Sacerdote
Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote
Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote
Pedro Esqueda Ramirez, Sacerdote
Margarito Flores Garcia, Sacerdote
Jose Isabel Flores Varela, Sacerdote
David Galvan Bermudez, Sacerdote
Salvador Lara Puente, Laico
Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote
Jesus Mendez Montoya, Sacerdote
Manuel Morales, Laico
Justino Orona Madrigal, Sacerdote
Sabas Reyes Salazar, Sacerdote
Jose Maria Robles Hurtado, Sacerdote
David Roldan Lara, Laico
Toribio Romo Gonzalez, Sacerdote
Jenaro Sanchez Delgadillo, Sacerdote
David Uribe Velasco, Sacerdote
Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote
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