19 DE MAYO – JUEVES –
7ª ~ SEMANA DEL T.O.-C
JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE.
Evangelio
según san Lucas 22, 14-20
Llegada
la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:
“He
deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer,
porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de
Dios”.
Y,
tomando una copa, pronunció la ac-
ción de gracias y dijo:
“Tomad
esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del
fruto de la vid, hasta que venga
el reino de Dios”.
Y,
tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
“Esto
es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía”. Después de cenar, hizo lo mismo con la
copa, diciendo:
“Esta
copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros”
1.
Cristo, Sumo Sacerdote, nos enseña cómo vivir en cristiano. Es ejemplo de vida. Palabra para la vida. La entrega de su cuerpo por nosotros muestra
cómo puede llegar a amarnos. Y nos marca el camino. El camino de la entrega, de la certeza de que
quien ama no se equivoca.
Un amor limpio e iluminado por la gracia
de Dios, que renueva la participación frecuente en los sacramentos. Especialmente la Eucaristía y el sacramento
de la Reconciliación.
2.
Los cristianos somos unos privilegiados al haber conocido a Cristo. Es una gracia que desgraciadamente no todas
las personas han experimentado. En tus
manos está que quien te rodea lo conozca más y mejor.
El jueves
posterior a la Solemnidad de Pentecostés en algunos países se celebra la fiesta
de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Esta festividad no aparece en el
calendario de la Iglesia universal, pero se ha expandido por muchos países.
La
celebración fue introducida en España en 1973 y tiene textos propios para la
Santa Misa y el Oficio. En algunas diócesis este día es también la Jornada de
Santificación de los Sacerdotes.
San Juan
Pablo II, en el documento “Ecclesia de Eucharistia” señala que “el Hijo de Dios
se ha hecho hombre, para reconducir todo lo creado, en un supremo acto de
alabanza, a Aquél que lo hizo de la nada”.
“De este
modo, Él, el sumo y eterno Sacerdote, entrando en el santuario eterno mediante
la sangre de su Cruz, devuelve al Creador y Padre toda la creación redimida. Lo
hace a través del ministerio sacerdotal de la Iglesia y para gloria de la
Santísima Trinidad”.
Oración a
Cristo, Sumo Sacerdote
Señor,
Jesucristo, nuestro magnífico y supremo Sacerdote. Por tu
Muerte y
Resurrección te hemos reconocido como el Cordero sacrificial,
mediador
entre el Padre y nosotros mismos.
Nos llamas
a participar en tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido como el Cordero
sacrificial,
mediador entre el Padre y nosotros mismos.
Nos llamas
a participar en tu Muerte y Resurrección por los sacramentos del
Bautismo y
Confirmación, para unirnos en el ofrecimiento del
sacrificio
de Ti mismo por la participación de tu Sacerdocio en la
Eucaristía.
Así
pertenecemos a tu Reino en la tierra, haciéndonos tu pueblo santo.
Señor
Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de
Amor y
Vida que nos una a ti, Sacerdote y Víctima, para que el plan de
salvación
para todos los pueblos se establezca dentro de nosotros.
Señor,
Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de
Sabiduría
y unión, que a todos nos unifique en tu Cuerpo Místico, la
Iglesia,
para ser tus testigos en el mundo.
Señor,
Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, tu cruz remedie nuestros
males, tu
Resurrección nos renueve, tu Espíritu Santo nos santifique,
tu Realeza
nos glorifique y nos redima tu Sacerdocio, para que podamos
unirnos
contigo como tú lo estás con el Padre en el Espíritu Santo.
Señor,
Jesús, reúnenos a todos en tu Persona –Víctima, Sacerdote, Rey
– por el
banquete salvador de la Eucaristía que tú y nosotros
ofrecemos
en el altar del Sacrificio, ahora y durante todos los días
de nuestra
peregrinación por este mundo. Cuando nos llames a tu Reino
celestial,
entonces podamos participar con todos los santos de tu
gloria,
amor y vida en unión con el Padre y el Espíritu Santo por toda
la
eternidad. Amén.
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