jueves, 26 de mayo de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 27 DE MAYO-VIERNES – 8ª ~ SEMANA DEL T. O.-C San Agustín de Canterbury






27 DE MAYO-VIERNES –
8ª ~ SEMANA DEL T. O.-C
San Agustín de Canterbury

       Evangelio según san Marcos 11, 11-26

       Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas, porque no era tiempo de higos.  Entonces le dijo:
       “Nunca jamás coma nadie de ti”.
       Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo, se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.  Y los instruía diciendo:    
       “¿No está escrito: Mi casa se llama casa de oración para todos los pueblos?  Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos”.  
       Se enteraron los sumos sacerdotes y los letrados, y como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
       A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz.  Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
       “Maestro, mira la higuera que maldijiste se ha secado”.
       Jesús contestó:
       “Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a ese monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.  Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la ha concedido y lo obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas”.

       1.   El evangelio de Marcos relata la expulsión de los mercaderes del templo enmarcado en el extraño episodio de la higuera estéril que quedó seca por la maldición de Jesús.  No comprenderemos la hondura de estos hechos, si no los situamos en el contexto de lo que significaba, en las culturas de la Antigüedad, la construcción de templos y los cultos rituales de los sacerdotes.    Todo esto tenía su explicación en el hecho de que la gente vivía las desgracias, los desastres y “la insensatez de los acontecimientos” (M. P. Nilsson) como consecuencias de los sentimientos de culpa a los que los humanos somos tan propensos.
       Los sacrificios rituales y las plegarias restablecían el orden y recuperaban la paz de las conciencias (W. Burkert).

       2.   Esto era central en la significación y en la importancia capital del templo. La higuera, que se seca, y el templo convertido en “cueva de bandidos”, eran —más allá de las informaciones que proporciona la Biblia—, tanto en “lo profano” (la higuera) como en “lo sagrado” (el templo), la protesta más radical de Jesús contra aquella forma de engañarse a sí mismos, que tenían los hombres de entonces y se sigue teniendo ahora. ¿Por qué?

       3.   Porque los templos, con sus sacerdotes y sus rituales sagrados, por mucho que se repitan y se respeten, no modifican las conductas de las personas. Lo que modifica la conducta son las “convicciones” que se fundamentan en nuestros sentimientos más auténticos y más profundos.  Y se expresan, sobre todo, en el respeto, la honradez, la tolerancia, la bondad y el buen corazón.
       Pero el hecho es que seguimos centrados en nuestros templos. Nos duele más que se profane un templo que la muerte de un niño, de los 30.000 que mueren de hambre cada día.

San Agustín de Canterbury

San Agustín de Canterbury
Fundador de la Iglesia
en Inglaterra
Año 605

San Agustín: apóstol de Inglaterra: te rogamos por la Iglesia Católica en esa nación y en todas las naciones del mundo.
Pídele a Dios que nos envíe muchos
evangelizadores que sean como tú. Amén.

San Agustín de Canterbury es considerado uno de los más grandes evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de Inglaterra.

Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además sus grandes virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos paganos sajones.

Y sucedió que, al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa, donde se tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron terribles barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros misioneros sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a contarle al Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue a hablar con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole que Dios les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde entonces Agustín no se dejó desanimar por los temores.

En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy santa (que después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les concedió a los nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Este los recibió muy cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le agradó que pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les sirviera de convento a los misioneros y les dio un templo en Canterbury para que allí enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de Inglaterra: la Catedral de Canterbury.

El rey dejó en libertad a los súbditos para que escogieran la religión que quisieran, pero les recomendó que se instruyeran en la religión de Jesucristo y tanto les agradaron a aquellas gentes las enseñanzas de Agustín y sus monjes, que en la Navidad del año 597 se hicieron bautizar 10,000 ingleses y entre los nuevos bautizados estaban los que ocupaban los cargos más importantes de la nación.

 Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al Sumo Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambió le envió el nombramiento de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y cálices y libros para las celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas gentes recién convertidas les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró muchísimo ante noticias tan consoladoras, y le recomendó a San Agustín un simpático plan de trabajo.

San Gregorio, sabiendo que la principal virtud del obispo Agustín era la docilidad a sus superiores, le envió las siguientes recomendaciones 1º. No destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos cristianos. 2º. No acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas en fiestas cristianas. Por ejemplo, ellos celebraban las fiestas de sus ídolos con grandes banquetes en los cuales participaban todos. Pues hacer esos banquetes, pero en honor de los mártires y santos. 3º. Dividir el país en tres diócesis: Canterbury, Londres y York.

Nuestro santo cumplió exactamente estas recomendaciones, que le produjeron muy buenos resultados. Y fue nombrado por el Papa, jefe de toda la Iglesia Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En las reuniones sobresalía entre todos por su gran estatura y por su presencia muy venerable que infundía respeto y admiración.

San Agustín escribía frecuentemente desde Inglaterra al Papa San Gregorio a Roma pidiéndole consejos en muchos casos importantes, y el Sumo Pontífice le escribía ciertas advertencias muy prácticas como estas: "Dios le ha concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a Dios el honor y la gloria que sólo El se merece. Hay muchos que son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que no hay que llenarse de orgullo por haber recibido estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que Dios es más amado y más glorificado por las gentes". Mucho le sirvieron a Agustín estos consejos para mantenerse humilde.

Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día como hoy fue su entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa nación y en muchas partes más.



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