miércoles, 30 de noviembre de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 1 DE DICIEMBRE - JUEVES 1ª - SEMANA DE ADVIENTO SAN NAHÚN, profeta



1 DE DICIEMBRE   - JUEVES
1ª -  SEMANA DE    ADVIENTO
SAN NAHÚN, profeta

Evangelio según san Mateo 7, 21. 24-27
       En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No todo el que me dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente".

1.  La expresión “Señor, Señor" es la manifestación de una persona piadosa. Y si, además, se dice de forma repetida, lo más probable es que se trata de un ritual. Por tanto, lo que aquí quiere decir Jesús es que la religiosidad, que se expresa en piedad y rituales, eso solo no es medio de salvación. Lo que nos salva es nuestra conducta, la coherencia de nuestra vida, nuestra honradez y nuestra bondad.  
En definitiva, el que pone en práctica lo que Jesús ha enseñado en el sermón del monte. 
Pues bien, Jesús afirma, por tanto, que para
entrar en el Reino de Dios, lo decisivo es "hacer" lo que Jesús nos dejó dicho que tenemos que hacer. En eso consiste el proyecto de Jesús.
Es más, la sola piedad y la sola religiosidad suele producir dos efectos:
1) El que vive ese tipo de experiencia, por eso mismo se suele sentir tranquilo en su intimidad y hasta es posible que se vea a sí mismo como una persona ejemplar.
2)  Además, puede ocurrir que incluso menosprecie (sin darse cuenta) a quienes no viven ese tipo de experiencias religiosas.

2.  Jesús establece una contraposición tajante entre los que "edifican sobre roca" y los que "edifican sobre arena". Los que edifican sobre roca (oikodoméin épí ten pétran) (Mt 7, 24) son "los que escuchan estas palabras mías y las ponen en práctica".
Es decir, para Jesús, edificar sobre roca es lo mismo que tener una fe consecuente. O sea, tiene fe de verdad el que escucha o lee el sermón del monte y lo pone en práctica.
Eso es "ser prudente" (phrónimos), el que hace lo que tiene que hacer, o sea el que ama, perdona, respeta, jamás se aprovecha de nadie, está dispuesto a poner la otra mejilla, nunca utiliza la venganza, siempre hace el bien a todos, etc.
El que hace eso (dentro de las limitaciones
humanas) es el que tiene fe. Y el que no lo hace, no es creyente, por más piadoso, observante y ortodoxo, que sea.

3. Cuando Jesús, según el mismo evangelio de Mateo, le dijo a Pedro que “sobre la roca edificaría" su Iglesia (Mt 16, 18), utiliza exactamente la misma expresión: "oikodoméin épí ten pétran". Si es que, efectivamente, Jesús dijo esas palabras, cosa que discuten los especialistas (véase Ulrich Luz, vol. II, 591-594; J. D. G. Dunn, 587-588), lo que el evangelio de Mateo quiere decir es que la Iglesia de Jesucristo se edifica, no sobre un hombre (aunque sea Pedro), sino sobre la fe de aquellos que escuchan a Jesús y hacen lo que él nos dejó dicho.
SAN NAHÚN, profeta



Conmemoración de san Nahúm (o San Nahún), profeta, que predicó a Dios como el que gobierna el devenir de los tiempos y juzga con justicia a los pueblos. s. V a. C
Se supone que nació en Elcas, que según san Jerónimo, se identifica con El Kauze o Cafarnaú, para otros nació en tierras de Judá, en el Negueb. Una tercera tradición lo sitúa al norte de Mosul, sobre el Tigris, donde se dice que se conserva su tumba.
Su breve profecía está dirigida contra Nínive y parece que fue escrita entre el 668 a. C y el 612 a. C.
Fue un gran profeta, defensor del pueblo, amante de la equidad y pregonero de la santidad y de la justicia de Dios, entendida como venganza por los males hechos por Nínive a los pueblos sometidos, especialmente al pueblo hebreo. Vivió, como había predicho, para ver la destrucción de Nínive en el 612 a. C.







martes, 29 de noviembre de 2016

Párate un momento: El Evangelio del dia 30 DE NOVIEMBRE - MIÉRCOLES 1ª - SEMANA DE ADVIENTO Fiesta del APÓSTOL SAN ANDRÉS



30 DE NOVIEMBRE    -   MIÉRCOLES
1ª - SEMANA     DE    ADVIENTO
Fiesta del APÓSTOL SAN ANDRÉS

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,9-18):
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás.
Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura:
«Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.»
Ahora bien,
¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?;
¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?;
y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?;
y ¿cómo van a proclamar si no los envían?
Lo dice la Escritura:
«¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!» Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo.
Pero yo pregunto:
«¿Es que no lo han oído?»
Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.»

Sal 18,2-3.4-5

R/. A toda la tierra alcanza su pregón

·     El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.

·     Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,18-22):
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

1.-  Hoy celebramos a San Andrés, hermano de S. Pedro, los dos apóstoles clave para llevarnos a la unidad de la única Iglesia que Jesús estableció en esta tierra.
Según la tradición, San Andrés es el fundador de la Iglesia de Constantinopla, nombre antiguo de la actual ciudad de Estambul, en Turquía. En noviembre de 2014 el Papa Francisco, sucesor de San Pedro, se reunió con Bartolomé, el actual sucesor de San Andrés, Patriarca de Constantinopla y líder de la Iglesia Ortodoxa. Entre los objetivos del viaje estaba reforzar el camino de la unidad de los cristianos ortodoxos y católicos.
Uno de los momentos más emotivos de aquella histórica visita tuvo lugar en el rezo de las vísperas de la Fiesta de San Andrés, cuando el Papa Francisco le pidió la bendición a Bartolomé y se inclinó ante él para recibirla. El Patriarca, quien en varias oportunidades llamó al Santo Padre "hermano", lo bendijo y le besó.

2.-  En el camino hacia la unidad la sangre de los mártires y los sufrimientos diarios de tantos cristianos perseguidos están realizando de un modo silencioso la unidad que Cristo pidió a sus discípulos: católicos y ortodoxos todos mueren por declararse discípulos de Cristo. Los mártires no hacen diferencia de la Iglesia a la que pertenecen, sino que todos dan la vida por Jesús como único Señor.
En los textos bíblicos de este día vemos que el corazón de Pablo no conoce fronteras, él quiere llegar a todas las naciones anunciando el gran regalo que Jesús trae para toda la humanidad.
Él nos dice: «si confiesas con la boca que Jesús es Señor, si crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te salvarás». Y también: «todo el que invoque el nombre del Señor se salvará». Pero, ¿cómo van a invocar al Señor ni no le conocen? Para esto se necesitan misioneros y anunciadores de la Palabra de Dios que lleven adelante la evangelización. Los pasos de los mensajeros que dan buenas noticias de Jesús son muy hermosos.
En el evangelio que hoy se nos propone vemos a Jesús que llama a sus primeros discípulos. Él los elige. Y la llamada es categórica, la respuesta, rápida e incondicional: ellos responden a su llamado, y dejándolo todo, le siguen.

3.-  Con estos rasgos se inaugura un nuevo tipo de seguimiento para nosotros cristianos: es una vocación irresistible y vinculante, un compartir en todo la vida y la misión del Maestro: «los haré pescadores de hombres». Ante Jesús no valen las excusas.

         
Nació en Betsaida y tuvo el honor y el privilegio de haber sido el primer discípulo que tuvo Jesús, junto con San Juan el evangelista. Los dos eran discípulos de Juan Bautista, y este al ver pasar a Jesús (cuando volvía el desierto después de su ayuno y sus tentaciones) exclamó: "He ahí el cordero de Dios". Andrés se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús, Jesús se volvió y les dijo: "¿Qué buscan?". Ellos le dijeron: "Señor: ¿dónde vives?". Jesús les respondió: "Venga y verán". Y se fueron y pasaron con Él aquella tarde.
Esa llamada cambió su vida para siempre. San Andrés se fue luego donde su hermano Simón y le dijo: "Hemos encontrado al Salvador del mundo" y lo llevó a donde Jesús quien encontró en el gran San Pedro a un entrañable amigo y al fundador de su Iglesia. El día del milagro de la multiplicación de los panes, fue San Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco panes. El santo presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó, uno por uno, sus maravillosos sermones, viviendo junto a él por tres años.
En el día de Pentecostés, San Andrés recibió junto con la Virgen María y los demás Apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, y en adelante se dedicó a predicar el evangelio con gran valentía y obrando milagros y prodigios.
La tradición coloca su martirio el 30 de noviembre del año 63, bajo el imperio de Nerón.


lunes, 28 de noviembre de 2016

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 DE NOVIEMBRE - MARTES 1ª - SEMANA DE ADVIENTO San Saturnino de Tolosa





29  DE    NOVIEMBRE - MARTES
1ª - SEMANA     DE     ADVIENTO
San Saturnino de Tolosa

Evangelio según san Lucas 10, 21-24
      En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús:
"Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar".
 Volviéndose a los discípulos, les dijo:
       "¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que oís, pero no lo oyeron".

1.  Este relato del Evangelio es desconcertante. Porque desconcertantes eran
los criterios que tenía Jesús, tal como aquí se nos presentan.
No es frecuente que un hombre, que se dedica a transmitir unas enseñanzas para influir en los demás (como es el caso de un profesor, un escritor, un conferenciante...), se alegre de que lo que enseña no interesa a los "sabios" y a los "entendidos". Mientras que, por el contrario, la doctrina que pretende transmitir es algo que solamente interesa (porque son los que lo entienden) a la "gente sencilla", las personas de condición humilde, los pobres e ignorantes, los que no tienen importancia ni pintan nada en la vida. Y esto justamente es lo que aquí dice Jesús.
El Evangelio es un mensaje   que solamente cabe en la cabeza de los insignificantes. Solamente es comprendido   por los que no son socialmente importantes.  Y lo que más llama la atención es que Jesús se alegra de eso. ¿Por qué?

2.  Es evidente que uno que se dedica a enseñar, ya sea profesor, docente, locutor, predicador..., no se alegraría de ser socialmente hablando- un desastre, un fracasado. Porque es criterio, comúnmente admitido, que los sabios, los intelectuales, y no precisamente los ignorantes, son los que influyen en la sociedad.
Quienes tienen prestigio y poder son los que pueden influir para cambiar las cosas. Y para hacer bien las cosas. De ahí, la seducción que ejercen los "selectos", los "listos", los "inteligentes", los "intachables", etc.

3.  Y, sin embargo, Jesús ve todo esto al revés.
En las sociedades mediterráneas del s. I, se le daba más importancia al que tenía prestigio que al que tenía dinero. Al Evangelio no le interesa ni lo uno ni lo otro. Porque Jesús no vino a enseñar teorías de sabios e intelectuales. Jesús estaba persuadido de que los que tienen poder no arreglan el mundo. Porque los importantes toman las decisiones que favorecen su importancia. Y sin embargo sabemos que los protagonistas de la Historia son los que están abajo en la sociedad, los proletarios y excluidos, los ignorantes y los que sufren. Y todos los que ven la vida como la
ven esas gentes.
Porque esas pobres gentes no tienen más fuerza que la enorme fuerza que tiene nuestra   humanidad. Porque "los pequeños, los nadies"
no tienen más fuerza que su bondad y su honradez. Y es eso -la bondad y la honradez-  es lo que trasforma la sociedad y lo que puede dar un giro nuevo a la Historia y a la Cultura.

San Saturnino de Tolosa,
obispo y mártir


En Toulouse, de la Galia Narbonense, conmemoración de san Saturnino de Tolosa (Sanserenín), obispo y mártir que, según la tradición, en tiempo del mismo Decio fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta ciudad y arrastrando por las escaleras desde lo alto del edificio, hasta que, destrozados la cabeza y el cuerpo, entregó su alma a Cristo hacia el año 250.
Saturnino, obispo de Tolosa, es uno de los santos más populares en Francia y en España. La Passio Saturnini es ante todo un documento muy importante para el conocimiento de la antigua Iglesia de la Galia. Según el autor de la Pasión, escrita entre el 430 y el 450, Saturnino fijó su residencia en Tolosa en el 250, bajo el consulado de Decio y Grato. En ese tiempo, refiere el autor, en Galia había pocas comunidades cristianas, con escaso número de fieles, mientras los templos paganos se llenaban de fieles que sacrificaban a los ídolos.
Saturnino, que había llegado desde hacía poco a Tolosa, probablemente de Africa (el nombre es efectivamente africano) o de Oriente, como se lee en el Missale Gothicum, había ya reunido los primeros frutos de su predicación, atrayendo a la fe en Cristo a un buen número de ciudadanos. El santo obispo, para llegar a un pequeño oratorio de su propiedad, pasaba todas las mañanas frente al Capitolio, es decir, el principal templo pagano, dedicado a Júpiter Capitolino, en donde los sacerdotes paganos ofrecían en sacrificio al dios pagano un toro para obtener las gracias que pedían los fieles.
Parece que la presencia de Saturnino volvía mudos a los dioses y de esto los sacerdotes paganos acusaron al obispo cristiano, cuya irreverencia habría irritado la susceptibilidad de las divinidades paganas. Un día la multitud rodeó amenazadora a Saturnino y le impuso que sacrificara un toro sobre el altar de Júpiter. Ante el rechazo del obispo de sacrificar el animal, que poco después se convertiría en el instrumento inconsciente de su martirio, y sobre todo por lo que consideraban los paganos un ultraje a la divinidad, pues Saturnino dijo que no les tenía miedo a los rayos de Júpiter, ya que era impotente porque no existía, lo agarraron enfurecidos y lo ataron al cuello del toro, al que picaron para que corriera escaleras abajo del Capitolio arrastrando al obispo.
Saturnino, con el cuerpo despedazado, murió poco después y su cuerpo quedó abandonado en la calle, de donde lo recogieron dos piadosas mujeres y le dieron sepultura «en una fosa muy profunda». Sobre esta tumba, un siglo después, San Hilario construyó una capilla de madera que pronto fue destruida y se perdió por algún tiempo su recuerdo, hasta cuando en el siglo VI el duque Leunebaldo, volviendo a encontrar las reliquias del mártir, hizo edificar en ese lugar la iglesia dedicada a San Saturnino, en francés Saint-Sernin-du-Taur, que en el Trescientos tomó el actual nombre de Notre-Dame du Taur.




domingo, 27 de noviembre de 2016

Parate un momento: el Evangelio del dia 28 de Noviembre – Lunes 1ª – Semana de Adviento – A Santa Catalina Labouré



28 de Noviembre – Lunes
1ª – Semana de Adviento – A
Santa Catalina Labouré

Evangelio según san Mateo 8, 5-11
       En   aquel tiempo al entrar Jesús en Cafarnaúm, un centurión se le acercó diciéndole:
"Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico".
Jesús le contestó:
"Voy yo a curarlo".
Pero el centurión le replicó:
"Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.
Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno 've', y va; al otro, 'ven' y viene; a mi criado 'haz esto' y lo hace'.
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
"Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos".

1. Lo más llamativo, incluso lo más revolucionario, que se encuentra en este relato es lo que Jesús afirma sobre la fe.
 Según el evangelio de Mateo, y el paralelo de Lucas (7, 1-10), resulta que, para Jesús, un militar romano tenía más fe que cualquier israelita.
No es el único caso en que Jesús elogia la fe
de personas que no tenían las mismas creencias religiosas que los ortodoxos fieles a la Biblia. Así, en el caso de la mujer cananea o siro-fenicia (Mt 15, 21-28; Mc 7, 24-30) y también en el relato del samaritano leproso (Lc 17, 11-19).
Estas personas, que no pertenecían a la religión verdadera, son elogiadas por Jesús
como creyentes ejemplares. Lo cual quiere decir obviamente que, para Jesús, la fe más ejemplar no está vinculada a la pertenencia a una determinada religión, por más que, según los criterios de la Biblia, se trate de la única religión verdadera del único Dios verdadero.

2. En el caso del militar romano, este hecho es más sorprendente. Porque, como es sabido, los militares del ejército imperial hacían un juramento religioso de fidelidad (sacramentum) al emperador. Este juramento era el fundamento de la condición de soldado (P. Grimal).
La fe del centurión estaba, pues, ya comprometida   con su emperador y con la religión que este representaba y de la que era el "Sumo Pontífice" (Pontifex Maximus) (E. Cortese).

3.  Por más extraño que pueda parecer, la fe no es para Jesús un "acto religioso", sino un "comportamiento de   humanidad".
Es la profunda humanidad   de un cargo militar que no puede soportar ver que sufre un "esclavo" (doúlos) (Lc 7, 2. 3. 8 b). Por eso va a suplicar a Jesús que lo sane. Y no se considera digno de que Jesús entre en su casa.
La fe, en este caso, es la postura de un hombre, de poder y mando, que antepone la felicidad del último al rango del primero.
Jesús no encuentra la fe en la fidelidad a las doctrinas y prácticas religiosas, sino en la bondad de un hombre importante al que el cargo no se le subió a la cabeza.
Ocurre, quizá más de lo que imaginamos, que aquellos a los que consideramos "infieles", para Jesús, son los más "fieles".
Jesús modificó la fe, las creencias, el corazón mismo de la religión. Porque la esencia de la religión no está en aceptar unas verdades, sino asumir y hacer propia una forma de vida. Cuando lo que manda en nuestra vida es la bondad   y la lucha contra el sufrimiento, entonces es cuando empezamos   a ser creyentes en Jesús y su Evangelio.

Santa Catalina Labouré

En París, en Francia, santa Catalina Labouré, virgen, de las Hijas de la Caridad, que de manera singular honró a la Inmaculada y brilló por la simplicidad, caridad y paciencia.
Esta fue la santa que tuvo el honor de que la Sma. Virgen se le apareciera para recomendarle que hiciera la Medalla Milagrosa.
Santa Catalina Labouré, llamada Zoe en familia, nació en Bretaña, Francia, el 1806. Sus padres eran agricultores. Al quedar huérfana de madre a los 8 años le encomendó a la Santísima Virgen que le sirviera de madre, y la Madre de Dios le aceptó su petición.
Como su hermana mayor se fue de monja vicentina, Catalina tuvo que quedarse al frente de los trabajos de la cocina y del lavadero en la casa de su padre, y por esto no pudo aprender a leer ni a escribir.
A los 14 años pidió a su papá que le permitiera irse de religiosa a un convento pero él, que la necesitaba para atender los muchos oficios de la casa, no se lo permitió. Ella le pedía a Nuestro Señor que le concediera lo que tanto deseaba: ser religiosa. Y una noche vio en sueños a un anciano sacerdote que le decía: "Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos". La imagen de ese sacerdote se le quedó grabada para siempre en la memoria.
Al fin, a los 24 años, logró que su padre la dejara ir a visitar a la hermana religiosa, y al llegar a la sala del convento vio allí el retrato de San Vicente de Paúl y se dio cuenta de que ese era el sacerdote que había visto en sueños y que la había invitado a ayudarle a cuidar enfermos. Desde ese día se propuso ser hermana vicentina, y tanto insistió que al fin fue aceptada en la comunidad.
Siendo Catalina una joven monjita, tuvo unas apariciones que la han hecho célebre en toda la Iglesia. En la primera, una noche estando en el dormitorio sintió que un hermoso niño la invitaba a ir a la capilla. Lo siguió hasta allá y él la llevó ante la imagen de la Virgen Santísima. Nuestra Señora le comunicó esa noche varias cosas futuras que iban a suceder en la Iglesia Católica y le recomendó que el mes de Mayo fuera celebrado con mayor fervor en honor de la Madre de Dios. Catalina creyó siempre que el niño que la había guiado era su ángel de la guarda.
Pero la aparición más famosa fue la del 27 de noviembre de 1830. Estando por la noche en la capilla, de pronto vio que la Stma. Virgen se le aparecía totalmente resplandeciente, derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra. Y le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora, así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado las iniciales de la Virgen MA, y una cruz, con esta frase "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración.
Catalina le contó a su confesor esta aparición, pero él no le creyó. Sin embargo, el sacerdote empezó a darse cuenta de que esta monjita era sumamente santa, y se fue donde el Sr. Arzobispo a consultarle el caso. El Sr. Arzobispo le dio permiso para que hicieran las medallas, y entonces empezaron los milagros.
Las gentes empezaron a darse cuenta de que los que llevaban la medalla con devoción y rezaban la oración "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti", conseguían favores formidables, y todo el mundo comenzó a pedir la medalla y a llevarla. Hasta el emperador de Francia la llevaba y sus altos empleados también.
En París había un masón muy alejado de la religión. La hija de este hombre obtuvo que él aceptara colocarse al cuello la Medalla de la Virgen Milagrosa, y al poco tiempo el masón pidió que lo visitara un sacerdote, renunció a sus errores masónicos y terminó sus días como creyente católico.
Catalina le preguntó a la Stma. Virgen por qué de los rayos luminosos que salen de sus manos, algunos quedan como cortados y no caen en la tierra. Ella le respondió: "Esos rayos que no caen a la tierra representan los muchos favores y gracias que yo quisiera conceder a las personas, pero se quedan sin ser concedidos porque las gentes no los piden". Y añadió: "Muchas gracias y ayudas celestiales no se obtienen porque no se piden".
Después de las apariciones de la Stma. Virgen, la joven Catalina vivió el resto de sus años como una cenicienta escondida y desconocida de todos. Muchísimas personas fueron informadas de las apariciones y mensajes que la Virgen Milagrosa hizo en 1830. Ya en 1836 se habían repartido más de 130.000 medallas. El Padre Aladel, confesor de la santa, publicó un librito narrando lo que la Virgen Santísima había venido a decir y prometer, pero sin revelar el nombre de la monjita que había recibido estos mensajes, porque ella le había hecho prometer que no diría a quién se le había aparecido. Y así mientras esta devoción se propagaba por todas partes, Catalina seguía en el convento barriendo, lavando, cuidando las gallinas y haciendo de enfermera, como la más humilde e ignorada de todas las hermanitas, y recibiendo frecuentemente maltratos y humillaciones.
En 1842 sucedió un caso que hizo mucho más popular la Medalla Milagrosa y sucedió de la siguiente manera: el rico judío Ratisbona, fue hospedado muy amablemente por una familia católica en Roma, la cual como único pago de sus muchas atenciones, le pidió que llevara por un tiempo al cuello la medalla de la Virgen Milagrosa. Él aceptó esto como un detalle de cariño hacia sus amigos, y se fue a visitar como turista el templo, y allí de pronto frente a un altar de Nuestra Señora vio que se le aparecía la Virgen Santísima y le sonreía. Con esto le bastó para convertirse al catolicismo y dedicar todo el resto de su vida a propagar la religión católica y la devoción a la Madre de Dios. Esta admirable conversión fue conocida y admirada en todo el mundo y contribuyó a que miles y miles de personas empezaran a llevar también la Medalla de Nuestra Señora (lo que consigue favores de Dios no es la medalla, que es un metal muerto, sino nuestra fe y la demostración de cariño que le hacemos a la Virgen Santa, llevando su sagrada imagen).
Desde 1830, fecha de las apariciones, hasta 1876, fecha de su muerte, Catalina estuvo en el convento sin que nadie se le ocurriera que ella era a la que se le había aparecido la Virgen María para recomendarle la Medalla Milagrosa. En los últimos años obtuvo que se pusiera una imagen de la Virgen Milagrosa en el sitio donde se le había aparecido (y al verla, aunque es una imagen hermosa, ella exclamó: "Oh, la Virgencita es muchísimo más hermosa que esta imagen").
Al fin, ocho meses antes de su muerte, fallecido ya su antiguo confesor, Catalina le contó a su nueva superiora todas las apariciones con todo detalle y se supo quién era la afortunada que había visto y oído a la Virgen. Por eso cuando ella murió, todo el pueblo se volcó a sus funerales (quien se humilla será enaltecido).
Poco tiempo después de la muerte de Catalina, fue llevado un niño de 11 años, inválido de nacimiento, y al acercarlo al sepulcro de la santa, quedó instantáneamente curado.
En 1947 el santo Padre Pío XII declaró santa a Catalina Labouré, y con esa declaración quedó también confirmado que lo que ella contó acerca de las apariciones de la Virgen sí era Verdad.




sábado, 26 de noviembre de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 27 de Noviembre -DOMINGO 1º - DOMINGO de ADVIENTO – A



27 de Noviembre -DOMINGO
1º - DOMINGO de ADVIENTO – A

Lectura del Profeta Isaías 2,1-5.
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor.

Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9

R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

V/. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

V/. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

V/. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.

V/. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor,
nuestro Dios, te deseo todo bien. R/.

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 13,11-14.

HERMANOS:
Comportaos reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz.
Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo.

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 24,37-44.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

¿Qué y cómo debemos esperar?

Los textos bíblicos de los cuatro domingos de Adviento no constituyen propiamente una preparación a la Navidad, sino una introducción a todo el nuevo año litúrgico. Por eso abarcan etapas muy distintas:
1) lo que se esperó del Mesías antes de su venida;
2) su nacimiento;
3) su actividad pública, y las reacciones que suscitó;
4) su vuelta al final de los tiempos.
Estas cuatro etapas se mezclan cada domingo y resulta difícil relacionar las distintas lecturas. Si buscamos un elemento común sería el tema de la esperanza: ¿qué debemos esperar?, ¿cómo debemos esperar? 

1. ¿Qué debemos esperar? La utopía de la paz universal                                                       

La primera lectura (Isaías 2,1-5) responde a una de las experiencias más universales: la guerra. Israel debió enfrentarse desde su comienzo como estado a pueblos pequeños, a guerras civiles y a grandes imperios. Pero no sólo los israelitas era víctimas de estas guerras, sino todos los países del Cercano Oriente, igual que hoy día lo son tantos países del mundo. 
Podríamos contemplar este hecho con escepticismo: el ser humano no tiene remedio. La ambición, el odio, la violencia, siempre terminan imponiéndose y creando interminables conflictos y guerras. Sin embargo, la lectura de Isaías propone una perspectiva muy distinta. Todos los pueblos, asirios, egipcios, babilonios, medos, persas, griegos, cansados de guerrear y de matarse, marchan hacia Jerusalén buscando en el Dios de Israel un juez justo que dirima sus conflictos e instaure la paz definitiva. 
        El texto de Isaías une, lógicamente, la desaparición de la guerra con la desaparición de las armas. En este contexto, hoy día es frecuente hablar de las armas atómicas, los submarinos nucleares, los drones de última generación. Quisiera recordar unos datos muy distintos, de armas mucho más sencillas. 
       Se estima que en el mundo existe un arsenal de 639.000.000 de armas de fuego, la mitad de las cuales, en manos de civiles, el resto a disposición de los cuerpos policiales y de seguridad, lo que supone un arma por cada diez personas.
         Desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial (1945), unos 30 millones de personas han perecido en los diferentes conflictos armados que han sucedido en el planeta, 26 millones de ellas a consecuencia del impacto de armas ligeras. Estas armas, y no los grandes buques o los sofisticados aviones de combate, son las responsables materiales de cuatro de cada cinco víctimas, que en un 90% también han sido civiles (mujeres y niños en particular).
      Esta primera lectura bíblica nos anima a esperar y procurar que un día se haga realidad lo anunciado por el profeta: De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. 

2. ¿Cómo debemos esperar? Vigilancia ante la vuelta de Jesús (Mateo 24,37-44)

La liturgia da un tremendo salto y pasa de las esperanzas antiguas formuladas por Isaías a la segunda venida de Jesús, la definitiva. En el contexto del Adviento, esta lectura pretende centrar nuestra atención en algo muy distinto a lo habitual. Los días previos al 24 de diciembre solemos dedicarlos a pensar en la primera venida de Cristo, simbolizada en los belenes. El peligro es quedarnos en un recuerdo romántico. La iglesia quiere que miremos al futuro, incluso a un futuro muy lejano: el de la vuelta definitiva de Jesús, y la actitud de vigilancia que debemos mantener.
            La actitud de vigilancia queda expuesta en dos comparaciones, una basada en el AT, y otra en la experiencia diaria. 
            La primera hace referencia a lo ocurrido en tiempos del diluvio. Antes de él, la gente llevaba una vida normal, despreocupada. La catástrofe le parecía inimaginable. Lo mismo ocurrirá cuando venga el Hijo del Hombre. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
            La segunda comparación está tomada de la vida diaria: la del dueño de una casa que desea defender su propiedad contra los ladrones. El mensaje es el mismo: estad en vela.
            A propósito de estas comparaciones podemos indicar dos cosas: 
            1) Ambas insisten en que la venida del Hijo del Hombre será de improviso e imprevisible; no habrá ninguna de esas señales previas que tanto gustaban a la apocalíptica (oscurecimiento del sol y de la luna, terremotos, guerras, catástrofes naturales). 
            2) Las dos comparaciones exhortan a la vigilancia, a estar preparados, pero no dicen en qué consiste esa vigilancia y preparación; se limitan a crear un interés por el tema. Esta falta de concreción puede decepcionar un poco. Pero es lo mismo que cuando nos dicen al comienzo de un viaje en automóvil: «ten cuidado». Sería absurdo decirle al conductor: «Ten cuidado con los coches que vienen detrás», o «ten cuidado con los motoristas». El cristiano, igual que el conductor, debe tener cuidado con todo.

3. ¿Cómo debemos esperar? Disfrazarnos de Jesús (Romanos 13,11-14)

            Pablo parte de la experiencia típica de las primeras comunidades cristianas: la vuelta de Jesús es inminente, «nuestra salvación está más cerca», «el día se echa encima». El cristiano, como hijo de la luz, debe renunciar a comilonas, borracheras, lujuria, desenfreno, riñas y pendencias. Es el comportamiento moral a niveles muy distintos (comida, sexualidad, relaciones con otras personas) lo que debe caracterizar al cristiano y como se prepara a la venida definitiva de Jesús. Ese pequeño catálogo podría haberlo firmado cualquier filósofo estoico. Pero Pablo añade algo peculiar: «Vestíos del Señor Jesucristo». Esto no es estoico, es típicamente cristiano: Jesús como modelo a imitar, de forma que, cuando la gente nos vea, sea como si lo viese a él. Creo que Pablo no tendría inconveniente en que sus palabras se tradujesen: «Disfrazaos del Señor Jesucristo». Comportaos de tal forma que la gente os confunda con él. Buen programa para comenzar el Adviento.