9 de Noviembre – Miércoles
32ª – Semana del T.O.-C
“LA DEDICACIÓN DE LA BASILICA
DE LETRAN, fiesta.
Lectura de la profecía de Ezequiel (47,1-2.8-9.12):
En aquellos días, el ángel me
hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia
levante –el templo miraba a levante–. El agua iba bajando por el lado derecho
del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me
llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el
lado derecho.
Me dijo: «Estas aguas fluyen
hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de
las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde
desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al
desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera
que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda
clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán
cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su
fruto será comestible y sus hojas medicinales.»
Sal 45,2-3.5-6.8-9
R/. El correr de las acequias
alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada
· Dios es nuestro refugio y nuestra
fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos, aunque tiemble la
tierra, y los montes se desplomen en el
mar. R/.
· El correr de las acequias alegra la
ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.
· El Señor de los ejércitos está con
nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo
del orbe. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los Corintios (3,9c-11.16-17):
Sois edificio de Dios. Conforme
al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento,
otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro
cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de
Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo
de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo
sois vosotros.
Lectura del santo evangelio según san
Juan (2,13-22):
Se acercaba la Pascua de los
judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de
bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de
cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les
esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les
dijo:
«Quitad esto de aquí; no
convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de
lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los
judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para
obrar así?»
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en
tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha
costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de
su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron
de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había
dicho Jesús.
1.- ¡Ay
el templo! El templo es lugar y casa de oración. Es un espacio privilegiado de encuentro con el
Señor. Y como tal conviene
tratarlo. Todos
somos templos del Espíritu. Y
como tal debemos
tratarnos. Estamos hechos
a su imagen y
semejanza. Disociar el templo
edificio con el
templo que es nuestro cuerpo conduciría a confusión.
2.- Todo
lo construido es para mayor gloria de Dios. Toda nuestra vida es para mayor
gloria de Dios.
Cuando
esto se entiende, el templo se reconoce como lugar de oración y espacio de
encuentro comunitario.
Cuando
esto se entiende, se valora nuestro cuerpo
como sagrado y ámbito de encuentro de la transcendencia y la inmanencia.
3.-
Como recuerda la Conferencia Episcopal
Española, hoy se celebra la fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán en
honor de Cristo Salvador, construida por el emperador Constantino como sede de
los obispos de Roma. Su anual
celebración en toda la Iglesia latina es un grupo permanente de amor y de unidad
con el Romano Pontífice.
LA DEDICACIÓN DE LA BASILICA DE LETRAN
Dedicación de la Basílica de Letrán Año 324
Basílica significa: "Casa del Rey".
Basílica de Letrán: En la Iglesia
Católica se le da el nombre de Basílica a ciertos templos más famosos que los
demás. Solamente se puede llamar Basílica a aquellos templos a los cuales el
Sumo Pontífice les concede ese honor especial. En cada país hay algunos.
La primera Basílica que hubo en la
religión Católica fue la de Letrán, cuya consagración celebramos en este día.
Era un palacio que pertenecía a una familia que llevaba ese nombre, Letrán. El
emperador Constantino, que fue el primer gobernante romano que concedió a los
cristianos el permiso para construir templos, le regaló al Sumo Pontífice el Palacio
Basílica de Letrán, que el Papa San Silvestro convirtió en templo y consagró el
9 de noviembre del año 324.
Esta basílica es la Catedral del Papa y
la más antigua de todas las basílicas de la Iglesia Católica. En su frontis
tiene esta leyenda: "Madre y Cabeza de todas las iglesias de la ciudad y
del mundo".
Se le llama Basílica del Divino
Salvador, porque cuando fue nuevamente consagrada, en el año 787, una imagen
del Divino Salvador, al ser golpeada por un judío, derramó sangre. En recuerdo
de ese hecho se le puso ese nuevo nombre.
Se llama también Basílica de San Juan
(de Letrán) porque tienen dos capillas dedicadas la una a San Juan Bautista y
la otra a San Juan Evangelista, y era atendida por los sacerdotes de la
parroquia de San Juan.
Durante mil años, desde el año 324
hasta el 1400 (época en que los Papas se fueron a vivir a Avignon, en Francia),
la casa contigua a la Basílica y que se llamó "Palacio de Letrán",
fue la residencia de los Pontífices, y allí se celebraron cinco Concilios (o
reuniones de los obispos de todo el mundo). En este palacio se celebró en 1929
el tratado de paz entre el Vaticano y el gobierno de Italia (Tratado de
Letrán). Cuando los Papas volvieron de Avignon, se trasladaron a vivir al
Vaticano. Ahora en el Palacio de Letrán vive el Vicario de Roma, o sea el
Cardenal al cual el Sumo Pontífice encarga de gobernar la Iglesia de esa
ciudad.
La Basílica de Letrán ha sido sumamente
venerada durante muchos siglos. Y aunque ha sido destruida por varios
incendios, ha sido reconstruida de nuevo, y la construcción actual es muy
hermosa.
San Agustín recomienda: "Cuando
recordemos la Consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San
Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo’. Ojalá
conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios que sean sus
templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra alma".
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