martes, 15 de noviembre de 2016

Párate un momento: El Evangelio del dia 16 de noviembre – miércoles 33ª Semana del T.O.-C Santa Margarita de Escocia



16 de noviembre – miércoles
33ª Semana del T.O.-C
Santa Margarita de Escocia

Evangelio según san Lucas 19, 11-28
    En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el Reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo Jesús:
    "Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.
Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles:
"Negociad mientras vuelvo".
Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar:
"No queremos que él sea nuestro rey".
 Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y dijo:
"Señor, tu onza ha producido diez".
Él contestó:
"Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades".
El segundo llegó y dijo:
"Tu onza, señor, ha producido cinco".
A ese le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades'.
El otro llegó y dijo:
"Señor, aquí está tu onza; la he tenido
    guardada en un pañuelo; te tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras".
Él le contestó:
"Por tu boca te condeno, empleado   holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro?
Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses".
Entonces dijo a los presentes:
"Quitadle a este la onza y dádsela al que tiene diez".
Le replicaron:
"Señor, si ya tiene diez onzas".
Os digo:
"Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene".
Y a esos enemigos míos, que no  me querían para rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia'.
Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

1.  Esta parábola, según el relato de Lucas, es la última enseñanza de Jesús antes de su entrada en Jerusalén donde va a sufrir la pasión y la muerte. Este dato es importante. El texto paralelo de Mateo es la parábola de "los talentos" (Mt 25, 14-30).
Hay diferencias entre ambos relatos. Pero son la misma parábola. La de Lucas destaca un
dato capital.

2.  Se trata de la enorme crueldad del "hombre noble", que es el protagonista de la parábola. Es decisivo tener presente esta condición de crueldad terrible del dueño que reparte su dinero para luego exigir que le rindan cuentas de las ganancias. 
Lo que importa es caer en la cuenta de que la enseñanza de esta parábola -lo   mismo que la de Mateo-  no es urgir la responsabilidad ante el juicio de Dios, sino advertir el peligro enorme que representa el miedo a Dios.
¿Por qué?

3.  Baste pensar que la ruina del que guardó el dinero en un pañuelo, para devolverlo al dueño, estuvo precisamente en el miedo que lo paralizó y, de esa forma, anuló su capacidad de rendimiento. El miedo, que le tuvo al dueño, fue su perdición.
Jesús llegó a Jerusalén con esta convicción. Es el mejor testamento que nos dejó el Señor. Por eso, para muchos, la mejor enseñanza de la parábola está en que nos sirva para meditar los miedos que cada cual tiene, que son los miedos de la parálisis del espíritu que nos atenaza y nos hace unos inútiles.

Santa Margarita de Escocia
Santa Margarita, nacida en Hungría y casada con Malcolm III, rey de Escocia, que dio a luz ocho hijos, fue sumamente solícita por el bien del reino y de la Iglesia, y a la oración y a los ayunos añadía la generosidad para con los pobres, dando así un óptimo ejemplo como esposa, madre y reina.

Vida de Santa Margarita de Escocia
De estirpe regia y de santos. Por parte de padre emparenta con la realeza inglesa y por parte de madre con la de Hungría. Los santos son, por parte de padre, san Eduardo Confesor que era su bisabuelo y, por parte de madre, san Esteban, rey de Hungría.
Nació del matrimonio habido entre Eduardo y Agata, en Hungría, con fecha difícil de determinar. Su padre nunca llegó a reinar, porque al ser llamado por la nobleza inglesa para ello, resulta que el normando Guillermo el Conquistador invade sus tierras, se corona rey e impone el juramento de fidelidad; al poco tiempo murió Eduardo de muerte natural.
Pero esta situación fue la que hizo que Margarita llegara a ser reina de Escocia por casarse con el rey. Su madre había previsto y dispuesto que la familia regresara al continente al quedarse viuda tras la muerte de su esposo y, bien sea por necesidad de puerto a causa de tempestades, bien por la confianza en la buena acogida de la casa real escocesa, el caso es que atracaron en Escocia y allí se enamoró el rey Malcon III de Margarita y se casó con ella.
Es una mujer ejemplar en la corte y con la gente paño de lágrimas. Se la conoce delicada en el cumplimiento de sus obligaciones de esposa; esmerada en la educación de los hijos, les dedica todo el tiempo que cada uno necesita; sabe estar en el sitio que como a reina le corresponde en el trato con la nobleza y asume responsabilidades cristianas que le llenan el día. Señalan sus hagiógrafos las continuas preocupaciones por los más necesitados: visita y consuela enfermos llegando a limpiar sus heridas y a besar sus llagas; ayuda habitualmente a familias pobres y numerosas; socorre a los indigentes con bienes propios y de palacio hasta vender sus joyas. Lee a diario los Libros Santos, los medita y lo que es mejor ¡se esfuerza por cumplir las enseñanzas de Jesús! De ellos saca las luces y las fuerzas. De hecho, su libro de rezos, un precioso códice decorado con primor —milagrosamente recuperado sin sufrir daño del lecho del río en que cayó— se conserva en la biblioteca bodleiana de Oxford (Inglaterra).
También se ocupó de restaurar iglesias y levantar templos, destacando la edificación de la abadía de Dunferline.
Puso también empeño en eliminar del reino los abusos que se cometían en materia religiosa y se esforzó en poner fin a las abundantes supersticiones; para ello, convocó concilios con la intención de que los obispos determinaran el modo práctico de exponer todo y sólo lo que manda la Iglesia y las enseñanzas de los Padres.
"Gracias, Dios mío, porque me das paciencia para soportar tantas desgracias juntas". Esta fue su frase cuando le comunicaron la muerte de su esposo y de su hijo Eduardo en una acción bélica. Fue cuando marcharon a recuperar el castillo de Aluwick, en Northumberland, del que se había apoderado el usurpador Guillermo. Ella soportaba en aquellos momentos la larga y penosísima enfermedad que le llevó a la muerte el año 1093, en Edimburgo.
Es la reina Margarita la patrona de Escocia, canonizada por el papa Inociencio IV en el año 1250. Pero no pueden venerarse sus reliquias por desconocerse el lugar donde reposan. Por la manía que tenían los antiguos de desarmar los esqueletos de los santos, su cráneo —que perteneció a María Estuardo— se perdió con la Revolución francesa, porque lo tenían los jesuitas en Douai y, desde luego, no salieron muy bien parados sus bienes. El cuerpo tampoco se pudo encontrar cuando lo pidió Gelliers, arzobispo de Edimburgo, a Pío XI, aunque se sabe que se trasladó a España por empeño de Felipe II quien mandó tallar un sepulcro en El Escorial para los restos de Margarita y de su esposo.



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