21 DE NOVIEMBRE - LUNES
34ª - SEMANA DEL T.O.-C
Presentación de la Santísima Virgen
Evangelio
según san LUCASV21, 1-4
Alzando Jesús los ojos, vio unos
ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda
pobre que echaba dos reales, y dijo:
"Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque
todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad,
ha echado todo lo que tenía para vivir".
1. Se sabe que Jerusalén era, en tiempo de
Jesús, una ciudad en la que abundaban los mendigos y, en general, gentes de
ínfima condición económica, muchos de los cuales vivían de la mendicidad. En la
ciudad había tanta gente en esta situación, que abundan los testimonios en los que se decía que en
Jerusalén había personas que se enorgullecían de la cantidad de pobres que eran
atendidos en la ciudad (J. Jeremías).
Por otra parte, esto ocurría en una ciudad
que era profundamente religiosa. Por eso no es de extrañar que se dieran casos
frecuentes como el de esta viuda, en la que se unían pobreza y generosidad
hasta extremos límite.
2. Pero lo más importante, que nos viene a
enseñar este relato, es algo que mucha gente de Iglesia quizá no imagina. Se
trata de la significación que el dinero debe tener para la religión. Lo que
importa no es la "cantidad" que se da, sino la "generosidad"
con que se da.
La viuda echó solo dos céntimos. Y, sin
embargo, a juicio de Jesús, fue quien más echó. Porque la religión no vive de
la cantidad de dinero que tiene, sino de la generosidad de los donantes, echen
lo que echen.
3. Este relato es uno de los episodios más
elocuentes que nos ofrece el Evangelio.
Cuando
estamos saliendo de una de las mayores crisis económicas, que se han vivido
en Europa en los últimos tiempos, una de las enseñanzas que tendríamos que
sacar es que el Evangelio no ha modificado para nada nuestra mentalidad sobre
el significado del dinero y de la economía en general.
En asuntos de dinero, todos nos regimos por
los mismos criterios. De forma que, en esos criterios, no incide para nada lo que
nos dijo Jesús con su vida y sus enseñanzas.
Si es que si tomáramos en serio lo que hizo y
dijo Jesús, tendríamos que organizar nuestra vida y nuestra convivencia, no por
el criterio de la cantidad, sino por la convicción de la generosidad.
Cuando esa fuera nuestra convicción determinante,
no cabe duda que la vida cambiaría de forma
radical. Tendríamos todos más seguridad en la vida. Porque tendríamos más
seguridad en los demás.
Podríamos hablar en serio de
"compartir" con los otros. Y, por supuesto, se acabaría el angustioso
problema y la vergüenza de las asombrosas desigualdades que nos están
destrozando.
¿Será esto un sueño?
No olvidemos que el Evangelio es una utopía
que, si se asume de verdad, cambia la vida por completo. Pero,
¿lo hemos asumido como principio rector de nuestras convicciones
y de nuestra presencia en la sociedad?
Esta es la gran pregunta que nos tenemos que
hacer en este momento, si es que pretendemos
seguir diciendo que somos creyentes en Jesús de Nazaret.
Presentación de la Santísima Virgen
Hoy, celebramos junto con toda la Iglesia, la
Presentación en el Templo de la niña Santa María.
Es en una antigua y piadosa tradición que encontramos
los orígenes de esta fiesta mariana que surge en el escrito apócrifo llamado
"Protoevangelio de Santiago". Este relato cuenta que cuando la Virgen
María era muy niña sus padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de
Jerusalén y allá la dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para
ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes
para con Dios.
Históricamente, el inicio de esta celebración fue la
dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén en el año 543.
Estas fiestas se vienen conmemorando en Oriente desde el siglo VI, inclusive el
emperador Miguel Comeno cuenta sobre esto en una Constitución de 1166.
Más adelante, en 1372, el canciller en la corte del
Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón, en calidad de embajador ante el
Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta
fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V
la impuso a toda la Iglesia.
Oración por la Presentación de la Virgen María
Santa Madre María, tú que desde temprana edad te
consagraste al Altísimo, aceptando desde una libertad poseída el servirle
plenamente como templo inmaculado, tú que confiando en tus santos padres, San
Joaquín y Santa Ana, respondiste con una obediencia amorosa al llamado de Dios
Padre, tú que ya desde ese momento en el que tus padres te presentaron en el
Templo percibiste en tu interior el profundo designio de Dios Amor; enséñanos
Madre Buena a ser valientes seguidores de tu Hijo, anunciándolo en cada momento
de nuestra vida desde una generosa y firme respuesta al Plan de Dios. Amén.
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