martes, 1 de noviembre de 2016

Párate un momento: El evangelio del dia 2 DE NOVIEMBRE - MIÉRCOLES TODOS LOS DIFUNTOS




         2 DE    NOVIEMBRE - MIÉRCOLES                
TODOS LOS   DIFUNTOS

Evangelio según san Juan 5, 24-29
        En aquel tiempo, respondió Jesús a los judíos:
"En verdad, en verdad os digo, que el
que oye mi palabra y cree en aquel que me envió tiene vida eterna y no viene ajuicio,
sino que pasa de muerte a vida.
En verdad, en verdad os digo, que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo del Hombre, y los que oyeren, vivirán. Porque, así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo, y le dio poder para hacer juicio, porque es el Hijo del Hombre.
No os maravilléis de esto, porque viene la hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hicieron bien, irán a resurrección de vida, mas los que hicieron mal, a resurrección de juicio".

1.  La única seguridad incuestionable, que tenemos en esta vida, es que nos vamos a morir. De ahí que el pensamiento de la muerte nos enfrenta a un hecho sobre el que tenemos   una seguridad y muchas inseguridades.
La seguridad de que moriremos. 
Las inseguridades de no saber ni cuándo, ni dónde, ni cómo. Y a todo esto se añade la mayor de  todas las inseguridades:
¿hay vida después de la muerte?
Y si hay vida, ¿en qué consiste esa vida? ¿Cómo será esa vida?
¿Feliz? ¿Desgraciada?
Demasiadas preguntas, todas  ellas demasiado graves.

2.  Según nuestras creencias religiosas, sabemos que la muerte no es el final, sino
el paso a otra vida. Pero la fe religiosa no es evidencia, sino convicción firme y libremente aceptada.
La fe nos da confianza. Pero una confianza que no suprime las preguntas, ni las dudas, ni las oscuridades.
La única seguridad que nos da el Evangelio
es esta: tenemos que centrar y concentrar nuestro interés, nuestras preocupaciones y nuestros esfuerzos, no en "mi felicidad" para la "otra vida", sino en la "felicidad de todos" en "esta vida".
Además, cuando la muerte se ve como el paso de las miserias de este mundo a la felicidad del cielo, esa visión de la muerte puede justificar la inmolación de un terrorista.
O, al menos, puede fomentar la desidia del que se desinteresa por el dolor del mundo, ya que lo que importa es la dicha del cielo.
Este es el peor servicio que las creencias religiosas pueden hacer a la humanidad.

3.  Está bien visitar los cementerios el día de los difuntos. Está bien recordar a nuestros seres queridos que murieron. Pero lo más apremiante que nos debe recordar este día es que, ahora mismo, hay en el mundo más de mil millones de seres humanos a los que les espera una muerte temprana e injusta.
Una muerte que no está lejos. Y que sin embargo se podría evitar.
 Una muerte espantosa porque espantoso
tiene que ser morir de hambre.  Es desagradable añadir más tristeza a la natural tristeza del día de difuntos. Pero es más humano pensar que a los difuntos ya no podemos darles otra cosa que honrar su memoria. Y la manera   más noble de honrar
esa memoria sería sustituir el día de los muertos por el día de todos los moribundos,
cuya muerte se podría retrasar, dignificar o, en todo caso, aliviar.


Significado del nombre Día de los difuntos
Día de los difuntos o Día de los Muertos se intercede ante Dios mediante rezos, oraciones, plegarias y sacrificios para que las almas que se encuentran purificándose en el purgatorio, lo abandonen y sean recibidos en el reino de los cielos.

Historia del Día de los Difuntos:
Esta celebración se remonta al año 998 donde se instituye por orden del abad San Odilón en todos los monasterios bajo la tutela de la abadía de Cluny; fijando como fecha de celebración el día posterior al de Todos los Santos.
La celebración se extendió a todas partes, primero entre los benedictinos y cartujos; etc. Recientemente, en el año 1914, el papa Benedicto XV autoriza a los sacerdotes celebrar tres días de misa por los difuntos, costumbre que se extendió especialmente en España, Portugal y América Latina. La celebración en algunos lugares se realiza con ofrendas (comisa, bebidas, flores y regalos) para ayudar a los difuntos en su camino por el inframundo; se mezclan creencias paganas pre hispanas con la celebración cristiana.
Para los católicos es un día de recogimiento, donde se recuerda a los difuntos y generalmente se asiste al cementerio para rezar por los familiares que ya no están; se acompaña de flores y se orla la tumba del difunto.
La celebración cristiana que tiene lugar el día 2 de noviembre, cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.
En el mundo anglosajón, la tradición del Día de los Difuntos se ha cristianizado en ritos de celebración de origen pagano heredados de las culturas antiguas celtas; conocida como Halloween que se celebra la noche del 31 de octubre.






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