12 DE MAYO - VIERNES
4ª - SEMANA DE PASCUA
Evangelio según san Juan
14, 1-6
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
"Que no tiemble vuestro corazón: creed
en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias, y
me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré
conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y donde yo voy, ya
sabéis el camino".
Tomás le dice:
"Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo
podemos saber el camino?"
Jesús le respondió:
"Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida. Nadie va al Padre, sino por mí".
1. La frase capital de este texto es la afirmación
final: Jesús "camino, verdad y vida".
- ¿De qué? - ¿Para qué?
Jesús quiere decir
que "él es la única fuente de
conocimiento que tenemos sobre el Padre
(Dios)" (R. E. Brown).
Los discípulos tenían
miedo. Se mascaba la tragedia. Y, más que
miedo, lo que tenían era terror. Hasta el punto de que su corazón estaba
temblando, en estado de verdadera conmoción.
Por eso Jesús los tranquiliza. Y los tranquiliza recurriendo a la fe en
Dios y en él. Con lo que Jesús les viene a decir: de la misma manera que yo
estoy con vosotros, igual está Dios con vosotros. O sea, si yo no os puedo
defraudar, tampoco Dios os puede defraudar. La seguridad que nos da Jesús es exactamente
la misma que nos tiene que dar Dios.
2. En este ambiente de ideas y sentimientos, se
menciona tres veces el "camino".
No es el camino hacia
el triunfo, el éxito, la fama o el poder. Nada de eso.
Es el camino para ir
al Padre. O sea, se trata del camino para encontrar a Dios, para unirse a Dios.
Es, en el fondo, el
camino que nos puede llevar al logro de nuestros anhelos más hondos.
El camino que marca
el itinerario, la hoja de
ruta, para dar sentido a nuestras vidas. El
camino en el que quizá nos jugamos la felicidad de una vida que se logra o, por
el contrario, la desdicha de una vida que se quiebra y fracasa.
Nada menos que eso.
3. Ese camino es Jesús. Que es el camino de la
humanización, de la humanidad común a todos
los humanos. El camino que nos lleva al centro de la existencia humana.
Ese centro en el que todos coincidimos y que,
por tanto, nos une. Porque es el centro
que es el mismo para todos. Todos nos componemos de "carnalidad" (todos somos de carne y hueso) y de
"alteridad" (todos nos necesitamos
y necesitamos al otro y a los otros).
Esto es previo a toda
cultura, a toda religión, a toda ideología, a todo interés o a todo miedo.
Coincidir en eso y
andar ese camino, exactamente eso es andar el camino que es Jesús mismo.
En definitiva:
viviendo como vivió Jesús, así y solamente así, encontramos a Dios. Y así nos
encontramos todos, se borran las fronteras, las líneas rojas que nos separan y
dividen, las distancias que nos separan.
En Jesús, todos nos
unimos.
SAN PANCRACIO
Huérfano de 14 años traído a Roma por su tío.
Se convirtió a la fe y fue martirizado al día siguiente de su bautismo,
rechazando premios y ayudas para el futuro si renegaba de su fe. Luego de dar
las gracias a sus verdugos, no dudó en sacrificar su juventud para mantenerse
fiel a Cristo. El mismo día fueron martirizados S. Nereus, S. Aquileo.
Murió mártir, decapitado c. 304 en Roma a los
quince años (aprox)
Nacido en Frigia, provincia romana del Asia
Menor. Su padre era un noble pagano llamado Cleonio que falleció cuando el niño
tenía siete años. Pancracio fue a vivir con su tío paterno, Dionisio, quien fue
un excelente modelo. Se trasladaron a Roma cuando el niño tenía diez años.
Dionisio y Pancracio tienen un criado
cristiano que los evangeliza y los pone en contacto con el Papa. Así conocen a
fondo el cristianismo y se convierten. Fueron bautizados y recibieron la
comunión. Enseguida se despojaron de muchas posesiones en favor de los pobres.
El emperador Diocleciano, decretó una
persecución (la última del imperio romano) contra el Cristianismo. Al poco
tiempo Pancracio fue denunciado al emperador, quien conocía a su difunto
padre. Le dijeron "El hijo de Cleonio
de Frigia se ha hecho cristiano y está distribuyendo sus haciendas entre viles
personas; además, blasfema horriblemente contra nuestros dioses".
Diocleciano mando llamar a Pancracio y
conversó largo tiempo con él, tratando de persuadirlo a que renunciase a
Jesucristo. Al no lograrlo le condenó a muerte. En el lugar del martirio
Pancracio se arrodilló, levantó los ojos y las manos al cielo, dando gracias al
Señor porque había llegado a ese momento. Le cortaron la cabeza. Por la noche
una noble señora, llamada Octavila, hizo recoger su cuerpo, lo embalsamó, lo
amortajó con un lienzo precioso e hizo que lo entierren en un sepulcro nuevo,
cerca del lugar del martirio.
El Papa Vitaliano envió sus reliquias desde el
cementerio de Calepodius en Roma a Inglaterra para evangelizar y para instalar
en los altares. San Agustín de Canterbury dedicó la primera Iglesia de
Inglaterra a San Pancracio.
Es titular de una Basílica romana. Aquí los
que habían sido bautizados el Sábado de Gloria dejaban sus vestidos blancos en
el domingo octava de la Resurrección (llamado Dominica in Albis). Era un acto
conclusivo de la Pascua. Sobre la tumba de San Pancracio renovaban el juramento
de fidelidad a Jesucristo. Desde
entonces ha sido un santo muy amado, protector de inocentes y de las víctimas
del perjurio.
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