22 DE MAYO - LUNES -
6a -SEMANA DE
PASCUA – A
Evangelio
según san Juan 15, 26 - 16,4 a
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Cuando
venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad, que
procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis
testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he
hablado de esto, para que no se tambalee vuestra fe. Os excomulgarán de la
Sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte, pensará
que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a
mí.
Os he
hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo
había dicho”.
1. La primera tarea del Espíritu Santo, en la
comunidad de los cristianos, será dar testimonio de Jesús. O sea, ser testigo
en favor de lo que hizo y dijo Jesús. Esto quiere decir, obviamente, que una
persona, que se deja guiar y es llevada por el Espíritu, es siempre una persona
que, con su forma de vivir y su testimonio oral, se pone siempre de parte de lo
que se puso Jesús y de los que defendió Jesús.
Una "persona de
Espíritu" es, por tanto, una persona libre, que supera los miedos que nos
infunde el sistema, y que se pone siempre de parte de los que, en todo caso, constantemente
defendió Jesús en su vida: los últimos y los excluidos.
2. Esto supuesto, Jesús les promete la presencia
y la compañía del Espíritu a los discípulos, "para que no se tambalee
vuestra fe".
Es decir, "para
que no tengáis miedo" y para que, por tanto, vuestra fe se mantenga firme.
- ¿Por
qué esta insistencia de Jesús en mantener firme la fe?
- ¿En
qué está el peligro?
Jesús lo dice con una
claridad sobrecogedora: porque os van a excomulgar, os van a expulsar de la religión, es más, va a llegar el día en
que os matarán pensando que así es como hay que dar culto a Dios.
3. Jesús afirma, por tanto, cuatro cosas muy fuertes:
1) La religión es violenta.
2) Como no te sometas
a ella incondicionalmente, la religión tiene un instrumento de violencia muy
duro: la excomunión, que equivale a denigrar y humillar a una persona, quitándole
la fama, el buen nombre, su imagen y
su dignidad.
3) Pero la religión,
muchas veces, no tiene bastante con lo dicho y, por eso, llega hasta la
agresión física, que puede ser la tortura y hasta la
muerte, el asesinato más descarado.
4) Además, la religión comete las mayores
barbaridades con buena conciencia, pensando que, mediante la violencia extrema,
mediante el crimen y el asesinato, así es como se le da culto a Dios.
- ¿Queda claro por qué, con tanta frecuencia,
hay gente fanáticamente observante que, por eso mismo, es fanáticamente
violenta?
- ¿Están claros los insultos y las groserías
que se leen en medios de comunicación que están dirigidos o controlados por
"gente religiosa"?
4. Es verdad que la violencia religiosa
"químicamente pura" no existe. Porque los sentimientos religiosos
siempre se suelen mezclar con otras intenciones, deseos, apetencias, por ejemplo,
con problemas o procedimientos de orden
político, económico, etc. Pero también es
cierto que, como bien es sabido, es un hecho que con frecuencia religión y
política se potencian mutuamente y se prestan mutuos servicios que se traducen
en más violencia.
Santa Joaquina Vedruna,
religiosa
Joaquina significa: "Dios dispondrá".
Esta es una santa que duró casada hasta los 33
años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de
las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado
conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.
Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre,
Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era
muy católica.
La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al
Niño Jesús y a las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años
fue un gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus
vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco mancas de pecado en su
alma.
A los doce años sintió un gran deseo de ser
religiosa carmelita. Pero las monjitas no la aceptaron porque les parecía muy
niña todavía para decidirse por la vocación religiosa.
A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con
un rico hacendado, don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado
oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para
decidirse por una de ellas les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo.
Las dos primeras lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina
lo aceptó con alegría exclamando: "Me encantan las almendras". Este
gesto de humildad decidió al joven a elegirla como esposa.
Al principio de su matrimonio sentía a veces
serios escrúpulos por no haber seguido la vocación de religiosa que de niña
tanto le llamaba la atención, pero su esposo la consolaba diciéndole que en la
vida de hogar se puede llegar a tan alta santidad como en un convento y que con
sus buenas obras de piedad iría reemplazando las que iba a hacer en la vida
religiosa. Esto la tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le regaló
ocho hijos. Y como premio a sus sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas,
y varias de sus nietas también.
Cuando Napoleón invadió España; el esposo de
Joaquina se fue al ejército a defender la patria y participó valerosamente en
cinco batallas contra los invasores. Joaquina y sus niños tuvieron que
abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich.
Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la
llanura huyendo, de pronto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta
Vich a casa de una familia muy buena, que los recibió con gran cariño.
Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar razón de ella. Joaquina creyó
siempre que fue la Stma. Virgen quien llegó a auxiliarla.
Un día mientras estaba rodeada de su familia, le
pareció oír una voz que le decía: "Pronto te vas a quedar viuda".
Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y a los dos meses, aunque su
esposo gozaba de buena salud, y apenas tenía 42 años, murió imprevistamente.
Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y encargada de ocho hijitos.
Desde aquel día dejó todos sus vestidos de
señora rica. Y se dedicó por completo a ayudar a los pobres y a asistir a los
enfermos en los hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto
loca por la tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta de
que lo que se estaba volviendo era una gran santa. Y admiraban su generosidad
con los necesitados. Ella vivía como la gente más pobre, pero todas sus
energías eran para ayudar a los que padecían miseria o enfermedad.
Durante diez años estuvo dedicada a penitencias,
muchas oraciones y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le
iluminara lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus hijas se
fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella
quedó libre de toda responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar su
gran deseo de cuando era niña: ser religiosa.
Se encontró providencialmente con un sacerdote
muy santo, el Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía
destinada para fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de
apostolado. El sabio Padre Esteban redacta las constituciones de la nueva
comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo de Vich, que las apoya totalmente,
empieza con ocho jovencitas su nueva comunidad a la cual le pone el nombre de
"Carmelitas de la Caridad".
Pronto ya las religiosas son trece y más tarde
cien. Su comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy pequeña, y
llega a ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas de
religiosas por toda la provincia.
Tuvo Santa Joaquina la dicha de encontrarse
también con el gran apóstol San Antonio María Claret cuyos consejos le fueron
de gran provecho para el progreso de su nueva congregación.
Vino luego la guerra civil llamada "Guerra
Carlista" y nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir
a Francia donde estuvo desterrada por tres años. Allí recibió la ayuda muy
oportuna de un joven misteriosos que ella creyó siempre haber sido San Miguel
Arcángel, y Dios le preparó en estas tierras a una familia española que la
trató con verdadera caridad.
Al volver a España, quizás como fruto de los
sufrimientos padecidos y de tantas oraciones, empezó a crecer admirablemente su
comunidad y las casas se fueron multiplicando como verdadera bendición de Dios.
En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de
la parálisis que la iba a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario
Episcopal renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una
religiosa sin puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades
mentales, sin embargo, dejó a otras personas que dirigieran la Congregación.
Dios le suscitó un nuevo y santo director para su comunidad, el Padre Bernardo
Sala, benedictino, quien se propuso dirigir a las religiosas según el espíritu
de la santa fundadora.
Durante cuatro años la parálisis se fue
extendiendo y la fue inmovilizando por completo hasta quitarle también el
habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual acabó con su vida y el 28 de
agosto de 1854 pasó santamente a la eternidad.
Antes había tenido el gusto de ver aprobada su
Comunidad religiosa por la Santa Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido
ayudando de manera prodigiosa a sus religiosas que se han extendido por muchos
países.
La Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene
ahora 290 casas en el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en
sus colegios y 4,443 personas son atendidas en sus hospitales.
Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en
1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).
Santa Joaquina: sin hacer milagros en vida, y
siendo una sencilla madre de familia, una esposa afectuosa, y una mujer que
tuvo que sufrir mucho en la tierra, y que dedicó sus grandes energías en ayudar
a los necesitados, sea para nosotros un modelo para imitar, y una poderosa
protectora que ruegue por nuestra santificación y la salvación. Que Dios nos
mande muchas santas como ésta, muchas Joaquinas más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario