domingo, 21 de mayo de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 22 DE MAYO - LUNES - 6a -SEMANA DE PASCUA – A Santa Joaquina Vedruna, religiosa





22 DE MAYO  - LUNES -
6a -SEMANA  DE   PASCUA – A

Evangelio según san Juan 15, 26 - 16,4 a
      En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no se tambalee vuestra fe. Os excomulgarán de la Sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho”.

1.  La primera tarea del Espíritu Santo, en la comunidad de los cristianos, será dar testimonio de Jesús. O sea, ser testigo en favor de lo que hizo y dijo Jesús. Esto quiere decir, obviamente, que una persona, que se deja guiar y es llevada por el Espíritu, es siempre una persona que, con su forma de vivir y su testimonio oral, se pone siempre de parte de lo que se puso Jesús y de los que defendió Jesús.
Una "persona de Espíritu" es, por tanto, una persona libre, que supera los miedos que nos infunde el sistema, y que se pone siempre de parte de los que, en todo caso, constantemente defendió Jesús en su vida: los últimos y los excluidos. 

2.  Esto supuesto, Jesús les promete la presencia y la compañía del Espíritu a los discípulos, "para que no se tambalee vuestra fe".
Es decir, "para que no tengáis miedo" y para que, por tanto, vuestra fe se mantenga firme.
-      ¿Por qué esta insistencia de Jesús en mantener firme la fe?
-      ¿En qué está el peligro?
Jesús lo dice con una claridad sobrecogedora: porque os van a excomulgar, os van a expulsar de  la religión, es más, va a llegar el día en que os matarán pensando que así es como hay que dar culto a Dios.

3.  Jesús afirma, por tanto, cuatro cosas muy fuertes:
1)  La religión es violenta.
2) Como no te sometas a ella incondicionalmente, la religión tiene un instrumento de violencia muy duro: la excomunión, que equivale a denigrar y humillar a una persona, quitándole la fama, el buen nombre, su imagen y
su dignidad.
3) Pero la religión, muchas veces, no tiene bastante con lo dicho y, por eso, llega hasta la agresión física, que puede ser la tortura y hasta la
muerte, el asesinato más descarado.
4)  Además, la religión comete las mayores barbaridades con buena conciencia, pensando que, mediante la violencia extrema, mediante el crimen y el asesinato, así es como se le da culto a Dios.
-  ¿Queda claro por qué, con tanta frecuencia, hay gente fanáticamente observante que, por eso mismo, es fanáticamente violenta?
-  ¿Están claros los insultos y las groserías que se leen en medios de comunicación que están dirigidos o controlados por "gente religiosa"?

4.  Es verdad que la violencia religiosa "químicamente pura" no existe. Porque los sentimientos religiosos siempre se suelen mezclar con otras intenciones, deseos, apetencias, por ejemplo, con problemas o procedimientos de orden
político, económico, etc. Pero también es cierto que, como bien es sabido, es un hecho que con frecuencia religión y política se potencian mutuamente y se prestan mutuos servicios que se traducen en más violencia.

Santa Joaquina Vedruna, religiosa
Joaquina significa: "Dios dispondrá".
Esta es una santa que duró casada hasta los 33 años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.
Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era muy católica.
La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco mancas de pecado en su alma.
A los doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita. Pero las monjitas no la aceptaron porque les parecía muy niña todavía para decidirse por la vocación religiosa.
A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un rico hacendado, don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para decidirse por una de ellas les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo. Las dos primeras lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con alegría exclamando: "Me encantan las almendras". Este gesto de humildad decidió al joven a elegirla como esposa.
Al principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos por no haber seguido la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la atención, pero su esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho hijos. Y como premio a sus sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas, y varias de sus nietas también.
Cuando Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al ejército a defender la patria y participó valerosamente en cinco batallas contra los invasores. Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich.
Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la llanura huyendo, de pronto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena, que los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar razón de ella. Joaquina creyó siempre que fue la Stma. Virgen quien llegó a auxiliarla.
Un día mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una voz que le decía: "Pronto te vas a quedar viuda". Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y a los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena salud, y apenas tenía 42 años, murió imprevistamente. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y encargada de ocho hijitos.
Desde aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se dedicó por completo a ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto loca por la tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta de que lo que se estaba volviendo era una gran santa. Y admiraban su generosidad con los necesitados. Ella vivía como la gente más pobre, pero todas sus energías eran para ayudar a los que padecían miseria o enfermedad.
Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser religiosa.
Se encontró providencialmente con un sacerdote muy santo, el Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El sabio Padre Esteban redacta las constituciones de la nueva comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas su nueva comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas de la Caridad".
Pronto ya las religiosas son trece y más tarde cien. Su comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas de religiosas por toda la provincia.
Tuvo Santa Joaquina la dicha de encontrarse también con el gran apóstol San Antonio María Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para el progreso de su nueva congregación.
Vino luego la guerra civil llamada "Guerra Carlista" y nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años. Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven misteriosos que ella creyó siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le preparó en estas tierras a una familia española que la trató con verdadera caridad.
Al volver a España, quizás como fruto de los sufrimientos padecidos y de tantas oraciones, empezó a crecer admirablemente su comunidad y las casas se fueron multiplicando como verdadera bendición de Dios.
En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin embargo, dejó a otras personas que dirigieran la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y santo director para su comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se propuso dirigir a las religiosas según el espíritu de la santa fundadora.
Durante cuatro años la parálisis se fue extendiendo y la fue inmovilizando por completo hasta quitarle también el habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual acabó con su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó santamente a la eternidad.
Antes había tenido el gusto de ver aprobada su Comunidad religiosa por la Santa Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido ayudando de manera prodigiosa a sus religiosas que se han extendido por muchos países.
La Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en sus colegios y 4,443 personas son atendidas en sus hospitales.
Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).
Santa Joaquina: sin hacer milagros en vida, y siendo una sencilla madre de familia, una esposa afectuosa, y una mujer que tuvo que sufrir mucho en la tierra, y que dedicó sus grandes energías en ayudar a los necesitados, sea para nosotros un modelo para imitar, y una poderosa protectora que ruegue por nuestra santificación y la salvación. Que Dios nos mande muchas santas como ésta, muchas Joaquinas más.


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