29 DE
MAYO - LUNES
7ª - SEMANA DE PASCUA - A
Evangelio según san Juan 16, 29-33
En aquel
tiempo, dijeron los discípulos a Jesús:
“Ahora sí
que hablas claro y no usas comparaciones.
Ahora vemos
que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste
de Dios".
Les
contestó Jesús:
"¿Ahora
creéis?
Pues mirad:
está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual
por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el
Padre.
Os he
hablado de esto, para que encontréis la paz en mí.
En el mundo
tendréis luchas; pero tened valor: Yo he vencido al mundo".
1. Los discípulos manifiestan su satisfacción y
su seguridad cuando han oído a Jesús afirmar su "origen" del Padre y
su "retorno" al Padre.
Es decir, los discípulos
se sienten tranquilos y lo ven todo claro cuando Jesús les aseguró que todo lo
que él hacía y decía no era sino la manifestación de Dios, la presencia de Dios,
allí junto a ellos y con ellos.
Muchas veces, se
habían preguntado:
"¿Quién es
este?".
Ahora ya lo saben: es
el designio de Dios, la presencia de Dios, el camino de Dios.
Al conocer esta
identificación de Jesús con Dios, se sienten tranquilos y lo ven todo claro.
2. Pero, ante esta declaración satisfactoria y
gozosa de los discípulos, Jesús les advierte que eso no significa que vayan a
ser fieles hasta el final. Nada de eso.
Jesús les dice,
sabiendo todo lo que saben y con toda la claridad y tranquilidad que llevan
encima, con todo eso y a pesar de todo eso, lo van a dejar solo, se van a dispersar
y lo van a abandonar. Así somos los mortales.
Queremos seguridades.
Pero el miedo es más fuerte que todas las seguridades. Eso nos pasa a todos, no
pocas veces en la vida.
3. Y, sin embargo, Jesús es tan genial, que, no
obstante, todas las infidelidades y cobardías humanas, él está por encima de
todas nuestras limitaciones y contradicciones.
La palabra de Jesús
es tajante y firme: "No tengáis miedo: Yo he vencido al mundo".
Es decir: la fuerza
de las "convicciones éticas" es más poderosa que todos los poderes
del sistema. Esto nos tiene que dar tranquilidad. Pero, sobre todo, nos tiene
que motivar para el futuro.
Si tenemos convicciones
éticas fuertes y firmes, superaremos todo lo que nos venga encima.
4. Pero lo más importante, que nos dice este
texto del evangelio de Juan, es que siempre debemos tener presente que el miedo
ante el peligro de muerte es -o suele ser- más fuerte que la fe.
Cuando nos creemos
más firmes y afianzados en nuestra integridad de cristianos, entonces nos puede
suceder lo que les sucedió a los primeros discípulos: abandonamos todas
nuestras presuntas fidelidades. Y dejamos solo a Jesús.
El miedo a sufrir la
pasión en nuestras vidas nos amenaza siempre. Sobre todo -quizá- cuando ni
pensamos en semejante cosa.
SAN GERARDO
Es de origen
germánico. Sus componentes son probablemente geir, que significa lanza, y hard,
componente de muchos nombres, que significa valiente. Con esta etimología el
significado del nombre sería "lancero fuerte", "guerrero
poderoso con la lanza". Otros etimologistas proponen que el primer
elemento del nombre original sea wari (guardián, defensor). En este caso el
significado sería "guardián o defensor valiente". Es un nombre que
nos trajeron los godos y que gozó de un notable prestigio. Un poema provenzal
del siglo XII, de 8.000 versos, cuyo original fue escrito en latín (Gesta
nobilíssimi cómitis Gerardi de Roussillon) y un par más del siglo XIII (Roman
de la Violette y Gerard de Viana) tienen como protagonistas a tres Gerardos,
porque sonaba a nombre de héroe y de caballero galante. Hoy día que se aprecia
mucho la diversidad de nombres, sobre todo si se trata de nombres antiguos con
tradición y raíces, vuelven a ser más frecuentes los Gerardos.
San Gerardo, fundador
de la orden de san Juan de Jerusalén, nació el año 1040, según unos en Amalfi y
según otros en Saint-Geniès de Provenza. Era mercader de profesión. En uno de
sus viajes, siendo aún joven, pasó a Siria y de allí a Jerusalén. En esta
ciudad fue acogido por otros mercaderes que habían fundado un monasterio. Allí
se quedó y al poco tiempo era nombrado prior de la aquella comunidad. Con las
limosnas de los fieles construyó Gerardo un hospital al lado del monasterio para
atender a los cristianos enfermos o heridos. El sitio de Jerusalén por
Godofredo de Bouillon fue especialmente duro para el nuevo hospital. Así es
como nació la orden de san Juan de Jerusalén, que el papa Pascual II aprobó el
año 1113 y cuyos miembros eran llamados Hermanos Hospitalarios. Respecto al
nombre del santo se da el caso de que durante mucho tiempo se le llamó Gerardo
Tum o Tunc, pensando que este segundo elemento era su apellido, porque
confundían el tunc o tum (que significa "entonces") de sus biografías
latinas. Hasta hubo quien redondeando el error le asignó el apellido de Tenque
o Thom.
Es sorprendente que
siendo el de Gerardo un nombre de gesta, los Gerardos más insignes los haya
dado la vida eclesiástica. Además del fundador de los Hermanos Hospitalarios,
también hacia el fin del primer milenio causó impacto san Gerardo obispo de
Toul. Se hizo proverbial su caridad. No dudó en vender todos los bienes de la
iglesia para socorrer a sus feligreses en una de las mayores hambres que se conocieron
en la región. San Gerardo de Brogne, también al final del milenio fue el primer
abad de Brogni. En 917 se retiró al convento de Saint-Denis (París), donde
permaneció 10 años. De vuelta a su país fundó 18 monasterios. Otro san Gerardo
del siglo VIII fundó monasterios en Irlanda e Inglaterra, entre ellos el
monasterio de Mayo. Cierra la lista de los santos de este nombre San Gerardo
María Mayela (siglo XVIII) redentorista. Un nombre digno de celebrarse por la
fuerza de su significado, porque ha sido un nombre de gestas y leyendas de
caballerosidad y porque tiene unos magníficos patronos en el cielo.
¡Felicidades!
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