28 de Mayo -
Domingo –
“Ascensión del Señor”
7ª - Semana de
Pascua – A –
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1,1-11):
En mi primer libro,
Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseño desde el comienzo hasta el
día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los
apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo.
Se les presentó Él mismo después de su pasión, dándoles numerosas
pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y
hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén,
sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído
hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con
Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha
establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una
nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba
marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús
que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis
visto marcharse al cielo».
Salmo 46,2-3.6-7.8-9
R/. Dios asciende entre
aclamaciones;
el Señor, al son de
trompetas
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con
gritos de júbilo;
porque el Señor
altísimo es terrible,
emperador de toda la
tierra. R/.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de
trompetas:
tocad para Dios,
tocad;
tocad para nuestro
Rey, tocad. R/.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las
naciones,
Dios se sienta en su
trono sagrado. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,17-23):
Hermanos:
El Dios de nuestro
Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y
revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que
comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria
que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder
en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa,
que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su
derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación,
y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza,
sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
Evangelio según san Mateo (28,16-20)
En aquel tiempo, los
once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se
postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos,
Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced
discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los
tiempos».
Triunfo y
misión.
Jesús subiendo al cielo es
una imagen bastante representada por los artistas, y la tenemos incorporada
desde niños, además de formar parte de nuestra profesión de fe. Alguno podría
imaginar que esta escena se encuentra en los cuatro evangelios. Sin embargo, el
único que la cuenta es Lucas, y por dos veces: al final de su evangelio y al
comienzo del libro de los Hechos.
En mi primer libro, querido Teófilo,
escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio
instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu
Santo, y ascendió al cielo…
…Dicho esto,
lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras
miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos
de blanco, que les dijeron:
― Galileos, ¿qué hacéis ahí
plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo
volverá como le habéis visto marcharse.
Curiosamente, esta versión difiere bastante de lo que cuenta Lucas en su
evangelio.
Ø En el Evangelio, Jesús bendice antes de subir
al cielo (en Hch, no).
Ø
En Hechos, una nube oculta a Jesús (en el evangelio no
se menciona la nube).
Ø En el evangelio, los discípulos se postran (en
Hch se quedan mirando al cielo).
Ø En el evangelio vuelven a Jerusalén; en Hch se
les aparecen dos personajes vestidos de blanco.
Subir al
cielo como imagen del triunfo
Si el mismo autor, Lucas, cuenta el mismo
hecho de formas tan distintas, significa que no podemos quedarnos en lo externo,
en el detalle, sino que debemos buscar el mensaje profundo.
La
idea de la ascensión resulta chocante al lector moderno por dos motivos muy
distintos:
1) no es un hecho que hayamos visto;
2) se basa en una concepción espacial puramente psicológica
(arriba lo bueno, abajo lo malo), que choca con una idea más perfecta de Dios.
Precisamente por esta línea psicológica podemos buscar
la explicación. Desde las primeras páginas de la Biblia encontramos la idea de
que una persona de vida intachable no muere, es arrebatada al cielo, donde se
supone que Dios habita. Así ocurre en el Génesis con el patriarca Henoc, y lo
mismo se cuenta más tarde a propósito del profeta Elías, que es arrebatado al
cielo en un carro de fuego. Interpretar esto en sentido histórico (como si un
platillo volante hubiese recogido al profeta) significa no conocer la capacidad
simbólica de los antiguos.
Sin embargo, existe una diferencia radical entre estos
relatos del Antiguo Testamento y el de la ascensión de Jesús. Henoc y Elías no
mueren. Jesús sí ha muerto. Por eso, no puede equipararse sin más el relato de
la ascensión con el del rapto al cielo.
Es preferible buscar la explicación en la línea de la
cultura clásica greco-romana. Aquí sí tenemos casos de personajes que son
glorificados de forma parecida tras su muerte. Los ejemplos que suelen citarse
son los de Hércules, Augusto, Drusila, Claudio, Alejandro Magno y Apolonio de
Tiana. (Los incluyo al final para los interesados.)
Estos ejemplos confirman que el relato tan escueto de
Lucas no debemos interpretarlo al pie de la letra, como han hecho tantos
pintores, sino como una forma de expresar la glorificación de Jesús.
La segunda lectura de hoy, tomada de la carta a los
Efesios, es muy interesante en este sentido. No habla de la ascensión de Jesús
al cielo, pero se explaya hablando de su triunfo con una imagen distinta: está
sentado a la derecha de Dios, por encima todo y de todos.
Hermanos: Que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría
y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón,…
Misión
La primera lectura (Hechos)
y el evangelio (Mateo) coinciden en ofrecernos unas palabras de despedida de
Jesús a sus discípulos. El evangelio las cuenta así:
…Jesús les dijo:
― Se me ha dado pleno poder en el cielo y
en la tierra. Id y haced discípulos de
todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Si comparamos lo que dice
Mateo con lo que ha contado Lucas en los Hechos (1ª lectura) encontramos
también aquí notables diferencias:
Ø Lucas sitúa la
despedida en Jerusalén, los discípulos
muestran una vez más su preocupación política por
la restauración del reino de Israel, y Jesús desvía la
atención hacia la próxima venida del Espíritu Santo.
Ø Mateo la
sitúa en Galilea, los discípulos no
dicen nada, Jesús los envía de
inmediato al mundo entero y lo que promete no es la venida del Espíritu sino
su compañía continua: “Yo estaré con
vosotros hasta el fin del mundo”.
A pesar
de estas grandes diferencias, los dos textos coinciden en la importancia de la
misión.
Ø Hechos: Recibiréis
fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta
los confines del mundo.
Ø Mateo: Id
y haced discípulos de todos los pueblos.
Por
eso, la Ascensión o triunfo de Jesús no es motivo para quedarse mirando al
cielo. Hay que mirar a la tierra, al mundo entero, en el que los discípulos de
Jesús debemos continuar su misma obra, contando con la fuerza del Espíritu y la
compañía continua del Señor.
Los cuarenta
días
El
evangelio no dice nada de este período de 40 días entre la resurrección y la
ascensión.
- ¿Qué
significa, y por qué lo introduce Lucas? El número 40 se usa en la Biblia para
indicar plenitud, sobre todo cuando se refiere a un período de tiempo. El
diluvio dura 40 días y 40 noches; la marcha de los israelitas por el desierto,
40 años; el ayuno de Jesús, 40 días… Se podrían citar otros muchos ejemplos. En
este caso, lo que pretende decir Lucas es que los discípulos necesitaron más de
un día para convencerse de la resurrección de Jesús, y que Jesús se les hizo
especialmente presente durante el tiempo que consideró necesario.
Textos clásicos sobre la subida al cielo de un
gran personaje
A propósito
de Hércules escribe
Apolodoro en su Biblioteca Mitológica: “Hércules... se fue al monte Eta, que
pertenece a los traquinios, y allí, luego de hacer una pira, subió y ordenó que
la encendiesen (...) Mientras se consumía la pira cuenta que una nube se puso
debajo, y tronando lo llevó al cielo. Desde entonces alcanzó la
inmortalidad...” (II, 159-160).
Suetonio cuenta sobre Augusto: “No faltó
tampoco en esta ocasión un antiguo pretor que declaró bajo juramento que había
visto que la sombra de Augusto, después de la incineración, subía a los cielos”
(Vida de los Doce Césares, Augusto, 100).
Drusila, hermana de Calígula, pero tomada por éste como esposa,
murió hacia el año 40. Entonces Calígula consagró a su memoria una estatua de
oro en el Foro; mandó que la adorasen con el nombre de Pantea y le tributasen
los mismos honores que a Venus. El senador Livio Geminio, que afirmó haber
presenciado la subida de Drusila al cielo, recibió en premio un millón de
sestercios.
De Alejandro Magno escribe el Pseudo Calístenes:
“Mientras decía estas y otras muchas cosas Alejandro, se extendió por el aire
la tiniebla y apareció una gran estrella descendente del cielo hasta el mar,
acompañada por un águila, y la estatua de Babilonia, que llaman de Zeus, se
movió. La estrella ascendió de nuevo al cielo y la acompañó el águila. Y al
ocultarse la estrella en el cielo, en ese momento se durmió Alejandro en un
sueño eterno" (Libro III, 33).
Con respecto a Apolonio de Tiana, cuenta
Filóstrato que, según una tradición, fue encadenado en un templo por los
guardianes. “Pero él, a medianoche se desató y, tras llamar a quienes lo habían
atado, para que no quedara sin testigos su acción, echó a correr hacia las
puertas del templo y éstas se abrieron y, al entrar él, las puertas volvieron a
su sitio, como si las hubiesen cerrado, y que se oyó un griterío de muchachas
que cantaban, y su canto era: Marcha de la tierra, marcha al cielo, marcha” (Vida
de Apolonio de Tiana VIII, 30).
Sobre la nube véase también
Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de RomaI,77,2: “Y después
de decirle esto, [el dios] se envolvió en una nube y, elevándose de la tierra,
fue transportado hacia arriba por el aire”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario