17 de MAYO – VIERNES – 4ª – SEMANA DE PASCUA – C –
San Pascual Bailón
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (13,26-33):
EN aquellos días, cuando
llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
«Hermanos,
hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros
se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de
Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras
de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y,
aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo
mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo
bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a
Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os
anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres,
nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito
en el salmo segundo:
“Tú
eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».
Palabra
de Dios
Salmo:
2,6-7.8-9.10-11
R/.
Tu eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy
«Yo
mismo he establecido a mi Rey
en
Sión, mi monte santo».
Voy
a proclamar el decreto del Señor;
él
me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo
te he engendrado hoy. R/.
Pídemelo:
te daré en herencia las
naciones,
en posesión, los
confines de la tierra:
los gobernarás con cetro
de hierro,
los quebrarás como jarro
de loza». R/.
Y ahora, reyes, sed
sensatos;
escarmentad, los que
regís la tierra:
servid al Señor con
temor,
rendidle homenaje
temblando. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (14,1-6):
EN aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
«No
se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi
Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos
un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para
que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el
camino».
Tomás
le dice:
«Señor,
no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús
le responde:
«Yo
soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».
Palabra
del Señor
1.
Cuando terminó la cena de despedida, en la que se mezclaron la cercanía
humana (Jesús como esclavo lavando los pies y el mandamiento del amor) y la
tensión violenta de los trágicos anuncios de la traición de Judas y la negación
de Pedro, Jesús inicia un largo discurso. Y lo primero que les dice es que no toleren la inquietud, la turbación, las
perturbaciones del corazón (mé talasses-
zo ymon hé kardía).
Solo así, se puede vivir "en calma".
La conmoción de nuestra intimidad más
profunda (corazón) nos hace sufrir inútilmente y nos roba los mejores
sentimientos: la esperanza, la ilusión y hasta las ganas de vivir.
2.
Jesús les dice que no les abandona para siempre. Todo lo contrario: les
va a preparar un sitio (tópos) en la casa del Padre común de todos los humanos.
Y
será el mejor sitio de la casa. El sitio en
que van a estar junto a Jesús.
Se trata de un lenguaje
simbólico. Porque cuando se trasciende
la historia, ya no hay espacios, ni tiempos, ni casas. Solo habrá lo que es
específicamente humano: la cercanía
humana de quien nos quiere y a quien queremos.
3.
Cuando Jesús es la meta de los más nobles anhelos, por eso mismo es
también el camino para alcanzar esos anhelos.
Cuando anhelamos estar siempre con
alguien, ese deseo, mantenido siempre, es el camino para lograr la presencia y
la intimidad que nunca acaban. Pero es claro que esto no se improvisa cuando
notamos que se nos acerca el final de esta vida.
El deseo sincero de identificarnos con
Jesús nos tiene que acompañar largos años. Para que se haga vida en nuestra
vida.
San Pascual Bailón
En Villarreal, de la
región de Valencia, en España, san Pascual Bailón, religioso de la Orden de los
Hermanos Menores, quien, mostrándose siempre diligente y benévolo hacia todos,
honró constantemente el misterio de la santísima Eucaristía con ardiente amor.
Patrono de los Congresos Eucarísticos y de las Cofradías del Santísimo
Sacramento
Vida de San Pascual
Bailón
San Pascual nació en
Torre Hermosa, en las fronteras de Castilla y Aragón, el día de Pentecostés de
1540 , fin de la Pascua. Sus padres fueron campesinos.
El Martirologio Romano
nos dice que San Pascual Bailón fue un hombre de vida austera y de maravillosa
inocencia. La santa Sede lo proclamó Patrono de los Congresos Eucarísticos y de
las Cofradías del Santísimo Sacramento.
Desde los 7 años hasta
los 24, por 17 años fue pastor de ovejas. Después, alrededor de los 28 será
hermano religioso, franciscano.
Su más grande amor
durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en
el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al Niño
Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde
los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del
pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento,
desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el
sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito
Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el
templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia.
Un día otros pastores le
oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí está!". Y cayó de rodillas.
Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa Hostia.
De niño siendo pastor,
ya hacía mortificaciones. Por ejemplo andar descalzo por caminos llenos de
piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del
vecino, le pagaba al otro el pasto que la oveja se había comido con el escaso
sueldo que le pagaban.
A los 24 años pidió ser
admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron
la aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el
único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras
pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a
Jesús Sacramentado y a la Stma. Virgen.
Como religioso
franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero,
mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a
Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que
tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los
brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y
horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se
quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que
los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano
Pascual adorando a Nuestro Señor.
Pascual compuso varias
oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de
Rivera al leerlas exclamó admirado: "Estas almas sencillas sí que se ganan
los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se
comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes".
Sus superiores lo
enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de
protestantes. Un día un hereje le preguntó: "¿Dónde está Dios?". Y él
respondió: "Dios está en el cielo", y el otro se fue. Pero enseguida
el santo fraile se puso a pensar: "¡Oh, me perdí la ocasión de haber
muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa
Hostia en la Eucaristía me habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de
ese honor". Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada,
lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús
sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si
sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la
Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que
hicieron fue apedrearlo.
Hablaba poco, pero
cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por
el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Siempre estaba alegre, pero nunca
se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un
rato orando ante el Sagrario del altar.
Pascual murió en la
fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas:
Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua
significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo de
Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor
por Jesús en la Eucaristía.
Cuando estaba moribundo,
en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: "¿De qué se
trata?". "Es que están en la elevación en la Santa Misa".
"¡Ah que hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.
Después durante su
funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la
Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y
cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la
Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron
expuesto a la veneración del público por tres días seguidos.
Fue declarado santo en
1690.
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