7 de MAYO – MARTES –
3ª – SEMANA DE PASCUA – C
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (7,51–8,1a):
EN aquellos días, dijo
Esteban al pueblo y a los ancianos y escribas:
«¡Duros
de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros siempre resistís al
Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros
padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo,
y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la ley por
mediación de ángeles y no la habéis observado».
Oyendo
sus palabras se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia.
Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria
de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
«Veo
los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».
Dando
un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se
abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a
apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo
y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
«Señor
Jesús, recibe mi espíritu».
Luego,
cayendo de rodillas y clamando con voz potente, dijo:
«Señor,
no les tengas en cuenta este pecado».
Y,
con estas palabras, murió.
Saulo aprobaba su
ejecución.
Palabra
de Dios
Salmo:
30,3cd 4.6ab.7b.8a.17.21ab
R/.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me
salve,
tú que eres mi roca y mi
baluarte;
por tu nombre dirígeme y
guíame. R/.
A tus manos encomiendo mi
espíritu:
tú, el Dios leal, me
librarás.
Yo confío en el Señor.
Tu misericordia sea mi
gozo y mi alegría. R/.
Haz brillar tu rostro
sobre tu siervo,
sálvame por tu
misericordia.
En el asilo de tu
presencia los escondes
de las conjuras humanas.
R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (6,30-35):
EN aquel tiempo, el
gentío dijo a Jesús:
«¿Y
qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti?
¿Cuál
es tu obra?
Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les
dio a comer”».
Jesús
les replicó:
«En
verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que
es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es
el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces
le dijeron:
«Señor,
danos siempre de este pan».
Jesús
les contestó:
«Yo
soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no
tendrá sed jamás».
Palabra
del Señor
1.
El prodigio del maná, al que se refiere la gente que pregunta a Jesús,
es
explicado y aplicado por Jesús de tal manera,
que afecta a cuatro cosas:
1) Quien da el pan es Dios, no Moisés.
2) El don del pan no ha ocurrido en el
pasado, sino que sucede ahora.
3) El pan del que habla Jesús es el
"pan verdadero del cielo".
4) Jesús afirma que los destinatarios
del pan no son los antepasados de la multitud, sino la multitud misma (U.
Schnelle, Jean Zumstein).
2.
Por tanto, cuando Jesús dice: Yo soy el pan de vida, lo que quiere decir
es
que Jesús mismo es el que les da, a quienes le
siguen y se fían de él. De la
misma manera que el pan es el alimento base
que nos sustenta y mantiene nuestra vida. Eso es, en efecto, el alimento.
Jesús, con su vida y su conducta es el pan que nos da vida.
3.
Con este planteamiento, Jesús introduce un cambio radical en la historia
de las tradiciones religiosas de la humanidad.
Y, por eso mismo, en la historia de las relaciones de los humanos con Dios.
La religión ya no consiste en
someterse a unas verdades o en cumplir
con unos ritos y unas normas. La religión
consiste en asumir las convicciones
determinantes de una persona, la persona de Jesús. De forma que las
convicciones determinantes, de lo que fue la vida de Jesús, sean también las
convicciones determinantes de nuestra vida.
Quien no entiende esto, nunca podrá
entender el Evangelio. Ni, por tanto, podrá vivir de acuerdo con su mensaje.
San Juan de Beverley
En Berveley, en Northumbria, san Juan, obispo
de Hexham, y después de York, en Inglaterra, que unió el trabajo pastoral a la
oración en soledad y, después de haber renunciado a su cargo, transcurrió los
últimos años de su vida en el monasterio que él mismo había fundado.
Vida de San Juan de Beverley
San Juan de Bevérley, obispo de York,
1721. Puede ser considerado como un precursor del benedictino Pedro Ponce de
León, inventor del método de hacer hablar a los sordomudos. También él fue
monje, después de haber estudiado letras divinas y humanas en el monasterio de
Whitby, gobernado por una monja princesa, Santa Hilda. Gobernó primero la
diócesis de Hexam, de donde pasó a la de York. Cuenta de él su biógrafo que
llegó a hacer hablar a un sordomudo, enseñándole la vocalización paciente e
ingeniosamente. Murió en 721.
Monje de Whitby, Inglaterra, y
después obispo de York; en su afán de caridad, llega para sanar a un sordomudo,
a descubrir un modo de paciente vocalización. Aunque muerto el año 721, ha sido
considerado por ello como un precursor del sabio benedictino Ponce de León.
Fuente: mercaba.org
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