24 de MAYO – VIERNES –
5ª – SEMANA DE PASCUA – C –
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (15,22-31):
EN aquellos días, los
apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de
ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas,
llamado Barsabá, y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron
por medio de ellos esta carta:
«Los
apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria
y Cilicia provenientes de la gentilidad. Habiéndonos enterado de que algunos de
aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando
vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos
con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al
nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que
os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y
nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de
carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de
uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».
Los despidieron, y ellos
bajaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la carta. Al
leerla, se alegraron mucho por aquellas palabras alentadoras.
Palabra
de Dios
Salmo:
56,8-9.10-12
R/.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor
Mi corazón está firme,
Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y
arpa;
despertaré a la aurora. R/.
Te daré gracias ante los
pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es
más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que
alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo,
Dios mío,
y llene la tierra tu
gloria. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (15,12-17):
EN aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
«Este
es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie
tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros
sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya
no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros
os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No
sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he
destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De
modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os
améis unos a otros».
Palabra
del Señor
1.
Jesús insiste, una vez más, en el
"mandamiento nuevo", que ya había dado
el mismo Jesús en la Cena, justamente en el
momento y sitio de la Eucaristía.
Esta insistencia, por otra parte, es
la prueba más clara de la importancia central que Jesús le concede a este
asunto. Jesús no habló nunca de temas
que han cobrado una importancia enorme en la Iglesia: la obediencia al
Papa y a los obispos, la liturgia y la observancia de los rituales y
ceremonias, la ortodoxia en las creencias y doctrina teológicas, la honestidad
en las buenas costumbres.
Jesús no mencionó nunca estas cosas. Y
es evidente que todo eso es importante.
Pero raramente se dice y se insiste en que lo central y lo determinante,
en la vida, es que nos amemos.
El amor es el centro de la vida cristiana
y de la existencia en la fe.
2.
Es fácil, es incluso necesario, amar a quien nos quiere o simplemente a
quien nos cae bien y con quien sintonizamos
espontáneamente. Lo duro, lo difícil, es amar al "otro sin
más". Es decir, querer al que me resulta indiferente y no digamos si me es
desagradable, insoportable. Por no hablar de los casos límite en que se trata
de amar al que me odia y me ha hecho mucho daño.
En estos casos nos preguntamos:
- ¿qué es amar a los demás?
- ¿Puedo yo querer al que sé que no me
quiere?
- ¿Puedo tener amor al que sé que me
tiene odio y habla mal de mí o me desprecia?
Este es el problema.
3.
No es fácil saber si esto tiene solución. Una solución que nos
tranquilice en la conciencia.
Por lo menos, hay algunas cosas que,
en cualquier caso, se deberían tener muy claras. Y además nos pueden ayudar:
1)
Nunca odiar a nadie ni desearle mal a nadie. Y, menos aún, hacer daño de la
manera que sea. Eso, por lo menos.
2)
Amar no es necesariamente tener sentimientos de sintonía, simpatía,
complacencia en la otra persona y con la otra persona.
3)
Amar es respetar.
4)
Amar es tolerar, en los demás, cosas que a mí me desagradan.
5)
Amar es ser transparente, es decir, proceder siempre con claridad, sin ocultar
cosas que el otro debe saber.
6)
Amar es ayudar, si es que eso está a mi alcance, aunque la ayuda pueda ser
costosa y quizá desagradable.
7) Amar es actuar de forma que el otro pueda
estar seguro de que yo nunca le haré daño, de la forma que sea.
En definitiva, amar es ser buena
persona siempre. Y comportarse como tal, sin hacer daño jamás a nadie.
María Auxiliadora
María,
Auxilio de los Cristianos, mediadora de la humanidad. Como Madre del Redentor,
por fuerza y mérito de la corredención, Ella es la ayuda de la humanidad
necesitada de redención; lo es también de cada individuo, porque es la Madre
espiritual de todos. Patrona de todos los cristianos, en especial de los
salesianos. Defensora de Europa durante las invasiones musulmanas.
Vida de María Auxiliadora
Los cristianos de la Iglesia de
la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Éfeso, Alejandría y Atenas acostumbraban
llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora.-En griego, se dice
con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios
venidos del cielo".
Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo
de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de
los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos
monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y
Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia).
En el año 476 el gran orador Proclo
decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios
de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen
"Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo
gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y
que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió
sumamente popular entre la gente de su siglo.
El gran poeta griego Romano
Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio
de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que
recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan"
En las iglesias de las naciones
de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde
antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio,
Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los
que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo".
San Juan Damasceno, es el primero
en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros".
Y repite: "La "Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación.
Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la
muerte".
San Germán, Arzobispo de
Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa
Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe.
Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los
gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde
que necesita de tu ayuda".
El emperador Napoleón llevado por
la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el
Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían
esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso
gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su
ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo
entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna
prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".
Napoleón que había dicho:
"Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de
mis soldados", vio con desilusión que, en los fríos campos de Rusia,
helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había
ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y
maltrechos hombres. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a
aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su
vida.
El Papa pudo entonces volver a su
sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma.
En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante
cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción
de gracias a la madre de Dios.
El 9 de junio de 1868, se
consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de
esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue
San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy
pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo
que andar de casa en casa pidiendo limosna.
La Santísima Virgen se le había
aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia",
porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le
apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con
el título de Auxiliadora.
"Cada ladrillo de este templo
corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario
empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título
de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes
la invocan con ese título, que esta devoción ha llegado a ser una de las más
populares.
San Juan Bosco decía:
"Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son
milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración:
"María Auxiliadora, rogad por nosotros".
Oración a María Auxiliadora
Himno Salve, del mar Estrella,
Salve, Madre sagrada De Dios y siempre virgen, Puerta del cielo santa. Tomando
de Gabriel El «Ave», Virgen alma, Mudando el nombre de Eva, Paces divina trata.
La vista restituye, Las cadenas
desata, Todos los males quita, Todos los bienes causa. Muéstrate, madre, y
llegue Por ti nuestra esperanza A quien, por darnos vida, Nació de tus
entrañas.
Entre todas piadosa, Virgen, en
nuestras almas, Libres de culpa, infunde Virtud humilde y casta. Vida nos
presta pura, Camino firme allana, Que quien a Jesús llega Eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo, al Santo Espíritu alabanzas; Una a los tres demos, Y siempre
eternas gracias. Amén
Dios todopoderoso, que derramaste
el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María la Madre
de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu
servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida.
Por nuestro Señor Jesucristo.
www.santopedia.com
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