jueves, 16 de mayo de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 18 de MAYO – SÁBADO – 4ª – SEMANA DE PASCUA – C – Santa Claudia, virgen y mártir




18 de MAYO – SÁBADO –
4ª – SEMANA DE PASCUA – C –

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,44-52):

EL sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles.
Así nos lo ha mandado el Señor:
“Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.
Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Palabra de Dios

Salmo: 97,1-2ab.2cd.3ab.3cd-4

R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (14,7-14):

«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Palabra del Señor

1.  Es probable que no hayamos caído en la cuenta de la importancia que entraña lo que Jesús le dijo a Felipe, en esta ocasión. Es algo que rebasa indeciblemente cuanto podemos pensar sobre la relación y el encuentro entre el
ser humano y Dios.  Porque Jesús le viene a decir al apóstol Felipe (y a cuantos
leemos este evangelio) que Dios está presente, vive y actúa, en el ser humano.
Dios en Jesús es exactamente eso. Y por eso tiene sentido la afirmación de
Jesús: Yo estoy en el Padre y el Padre en mí. De ahí que vivir con Jesús, y como
Jesús, es vivir con Dios y como Dios quiere que vivamos.

2.  Si a nosotros nos cuesta entender   esta última afirmación, mucho más les
tenía que costar a los contemporáneos     de Jesús. La experiencia religiosa de los judíos pensaba en Yahvé de forma que lo veía tan lejano, tan distante, que terminó por dejar de usar el nombre mismo de Yahvé.
 Esto ocurrió en el s. III antes de Cristo. Para nombrar a Dios se echaba    mano de otros títulos: Señor, Dios del Cielo, Rey del Cielo o simplemente Cielo (Job 10, 11; 13, 7; 1 Mac 3, 18 ss; 4, 40) (J. Bright).
A aquellos judíos piadosos, que ni se atrevían a pronunciar el nombre divino tradicional, ¿cómo les podía caber en su cabeza que el Padre (Dios) estaba allí delante de ellos, hablando, comiendo,   durmiendo, trabajando..., en definitiva, haciendo lo que hace cualquier ser humano?

3.  Por eso, sin duda alguna, la gran aportación del cristianismo a la historia
de las religiones, fue (y sigue siendo) descubrir que, a Dios, al Trascendente, al
Absoluto, Aquel que nos impresiona y que siempre será un Misterio insondable, lo encontramos en la praxis visible y disponible, constituida y llevada a cabo
humanamente, de manera que así, y solo así, es como podemos desarrollar los
vínculos que definen la relación entre Yahvé e Israel, entre el Padre del cielo y todo ser mortal (W. Brueggemann).
A partir de esta propuesta y de este proyecto es como tenemos que programar    nuestra espiritualidad y nuestra religiosidad. De forma que, en ella, lleguemos a configurar la unidad entre Revelación y Ética, entre Religión y Vida.

Santa Claudia, virgen y mártir



Santa Claudia de Amisus, virgen y mártir.

No tenemos muchos datos sobre esta mártir de nombre últimamente tan popular. El martirologio romano, siguiendo a los menologios griegos la menciona entre otras mártires de Amisus, Asia Menor. Sus Actas no se conocen y lo que nos ha llegado de ellas es que, en el año 300, imperando Maximiano, fueron apresadas Claudia, Alejandra, Eufrasia, Matrona, Julita, Eufemia, Teodosia, Derfuta y una hermana de esta última, de la que no nos ha llegado el nombre.
Sabiendo estas mujeres que Maximino había enviado un nuevo prefecto, muy cruel con los cristianos, se presentaron ante él para declarar su fe cristiana. Fueron obligadas públicamente a adorar al emperador, como mandaba la ley, pero se negaron por ser cristianas. Todas fueron sometidas a la humillación pública al ser desnudadas frente a la multitud. Les golpearon con varas, les cortaron los pechos y les desgarraron los costados con peines de hierro. Finalmente, como no podían hacerlas apostatar, fueron colgadas cabeza abajo y quemadas al fuego lento, aunque en alguna iconografía aparecen junto o dentro de un horno.
No está claro quiénes eran estas mujeres, sus edades ni su procedencia. Algunos dicen que estaban en Amisus confortando a los cristianos perseguidos. En el Sinaxario Griego de los jesuitas de París, editado en el siglo XVI, aparecen a 18 de marzo, y a 19 del mismo mes en el menologio del cardenal Sirleto, igualmente del XVI. En algunos códices, como el Mazzarino, faltan los nombres de Eufrasia y Matrona. Y en otras versiones, cambian Matrona por Patrona.
Mucho menos claro está si son las mismas mujeres que aparecen mencionadas junto a San Teodoto a 18 de mayo, aunque aquí el martirio es diferente, pues perecen ahogadas y no por medio del fuego.

Fuente: -“Acta Sanctorum”. Volumen VIII. Bélgica, 1667.

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