14 DE NOVIEMBRE – SÁBADO –
32ª – SEMANA
DEL T. O. – A –
San José Pignatelli
Lectura de la tercera carta del apóstol
san Juan (5-8):
Querido amigo Gayo, te portas con plena lealtad en todo lo
que haces por los hermanos, y eso que para ti son extraños. Ellos han hablado
de tu caridad ante la comunidad de aquí. Por favor, provéelos para el viaje
como Dios se merece; ellos se pusieron en camino para trabajar por él sin
aceptar nada de los gentiles. Por eso debemos nosotros sostener a hombres como
éstos, cooperando así en la propagación de la verdad.
Palabra de Dios
Salmo:111,1-2.3-4.5-6
R/. Dichoso quien teme al Señor
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (18,1-8):
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo
tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
«Había un juez en una ciudad que ni
temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda
que solía ir a decirle:
"Hazme justicia frente a mi
adversario."
Por algún tiempo se negó, pero
después se dijo:
"Aunque ni temo a Dios ni me
importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no
vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez
injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y
noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero,
cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Palabra del Señor
1. Jesús insiste en que los
discípulos han de orar. Y han de orar siempre, sin cansarse jamás. Con esto,
Jesús destaca la importancia de la oración en la vida.
Porque todos en la vida, de una manera o de otra, por un motivo
o por otro, nos vemos en la situación de la viuda que reclama justicia. Lo que
ocurre es que, con demasiada frecuencia, no tenemos esa experiencia de seres
necesitados, indigentes. Nuestra autosuficiencia nos incapacita para la
oración. Porque ni sentimos lo necesaria que es.
2. Si "orar" es
"desear", - ¿por qué será que no nos damos cuenta de lo que
tendríamos que desear intensamente, constantemente, como la viuda que
tanto le insistió al juez injusto?
El problema que tenemos es que la
sociedad en que
vivimos nos proporciona una serie de satisfacciones inmediatas, que tienen la
particularidad de que nos producen la impresión de que no hay que pedirle
más a la vida. Y así, seguimos de capricho en capricho, sin caer en la cuenta
de que tenemos que clamar para que nos hagan justicia, nos faciliten una forma
de vida y de convivencia, que nos haga poder tener lo que de verdad nos
hará felices y nos dará la esperanza que necesitamos para que nuestra vida
tenga sentido.
3. En definitiva, el problema es
asunto de fe: la convicción de que nosotros no nos bastamos a nosotros mismos,
es decir, la convicción de que más allá de los límites de la vida, hay una
realidad última que es la que nos humaniza y da sentido a nuestras vidas.
San José Pignatelli
Nació en Zaragoza,
el 27 de Diciembre del año 1737. Su padre D. Antonio, de la familia de los
duques de Monteleón, y su madre Doña María Francisca Moncayo Fernández de
Heredia y Blanes. Fue el séptimo de nueve hermanos. Pasa la niñez en Nápoles y
su hermana María Francisca es, a la vez que hermana, madre, puesto que perdió
la suya cuando tenía José cuatro años.
Se forma entre
Zaragoza, Tarragona, Calatayud y Manresa, primero en el colegio de los jesuitas
y luego haciendo el noviciado, estudiando filosofía y cursando humanidades.
Reside en Zaragoza, ejerciendo el ministerio sacerdotal entre enseñanza y
visitas a pobres y encarcelados, todo el tiempo hasta que los jesuitas son
expulsados por decreto de Carlos III, en 1767.
Civitacecchia,
Córcega, Génova, los veinticuatro años transcurridos en Bolonia (1773-1797) dan
testimonio del hombre que les pisó, sabiendo adoptar actitudes de altura humana
con los hombres, y de confianza sobrenatural con Dios.
La Orden de San
Ignacio ha sido abolida en 1773, sus miembros condenados al destierro y sus
bienes confiscados. El último General, Lorenzo Ricci, consume su vida en la
prisión del castillo de Sant’Angelo. Sólo quedan jesuitas con reconocimiento en
Prusia y Rusia. Allí tanto Federico como Catalina han soportado las maniobras
exteriores y no han publicado los edictos papales, aunque la resistencia de
Federico no se prolongará más allá del año 1776. Queda como último reducto la
Compañía de Rusia con un reconocimiento verbal primero por parte del Papa Pío
VI y oficial después con documento del Papa Pío VII. José de Pignatelli
comprende que la restauración legal de la Compañía de Jesús ha de pasar por la
adhesión a la Compañía de Rusia. Renueva su profesión religiosa en su capilla
privada de Bolonia.
No verá el día en
que el Papa Pío VII restaure nuevamente la Compañía de Jesús en toda la
Iglesia, el día 7 de Agosto de 1814, pero preparará bien el terreno para que
esto sea posible en Roma, en Nápoles, en Sicilia. Formará a nuevos candidatos,
reorganizará a antiguos jesuitas españoles e italianos dispersos y buscará
nuevas vocaciones que forzosamente han de adherirse, como él mismo, a la
Compañía de Rusia. Esta labor la realizará mientras es consejero del duque de
Parma, don Fernando de Borbón nieto de Felipe V, y como provincial de Italia
por nombramiento del vicario general de Rusia Blanca.
En este esfuerzo
colosal, muere en Roma el 15 de Noviembre de 1811, en el alfoz del Coliseo.
Estuvo convencido
el santo aragonés de que, si el restablecimiento de su Orden era cosa de Dios,
tenía que pasar por el camino de la tribulación, del fracaso, de la
humillación, de la cruz, de la vida interior que no se presupone sin humildad,
sin confianza.
Fuente:
http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/santoral/santora
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